Lo primero que deberíamos entender es si esa disyuntiva existe. Y no tiene por qué. Argentina no está en una situación económica en la que se pueda permitir el lujo de “elegir” con quién comercializar y por qué. Por lo tanto, la respuesta es sencilla: Argentina debe fortalecer sus relaciones comerciales con todos los países, incluidos China y Estados Unidos.

¿Por qué nos dicen que hay que elegir entre uno y otro? Existe una idea equivocada entre algunos comentaristas que piensan que entregarse a agresivos acuerdos con China es mucho más beneficioso, barato y que, además, permitirá a Argentina diversificar su posición. Es una visión edulcorada y equivocada de las relaciones con China, como si los socios comerciales y gobernantes chinos no fuesen a exigir las mismas condiciones que los norteamericanos. La evidencia de países como Venezuela, Ecuador o muchas de las naciones africanas es clara. China no regala dinero. Ni son tontos, ni están equivocados. La experiencia de décadas nos muestra que muchos gobernantes han creído que iban a entrar en grandes acuerdos comerciales con China a cambio de nada y recibir financiación de bajo coste. El ejemplo de Ecuador en la época de Correa nos muestra que esa idea de enorme financiación sin casi coste es completamente falsa. China no solo es un socio comercial tan riguroso y exigente como cualquier otro, sino que –en muchos casos- ha demostrado que impone condiciones, sobre todo colaterales en recursos naturales, más fuertes que las que pueden poner otros socios comerciales.

Normalmente, la idea de que China va a ofrecer condiciones favorables, flexibles e incluso casi gratuitas suele llegar de una equivocada percepción de que el país asiático va a financiar sin condiciones la expansión de modelos socialistas o de izquierda, como si fuera una donación. Nada más equivocado. China es una economía extremadamente dependiente del dólar y con un fuerte endeudamiento, pero sobre todo, es una economía con una demanda creciente de materias primas y, por ello, suele prestar dinero a cambio de acceso a recursos naturales. La economía china no es una fuente de donaciones y préstamos baratos. Sus empresas y gobernantes tienen una clarísima idea del riesgo que toman y de la rentabilidad económica real que precisan en sus transacciones comerciales.

No podemos pensar que China va a regalar a la Argentina dinero ni inversiones y mucho menos que vaya a exigir menor rentabilidad y seguridad crediticia que Estados Unidos. Todo lo contrario. China, como socio comercial, es mucho más exigente y riguroso de lo que a algunos políticos les gustaría.

A veces, parece que en la discusión sobre si hay que favorecer a China o Estados Unidos se esconde la idea equivocada que podría resumirse en “¿a quién podemos hacerle default (impago) sin que nos genere una crisis? ¿A quién podemos venderle dólares a centavos?”. La respuesta es simple. A nadie.

La oportunidad para Argentina es enorme. Abrir su economía, convertirse en una potencia exportadora y atraer inversión extranjera. Para conseguirlo debe poner como pilar absoluto de su política comercial y financiera la seguridad jurídica e inversora. Convertirse en un país fiable y con incuestionable responsabilidad crediticia, son factores capitales para la recuperación. China y Estados Unidos son dos economías con las que Argentina debe fortalecer relaciones. Ninguno va a ser más ventajoso o barato, porque ambos países parten de un importante riesgo de devaluación e impago cuando analizan las oportunidades de Argentina. Lo que el gobierno debe hacer es eliminar esos dos riesgos para que China, EEUU y todos los países del mundo perciban el enorme potencial que tiene ese gran país que es Argentina.

*Doctor en economía, profesor de Economía Global y autor de bestsellers entre los que se cuentan La Gran Trampa, La Madre de Todas las Batallas y Viaje a la Libertad Económica, traducidos al inglés, chino y portugués. Twitter: @dlacalle