Llegando a Salvador de Bahía ya se puede sentir esa magia, ese magnetismo de un lugar paradisíaco y tropical, constituyendo una cita obligada debido a la  diversidad cultural que se expresa en la mistura de los amerindios europeos y africanos que llaman la atención de conocer.

En Salvador bien conocida por la tierra de la felicidad, me encontré con personas serviciales y alegres, que esbozan sus sonrisas todo el tiempo. Bahía tiene mil kilómetros de playas para conocer y para todos los gustos. En Salvador su capital, encontras el barrio Barra, tan glamoroso con su rivera de palmeras majestuosas y un farol  imponente. 

El colorido barrio Pelourinho, llamado cariñosamente el Pelô, fue declarado patrimonio de la humanidad. Encontré en él una  arquitectura colonial, estilo barroco de más de 350 iglesias, mansiones, casas, palacios y conventos del siglo XVI y XVII. Uno de mis barrios favoritos. . .

En el área culinaria se puede probar gran variedad de platos típicos como el acarajé, vatapá, sarapatel y mi favorita, carne do sol. 

Desde la tierra de la felicidad, Salvador de Bahía

Caminando por las pintorescas calles  encontras personas practicando capoeira, donde te invitan a participar. En el campo de la música hay una gran variedad: axé, samba, xoté, forró, xaxado y muchas más. Podes participar de los ensayos de la banda de percusión Olodum los días domingos a la tarde y sacarte fotos en la casa donde Michael Jackson filmó su exitoso video junto a la banda.

Además,  tiene uno de los atractivos más esperados por millones de turistas, el carnaval, que es imposible perderse, una gran fiesta con los artistas más consagrados del axé. Como Ivete Sangalo, Claudia Leitte, Chiclete con Banana. 

El Elevador Lacerda, hacer compras en el Mercado Modelo, el Barrio Baixo y el Barrio Alto, visitar la Iglesia de Nosso Senhor de Bonfin... No alcanzan  las palabras para describir Salvador de Bahía. Solo hay que ir y conocerlo.