¿Cuál es el gran problema de La Ley de Emergencia Económica? Que no afronta el agujero monetario ni el fiscal. Es más, el gran problema de la ley y, en particular, de las decisiones a la hora de elevar las retenciones al sector agroalimentario, van en sentido contrario.

Los representantes de los productores en NOA y NEA lo han confirmado. Se trata de una medida que lleva a los productores - exportadores a una situación de quiebra, ya que con los actuales niveles de retenciones para soja, maíz y trigo, en los campos alquilados la rentabilidad es ya cero o negativa. En el caso de la oleaginosa, confirman que el margen bruto será negativo en 105 dólares por hectárea. Una ruina.

En realidad, el mal llamado plan de emergencia económica funciona como un enorme grupo de aranceles contra los propios productores argentinos. Cualquier ciudadano que nos lea entiende el efecto dañino de los aranceles a nivel global, pues esto es mucho más peligroso ya que se convierte en un auto-arancel.

La visión extractiva y confiscatoria de la economía que no ha dejado de existir en los gobiernos argentinos desde hace varias décadas, sea quien sea el gobernante, vuelve a empeorar.

Nos encontramos, primero, con un error de análisis. Pensar que poner retenciones mayores a los exportadores va a mejorar las maltrechas reservas de Argentina es simplemente falso. Y parte de esa visión extractiva que asume que los ajustes solo se pueden llevar destruyendo la economía exportadora y el ahorro. La evidencia de que no funciona no se la tengo que demostrar, los sucesivos gobiernos de Argentina creen que su problema es el dólar y no el peso, mientras la evidencia de la caída constante de demanda de pesos en todo el mundo y en el país es una causa directa de la política monetaria. Introducir mayores impuestos, retenciones y escollos al desarrollo económico no fortalece la demanda de pesos ni mejora la economía. Son pasos que llevan hacia un futuro que espero que no se genere: caer en una hiperinflación venezolana.

La idea de que la economía se va a relanzar con una fuerte emisión de pesos debería estar descartada ante la evidencia de que en los últimos diez años la base monetaria ha aumentado un 1.414,31%, es decir, el país que más ha acudido a la emisión de moneda tras Venezuela, con demanda decreciente de pesos y empeoramiento generalizado de la economía que ha ido de la estanflación a la depresión.

Hace unos meses explicábamos las “cinco razones de la debilidad de la economía argentina”. Aumentar las retenciones es literalmente el equivalente a demoler uno de los pocos sectores competitivos, exportadores y eficientes que quedan en Argentina solo por la negativa a tocar un gasto público desproporcionado.

Argentina no va a fortalecer su crecimiento, productividad y reservas extranjeras dinamitando la capacidad de la economía de generar empleo y atraer inversión cuando la política fiscal es confiscatoria y la monetaria es extractiva e inflacionista.

Es muy triste que un país tan maravilloso y con el potencial de Argentina vuelva a caer en la trampa de pensar que los desequilibrios monetarios y fiscales se solucionan aumentando impuestos e imprimiendo pesos.  El presidente Fernández afirmaba recientemente que “hay que acabar con la costumbre de ahorrar en dólares” mientras anunciaba una enorme emisión de pesos sin valor ni demanda “para fortalecer el crecimiento”.  Muestra la negativa a entender que el ciudadano no ahorra en dólares por maldad o ignorancia, sino porque sabe que sus pocos ahorros y sus salarios reales van a  ser confiscados vía política monetaria, diluyendo la riqueza del país en un océano de pesos de valor decreciente sin confianza de la mayoría de los agentes económicos locales y globales.

Si el ciudadano agricultor argentino debe vivir con la realidad de una fiscalidad y política monetaria extractiva que deja su pequeño beneficio en nada o negativo, simplemente va a verse obligado a abandonar su actividad.

Los gobiernos argentinos no pueden seguir engañándose pensando que el problema es exterior. No es una casualidad que el país tenga la segunda inflación más alta de la región, que es, además, diez veces superior a la media. Y no es casualidad que tenga un crecimiento económico mucho más pobre que los de los países vecinos a pesar de los retos que éstos sufren.

Cuando la política fiscal y la monetaria son confiscatorias y expropiadoras de la riqueza vía inflación e impuestos, no se mejora el crecimiento, se empeora mucho más.

El problema de Argentina no es que los impuestos sean bajos –tiene la mayor cuña fiscal de la región- ni que se emita poco dinero –el aumento de la base monetaria anual es más de siete veces el de la media de la región en los últimos diez años. Es todo lo contrario. Argentina solo va a despegar cuando reconozca que sus desequilibrios fiscales y monetarios no son por culpa de los ciudadanos y sus pequeños negocios, sino del gobierno que sigue empeñado en creer que dos más dos suman veintidós si lo decreta el presidente.

*Doctor en economía, profesor de Economía Global y autor de bestsellers entre los que se cuentan La Gran Trampa, La Madre de Todas las Batallas y Viaje a la Libertad Económica, traducidos al inglés, chino y portugués. Twitter: @dlacalle