La única mala noticia de la primera Superfinal de la Copa Libertadores llegó cuando el micro que trasladaba al plantel de River de regreso al Monumental pasó y  por la intersección de avenida Garay y 9 de Julio, allí recibió una agresión por parte de un grupo de hinchas de Boca.

Los fanáticos comenzaron a arrojarle piedras al autobús y una de ellas consiguió romper uno de los vidrios del lateral izquierdo del mismo. No hubo que lamentar heridos, ni por el impacto ni por los vidrios, porque los futbolistas (de ese lado se hallaba el arquero Germán Lux) viajaban con las cortinas desplegadas. 

Tras el ataque, que evidenció la falta de previsión de la fuerza, la Policía de la Ciudad que tardó en intervenir,  dispersaron a los violentos con balas de goma y la delegación decidió terminar el viaje hacia Núñez con el micro averiado.