Después de la muy buena victoria ante Villarreal, no sólo por el triunfo sino también por la manera, el Barça buscaba ratificarlo en su casa ante un descendido Espanyol.

Lo pudo hacer pero sólo con la victoria, que le da vida y ejerce una leve presión, pero presión al fin, al Real Madrid que jugará recién el viernes. Desde el juego, otra vez hay que hablar de una deslucida actuación del equipo dirigido por Quique Setién.

Las incidencias y emociones llegarían todas en la complementaria. A ritmo frenético y en el espacio de dos minutos, Martínez Munuera mostraría una roja por lado por infracciones mellizas. Primero, Ansu Fati se fue a las duchas recién ingresado por un planchazo; y luego Pol Lozano por una falta idéntica, vio la expulsión en el equipo periquito. En ambas ocasiones, el juez necesitó del VAR porque en primera instancia había mostrado amarilla.

Instantes después, se juntó el tridente blaugrana y así llegaría el gol. Taqueó Griezmann para Messi, sacudió el argentino pero pero pegó en un defensor y el rebote fue capitalizado por Luis Suárez, que pondría así la apertura del marcador y el único gol del partido.

Fue final en Camp Nou, el Barça consiguió los tres puntos que necesitaba pero sigue dejando muchos interrogantes en su producción futbolística.

Mientras tanto, se consumó el descenso de un Espanyol sin rebeldía, de pésimo campeonato con apenas 23 unidades. El equipo periquito bajó a Segunda después de 27 años y según indica el camino informativo, apostaría a Gabriel Heinze para ir en búsqueda del rápido regreso. Los blaugranas, pendientes de lo que suceda el viernes con el Real Madrid recibiendo al Alavés.

Por Manu Surasky