“Esto es el cambio”, dijo esta semana el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al poner la piedra fundacional de un local de McDonalds próximo a abrir sus puertas en la Villa 31 de Retiro, cuyo proceso de urbanización es uno de los caballitos de batalla constantes de  la propaganda “progre” del Pro.  

La pregunta que se hicieron algunos vecinos del barrio ese día –los más activos políticamente, nucleados en la Mesa Participativa de Urbanización– fue por qué un McDonalds en lugar de una escuela o un centro de salud, sobre todo teniendo en cuenta las necesidades postergadas del barrio. Y que se trata de terrenos públicos, sobre los cuales se centra uno de los puntos de conflicto permanente, en torno al valor y el destino que se le dará a cada metro cuadrado de la Villa dentro del perímetro de la urbanización.  

Irónicamente, el local estará situado sobre la calle Rodolfo Walsh. Será en la intersección con la calle Perette, sobre la entrada y salida de los ómnibus de la estación y donde históricamente funciona la feria del barrio. En ese mismo lugar, según pudo averiguar Diagonales, se desplegarán muchas otras multinacionales, entre ellas algunas sucursales de bancos como el HSBC, que competirán mano a mano con los emprendimientos de los vecinos, cuyos ingresos superan apenas los 15 mil pesos por mes, muy por debajo de la línea de pobreza.

El arribo de esas empresas dentro del barrio –lindero con Recoleta, una terminal como la de Retiro y el flamante Paseo del Bajo– forma parte del concepto inicial con que Rodríguez Larreta ideó todo el proceso de urbanización. Lleva de nombre “Impact Investing”, inversión de impacto, un modelo de negocios con una supuesta “perspectiva social” de moda entre inversionistas snobs en todo el mundo.

El cerebro de ese mecanismo tiene nombre y apellido: Alejandro Preusche. Preusche es el director de Almado SRL, una consultora que comparte sus oficinas nada menos que con otra consultora muy ligada al macrismo: Mckinsey, por la que pasaron, también como parte del directorio, los “ojos” de Mauricio Macri: Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.

Mckinsey, de capitales norteamericanos, estuvo envuelta en una polémica cuando una investigación de Página/12 reveló que firmó un contrato de asesoría de manera reservada con el Gobierno, cuando Quintana y Lopetegui formaban parte del Gabinete, para la asesora al gobierno en la elaboración de la nueva ley de comunicaciones. El contrato fue por 875 mil dólares.

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Preusche es un especialista reconocido internacionalmente en materia de “Impact Investing” y formó parte, a su vez, de Mckinsey. Para remontarse al modelo de urbanización que ideó para la 31 hay que remontarse a 2017. En el marco del XX Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de de Dirigentes de Empresa (ACDE) en junio de ese año, Presuche compartió discurso con el propio Jefe de Gobierno. Delante de gente muy rica, que jamás piso la 31, el director de Almado y ex Mckinsey dijo: “El tema de cómo apuntar el capital para lograr impacto social es la esencia de la cuestión”.

Pero al empresario no lo mueve sólo la filantropía. Cobra por sus servicios, y bastante. La Secretaría de Integración Urbana y Social, que conduce el Sushi Bar Restó Diego Fernández, le dio dos contratos de asesoría por más de 10 millones de pesos, a cargo de Almado SRL.

El primero es de enero de 2017, por $1.600.000, para el “servicio especializado en Asesoría Estratégica en proyectos de vinculación público-privado para la integración de los Barrios 31 y 31 bis”. El segundo, bajo el curioso “Servicios técnicos y profesionales prestados por empresas servicios tecnicos y profesionales prestados por empresas”, por $9.000.000. 

En esa secuela hay que anotar no sólo el arribo de McDonalds sino de muchas otras empresas que prestan todo tipo servicios, entre ellos dar “cursos” de los más variados, entre las que se encuentran PanAmerican Energy, Fundación Telefónica, el HSBC, y una perlita: la Asociación Conciencia, ligada al difundo gremialista Pro “Momo” Venegas y cuyo nombre quedó entrampado en el escándalo por lavado de dinero que salpicó a Gabriela Michetti ni bien asumió la vicepresidencia. Lo que se dice una comunidad de negocio, esta vez con los pobres.