Mientras es un incertidumbre si se desarrollan o no lo Juegos Olímpicos este año, la llama aterrizó en la base militar aérea de Matsushima, en el nordeste del país, donde se celebró una ceremonia de bienvenida de escala reducida por el nuevo coronavirus.

La antorcha llegó al país asiático pasadas las 9:30 hora local tras una modesta ceremonia de traspaso a puerta cerrada en el Estadio Panatinaico de Atenas, el pasado 12 de marzo, en medio de la alerta nacional por la propagación de la COVID-19, que generó incertidumbre sobre la celebración según lo previsto de estos Juegos Olímpicos.

El campeón de judo Tadahiro Nomura y la luchadora Saori Yoshida, ganadora de tres oros olímpicos (Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012), fueron los encargados de subir a recoger la llama, protegida en una antorcha contra las ráfagas que soplaron durante el acto.

Ambos le entregaron la antorcha al presidente del comité organizador de JJ.OO., Yoshiro Mori, que tuvo palabras de ánimo para Europa, inmersa en una crisis sanitaria por el virus, y recordó que el relevo "empezará en Fukushima y recorrerá todo el país".

Luego de encender el pebetero, el grupo de vuelo acrobático de las Fuerzas Aéreas de Autodefensa (ejército) de Japón, dibujó los anillos olímpicos entre las nubes y claros del cielo de este viernes en esa región.

La llama olímpica será expuesta al público durante una semana en varias de las localidades del nordeste nipón más castigadas por el terremoto y el tsunami de 2011, antes de comenzar un relevo de 121 días durante el que el comité organizador ha pedido al público que se abstenga de aglomerarse para verla.