La gráfica copó la vía pública de la Ciudad y las redes sociales hicieron el resto. La campaña que lanzó el Pro porteño esta semana para reclutar “ciudadanos comunes” en un contexto en el que proliferan los discursos anti-política (pronunciados en muchos casos por dirigentes del mismo espacio) logró su primer objetivo, que era instalarse y que se hable de ella. Pese a las bromas y las chicanas por la consigna (“Te Votarías?”), que sacrifica las reglas ortográficas en función de simular las formas del lenguaje digital, en la sede de Parque Patricios se tomaron muy en serio la propuesta. Descuentan que la convocatoria será un éxito e incluso se entusiasman con un problema a futuro: la afiliación partidaria. 

Según pudo saber Diagonales, la idea se basó en un diagnóstico: la pandemia generó una suerte de ansiedad en un sector específico de la ciudadanía que reclama soluciones urgentes y mira cada vez con mayor desconfianza los tiempos burocráticos para la resolución de conflictos y problemas del cotidiano. Cree, en definitiva, que puede hacer las cosas mejor que el sistema político, y desea involucrarse. En esa especie de masa crítica porteña el Pro cree poder pescar posibles nuevos cuadros: empresarios, comerciantes, profesionales y, por qué no, referentes sociales no encuadrados. Y, claro está, darse un baño publicitario de ese espíritu. 

La iniciativa busca reproducir, en ese sentido, aquel “carácter fundacional del Pro” luego de la implosión política del 2001, que le permitió al espacio entonces encabezado por un Mauricio Macri con bigote incorporar no sólo políticos sueltos del peronismo y la UCR (los ejemplos sobran y van desde Diego Santilli hasta Cristian Ritondo y Rogelio Frigerio) sino cuadros provenientes de ONGs y el sector privado, muchos de los cuales se formaron en los Think-Tank amarillos. 

Tweet de Horacio Rodríguez Larreta

El ideario detrás de ese concepto originario y caro a la historia partidaria coincide con una premisa del momento: perfilar y diferenciar lo más posible al Pro del resto de los aliados de Juntos por el Cambio.  

Cerca del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, entienden no sólo que la apuesta es empezar a construir amplitud y llegar al poder para “gobernar con el 70 por ciento” (todo el sistema político menos el kirchnerismo y la izquierda), sino también hacer un esfuerzo para que cada candidato y cada partido dentro del frente electoral tenga su propia identidad política definida, y que en todo caso JxC funcione como una gran colectora. Más una suma de las partes que un todo. Al menos esa es una de las tácticas que se debaten en Parque Patricios. 

Nadie desconoce, de todos modos, la profundidad del fenómeno Javier Milei. Y la campaña lanzada esta semana también hace pie en ese emergente. Por eso, uno de los desafíos que tiene la iniciativa, en la que ya se trabaja, será no sólo filtrar a quiénes incorporar, sino ofrecerles (y que acepten) la idea de sumarse efectivamente a un partido político. 

La promesa de la campaña, de todos modos, suena un tanto disparatada. Se ofrecen posibles cargos en la legislatura y en las comunas. “Queremos que las bancas y los lugares en las comunas no solo sean ocupados por gente con experiencia en la política y en la gestión, sino también por personas que vengan de afuera, que traigan un espíritu innovador para sumar a nuestro plan”, dice el posteo de la invitación publicado por Larreta, acompañado por una imagen en la que se ve a varios vecinos comunes pero también al ministro de Gobierno porteño, Jorge Macri, uno de los dirigentes mejor perfilado para la sucesión. 

Los cargos prometidos serán difíciles de cumplir: en una alianza con tantos candidatos y espacios como es “Vamos Juntos”, la forma que toma JxC en la Ciudad, la cosa parece bastante compleja. Sobre todo, porque el jefe de Gobierno se arrepiente de haber abierto tanto la jugada en las últimas elecciones para la legislatura, donde necesita negociar permanentemente con radicales, lilitos y otras yerbas como el republicanismo y los libertarios para conseguir algunas leyes polémicas, sobre todo las que requieren de una mayoría especial, como la venta de tierras públicas y los convenios urbanísticos con fines recaudatorios. 

La sucesión, por ahora, no ofrece grandes novedades: en la lista se anotan desde María Eugenia Vidal y el propio Jorge Macri hasta dos ministros de la gestión con alto perfil, como Soledad Acuña (Educación, con origen en el mundo, precisamente, de las ONGs) y Fernán Quirós (Salud). Por afuera, y probablemente como cabeza de una lista en internas, ya se lanzó el senador de Evolución, Martín Lousteau. 

Todos son medidos por los equipos de campaña de Parque Patricios. Vidal tiene el obstáculo de la resistencia interna de algunos sectores y una suerte de estancamiento en su imagen, aunque viene de ganar (con menos puntos de los esperados) la última elección tras haber cambiado de distrito. Jorge Macri cuenta con un apellido ampliamente conocido y con centralidad en el proyecto presidencial de Larreta, además de haber cultivado un perfil de gestión. 

Todos especulan, por ahora. La última palabra la tendrá, en su momento, el jefe de Gobierno saliente y candidato presidencial.