Militancia ondemand: la crisis de las construcciones cuerpo a cuerpo
El espectro de la hora es la sensación de que una realidad distópica, contada en 8 capítulos de Netflix, absorba inexorablemente la vida como se conoció hasta aquí. Impacto de una etapa de furor por las app en la blackmirror
“Hay una ética de la política que construye una épica y esa épica tiene representación en una estética determinada”, suele decir Javier Grosman, cráneo de los festejos del Bicentenario e inventor de Tecnópolis. Y aún cuando esa tríada pueda revisarse en la actualidad, a merced de la incidencia de los dispositivos tecnológicos y el tiempo que los ciudadanos pasan convertidos en usuarios de redes sociales atados al teléfono celular, nada parece indicar que no aplique a la trama discursiva de cualquier fuerza partidaria o experiencia gubernamental.
Así como el diputado Mariano Recalde o dirigentes del Partido Obrero apelaron en alguna ocasión a una sesión de Facebook Live, no hay núcleo social que carezca de grupito de WhatsApp o Instagram. Las unidades básicas pierden terreno contra sistemas capilares de abordaje político que eluden afincarse en un local, provisto de mate y biszcochitos, ferrite, afiches y volantes como arquero bajo los tres palos. Las formaciones actuales más eficaces recurren a los viejos aparatos y se hinchan el pecho de mística, incluso las que animan el andarivel derecho de las avenidas, pero suelen moverse fuera de las estructuras, como si salieran de pesca mar adentro o se sumergieran en exuberantes vegetaciones selváticas. Valga como ejemplo la existencia de centros culturales que eligen pasar la nueva temporada de Game Of Thrones en pantalla gigante antes que jugarse con un locro para el 1° de mayo.
Un asesor del PJ porteño que pasó por la Federación Juvenil Comunista, el Frepaso y el kirchnerismo pone sobre el tapete esa situación dilemática sobre el presente cuando discute con sus compañeros del centro cultural donde militan. “Hay que preguntarse cuál es el rol de la militancia en una ciudad como Buenos Aires, con el PBI per cápita más alto del país”, suelta en una charla con Diagonales, y agrega: “hasta dónde sirve volantear en las esquinas antes de las elecciones cuando los vecinos te agarran el papel como si fuera una revista de ofertas de supermercado”.
En ese sentido, el legislador macrista Héctor Jorge Apreda cuestiona las formas de hacer política de aquellos que esperan en sus territorios, sin que el nombre de su agrupación aparezca siquiera rastreado por Google. Oriundo del peronismo y ex presidente de la junta comunal de la Comuna 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya), explica que la sociedad demanda que la escuchen antes que se la cuenten, al tiempo que indica que “esto” –dice agarrando el celular- “cambia todo”.
De todas maneras, pondera los desembarcos institucionales del Gobierno porteño en los barrios, a través de las reuniones del propio alcalde, Horacio Rodríguez Larreta, con vecinos o “los martes de cercanía”, una iniciativa por la que alrededor de 300 dirigentes y asesores de Vamos Juntos, el nombre de la alianza política del oficialismo distrital, se dan cita en distintos puntos de la Ciudad para enterarse de primera mano cuáles son las demandas de los vecinos. No obstante, una cosa no quita la otra: el macrismo se vale de retazos del peronismo que respondieron históricamente al ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, como así también de sectores del radicalismo local –en un mar de tensiones, que amainan o recrudecen según la cercanía con los comicios-.
Desde ese enfoque, uno de los hombres más importantes en el armado de Rodríguez Larreta admite ante este medio que “se hace todo lo que hay que hacer”. “Ni nos quedamos en las redes sociales ni apostamos sólo al contacto con los vecinos”, ilustra.
Un referente de La Cámpora muy respetado por las bases en la zona sur de la Ciudad concede que el macrismo maneja su déficit territorial –tal vez, por falta de legitimidad de origen en ese aspecto- con mucha astucia. “En la urbanización de la Villa 20, hasta el referente de la FOL está conforme con el proceso de discusión aunque sepamos que ideológicamente el macrismo está en nuestras antípodas”, grafica.
Entre las encuestas IVR y el furor twittero por el libro de Cristina Fernández de Kirchner, apila sus fichas todo Cambiemos para que patine el kirchnerismo. Hasta donde supo Diagonales, en la reunión mensual que hoy mantuvo Rodríguez Larreta con su bloque de legisladores se tocó el tema. “Cada vez que habla, (Cristina) baja en las encuestas”, habría dicho con serenidad el Jefe de Gobierno y uno de los ediles esbozó un contrargumento: “pero no está hablando”. “Habló la semana pasada, con el lanzamiento del libro”, se jactó el primer mandatario de la Capital Federal.
Con ese comentario y el resumen de las métricas que arrojan los índices de consultas vecinales por redes sociales, asistencia a las reuniones o “martes de cercanía” y las respuestas posteriores, los representantes parlamentarios del oficialismo en Perú 160 salieron anchos del mitin. La incertidumbre se activa, quizá, cuando se les pregunta por el panorama económico, aunque hoy podía vérselos con más sosiego que en las últimas semanas luego de que se anunciara la flexibilización de las condiciones del acuerdo con el FMI para que el Banco Central dispusiera de reservas para intervenir en el mercado cambiario por más que el precio de la divisa norteamericana no toque el techo de la banda pautada.
La preocupación de Rodríguez Larreta apunta, paradójicamente, a las posibilidades de éxito que junte el senador Miguel Ángel Pichetto en su operativo de seducción para que Roberto Lavagna y el gobernador Juan Schiaretti confluyan en una sola propuesta, y admitan que en la tira porteña que cuelgue de ellos compitan Martín Lousteau o Matías Lammens. Dentro del Pro consignan que “el escenario está muy abierto” pero deslizan que al radicalismo le serviría más que el diputado de ECO se postule a una senaduría por Cambiemos o integre su fórmula presidencial. Cerca de Enrique Nosiglia asienten en voz muy baja pero mantienen las antenas paradas. Y por lo demás, los impulsores de Lammens anhelan que sea la senadora y líder de Unidad Ciudadana quien se incline por llevarlo al presidente de San Lorenzo en su boleta, aunque no lo admitan en público y los mentideros de la política jueguen al tute con su nombre y los de Victoria Donda y Recalde.
El escenario no deja de ser producto de lo que el becario doctoral del Conicet Germán Rosso denomina “retraimiento de la ciudadanía respecto de la participación y la vida pública”, con un correspondiente “giro hacia un individualismo centrado en el consumo y la búsqueda de bienestar personal”. Sin embargo, advierte que ciertas luchas y reivindicaciones, como las de las mujeres, indicarían que la actualidad no marcaría “el fin de la política” sino el hecho de que “las formas de participación no se organizan a partir de estructuras partidarias”.
Tal vez el punto más inquietante de las investigaciones de Rosso, quien trabaja sobre la construcción de adhesiones del macrismo en barriadas populares de la zona sur de la Ciudad, es el que versa sobre la persistencia de una identificación entre la ciudadanía y sus líderes a partir de intereses sectoriales o particulares pero, en paralelo, subraya la existencia de “lazos simbólicos y afectivos” que justifican el vínculo entre el votante y el candidato o el vecino y el dirigente. Es lo que, con otras palabras, lamentan los militantes plebeyos del kirchnerismo: “por más que nosotros militemos de sol a sol, a quién te pensás que van a votar los que reciban la escritura de manos de esta gestión”, mascullan.