El desayuno de este martes que selló una tregua temporal en la cúpula del PRO le trajo un beneficio colateral a Horacio Rodríguez Larreta. Horas después del cónclave, según pudo averiguar Diagonales, Patricia Bullrich desactivó la amenaza de dejarlo sin quórum para la aprobación del presupuesto 2023 de la Ciudad, uno de los temas de negociación entre ambos que estaban sobre la mesa desde fines de septiembre.

Por primera vez en muchos años, el Jefe de Gobierno no pudo aprobar a libro cerrado su proyecto de presupuesto y debió negociar, paradójicamente, con legisladores de su propio partido. Un grupo de tres, encabezados por el bullrichista Juan Pablo Arenaza, habían advertido que se negarían a votarlo si el larretismo no incorporaba algunas modificaciones, entre ellas la baja en algunos impuestos como el importe a los consumos con tarjetas de crédito. La amenaza se había transformado en una bomba de tiempo a medida que la tensión por la candidatura nacional escalaba, pero las negociaciones encontraron un cauce este martes, luego de la reunión que selló un tiempo de paz en la cúpula del partido.

Básicamente, el larretismo se comprometió a reducir en porcentajes mínimos el impuesto a los consumos con tarjetas de crédito y a hacer lo propio con la alícuota que la Ciudad cobra a quienes compran una vivienda, entre otras medidas similares. Los detalles se terminaron de cerrar en una reunión en la tarde de ayer entre el propio Arenaza y Claudio Romero, presidente del Pro porteño y titular de la comisión de Presupuesto en la Legislatura. De acuerdo a fuentes de la Legislatura, la Ciudad dejaría de recaudar cerca de mil millones de pesos, aunque habrá que esperar hasta este jueves próximo, cuando en principio se vote, para que estén los números finales.  

El sector de Arenaza consideraba como una contradicción flagrante el alto nivel de gravámenes que cobra la Ciudad y el discurso opositor centrado en exigirle al Gobierno nacional que baje o elimine los suyos, aunque preferían no utilizarla a modo de chicana pública para confrontar por Larreta. Más bien, la intención pasaba más por presionar internamente para lograr beneficios políticos y cuestionar las formas de conducción del bloque del larrestismo.

Bandera blanca en CABA: Larreta y Bullrich negociaron el presupuesto y desactivaron una bomba política

Ambos fueron los temas de fondo de las negociaciones, más allá de las modificaciones al proyecto. Bullrich se quejó más de una vez públicamente sobre la desventaja con que corre frente a Larreta por la utilización que el Jefe de Gobierno le da a los fondos públicos inagotables de la Ciudad para financiar su propia campaña.

De hecho, los propios legisladores de Bullrich -además de Arenaza, Carolina Estebarena y “Marilú” González Estevarena- decidieron no bajar al recinto cuando el “Frente Anti Grúas”, conformado por el Frente de Todos, el FIT y hasta los libertarios, convocaron hace un mes a una sesión especial para directamente voltear el impuesto a los sellos. Estuvieron a un voto de lograr el quórum e incluso contaron con el apoyo de Roberto García Moritán, del espacio de López Murphy. Pero el bullrichismo sólo tenía por objetivo negociar su apoyo al presupuesto con el larretismo en el marco de una negociación más amplia, de carácter nacional, algo que terminó finalmente de suceder ayer mismo.

La tensión, de todos modos, existió. De hecho, hasta ahora ningún funcionario del Ejecutivo porteño bajó hasta la Legislatura para explicar los detalles del presupuesto, porque aún no estaba cerrado internamente. Y tocó su punto máximo durante las últimas semanas, luego de que Patricia Bullrich apoyara abiertamente a Jorge Macri como candidato del Pro a Jefe de Gobierno, pasando por encima del propio Rodríguez Larreta, quien todavía no se definió; y aún más a partir de la difusión del video en que la ex ministra de Seguridad amenazó con “romperle la cara” a Felipe Miguel, el jefe de gabinete porteño.

El video fue precisamente el punto cúlmine de las tensiones internas, que parecieron apaciguarse ayer. Como gesto de bandera blanca, tanto Bullrich como Larreta pautaron negociar las condiciones del presupuesto de la Ciudad y desactivaron una bomba que estaba a punto de generar una fractura en el territorio que el Pro manejó casi sin tensiones durante los últimos 15 años.