Desde las cercanías de Paysandú
Su fiesta tradicional es la Semana de la Cerveza, semana en el año que se hace fuerte turísticamente
Como unos adelantados, como siempre desde que tengo uso de razón, mis “viejos” nos hicieron a mí y a mi hermana salir de nuestro país llenos de rabia, típico de la edad y la rebeldía de la adolescencia. Llegamos a Paysandú el 22 de julio de 2000, un año y medio antes de la debacle nacional, por todos bien conocida, recién en ese momento empezamos a darnos cuenta cual era el fin de nuestra partida.
A tan solo 4 km de la ciudad más cercana de Argentina (Colón Entre Ríos), las diferencias son más notorias que las similitudes, aunque siempre hay denominadores comunes típicos de la región, el juntarse alrededor de una parilla, el placer de un buen vino, el gusto por el fútbol y los carnavales interminables.
El año empieza apagado por estos lares, el puñado de habitantes de esta zona busca las olas del este uruguayo, escapando del infierno que es el verano por aquí, calor seco y días rutinarios de 43ºC. El país, casi por decreto, empieza a estirar las piernas recién después de la “semana de turismo” dicho por ellos y más conocida para nosotros como Semana Santa.
Su fiesta tradicional es la Semana de la Cerveza, semana en el año que se hace fuerte turísticamente hablando, y digo turísticamente porque atrás quedó el Paysandú industrial, el Paysandú pujante, los empresarios no ven como un punto interesante para apostar.
En el aire de esta ciudad siempre se huele la hostilidad con Argentina, no sé si por la cercanía o por su complejo de inferioridad disfrazado de rivalidad futbolística, que lamentablemente me tocó vivir en la secundaria.
Han pasado 17 años de mi llegada, aun extraño mis raíces como si fuese hoy que llegué aquí, tan cerca y tan lejos a la vez, mientras la vida me fue llenando de enseñanzas, canas y arrugas, fui formando mi familia, pisando fuerte en esta tierra que no fue la prometida pero me dio lo más lindo que a un hombre le puede dar: la posibilidad de formar una familia, sin olvidarme jamás lo glorioso, lo dichoso de decir que soy ARGENTINO.