Argentina vuelve al Fondo Monetario Internacional (FMI), y con ello, vuelven los fantasmas del pasado. Si bien el presidente Mauricio Macri, como así también el ministro Dujovne, lo denominaron como un blindaje con "fines preventivos" frente a la coyuntura internacional, las expectativas –factor de gran importancia en lo económico- sobre el futuro de Argentina se dispararon. ¿Hay motivos para preocuparse?

En primer lugar, se debe tener en cuenta que, acudir al FMI, significa acudir a una de las líneas de créditos – y a las condiciones- que el organismo posee. Dentro de ellas, las líneas que se presentan más probables para el caso argentino son la línea Stand By (utilizada en el escenario pre 2001) y la incorporada desde 2008, la línea de créditos flexibles. La primera incluye explícitamente la aplicación en la economía nacional de un conjunto de medidas en materia cambiaria, monetaria y fiscal. En el caso de los créditos flexibles, no se presenta un programa de medidas explícitas, lo que no descarta la existencia de probables presiones sobre el país en relación a adopción de medidas macroeconómicas contractivas.

Si bien el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, aseguró que “este es un Fondo muy diferente al que vivimos”, es conveniente ser cautos, ya que del 2001 hasta hoy, los únicos cambios existentes en el organismo están vinculados a la incorporación de una nueva línea de crédito (la flexible) y al aumento de cuotas (aporte de cada país, vinculado a la capacidad de voto y a la capacidad de pedir prestado al Fondo) para algunos países emergentes.

Esta intención del ministro –quien en el 2016 pedía expresamente por la no vuelta al FMI- de presentar al Fondo como algo “diferente” a lo que se conoce en el país encuentra su contradicción en el análisis de diversos especialistas, quienes señalan que, si bien el blindaje – estimado en 30 mil millones de dólares- puede generar un alivio en el corto plazo en relación a la suba del dólar, resulta altamente peligroso en el largo plazo debido a las condiciones que se le puedan llegar a poner desde el Fondo al país.

En la misma línea, Mauricio Macri justificó el blindaje al decir que “las condiciones mundiales están cada día más complejas por varios factores; suben las tasas de interés, está subiendo el petróleo, se han devaluado las monedas de países emergentes”, a lo que agregó que “el problema es que somos de los países del mundo que más dependemos del financiamiento externo”.

Si bien es cierto que el contexto internacional no es favorable y que, frente a esta coyuntura, Argentina es un país con alta vulnerabilidad comercial y financiera, Macri omite un detalle de vital relevancia en su discurso en relación al vínculo entre Argentina y el escenario internacional: que nuestro país sea hoy más vulnerable que nunca al contexto financiero internacional es debido en gran parte a las medidas adoptadas en los primeros dos años y medio de gobierno de Cambiemos.

Esto no significa negar el complejo expediente financiero-económico de la Argentina y su vínculo con cuestiones clave como la deuda. Lo que sí significa es la necesidad de no olvidarse que el oficialismo mediante su constante política de endeudamiento subsumió –y lo seguirá haciendo- al país en un circuito de sobreendeudamiento, situación que, a largo plazo, termina generando insolvencia.

En este sentido, que el país atraviesa hoy una situación crítica en términos económicos es un hecho. Esta coyuntura encuentra sus explicaciones en varios ejes, donde largo y corto plazo encuentran puntos en común. Esto debido a la política de liberalización financiera llevada a cabo por Cambiemos desde 2016, a lo que se suman otras medidas, como la apuesta por las Lebac con sus altísimas tasas, lo que sin dudas atrajo capitales extranjeros. En este punto se debe considerar el objetivo del macrismo de atraer Inversiones Extranjeras Directas (IED), ¿se logró?

La llegada de capitales extranjeros al país durante la actual gestión es un hecho, lo cual fue de la mano con el marco internacional favorable que tuvo argentina en términos prestatarios luego del pago a los fondos buitre. No obstante, estos capitales no entran dentro de la categoría de IED, sino que por el contrario son capitales financieros, alejados del sistema productivo y dentro del circuito financiero internacional.

El ingreso de este tipo de capitales – especulativos y en su mayoría extranjeros- aporta una variable a corto plazo, que es mayor liquidez mientras haya opciones financieras rentables. El problema se encuentra frente a coyunturas nacionales desfavorables, las cuales suelen presentar una baja de la rentabilidad de diversos instrumentos financieros, como sucedió el año pasado luego de que el oficialismo decidiera bajar las tasas de las Lebac en su intento por controlar la inflación, variable que fue eje de campaña y en la que, al día de hoy, no han logrado resultados trascendentes.

En este sentido, hay que considerar que, según las principales calificadoras de riesgo a nivel mundial (entidades privadas que evalúan el riesgo sobre instrumentos financieros y quienes los emiten) el país, hoy por hoy, se acerca más a niveles especulativos que a niveles de inversión. Frente a este panorama es evidente lo que pasa con los capitales financiero especulativo y su permanencia en el país. Es por esto que el 15 de mayo- fecha en que vencen los plazos de las Lebac-, se está transformando en una fecha clave para el futuro macroeconómico del país.