En nuestro país, desde tiempos de la dictadura y sus políticas económicas, venimos teniendo niveles preocupantes en los indicadores sociales, pero el peor de todos es el cálculo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que brinda el INdEC mes a mes.  Durante el año 2020, signado por la pandemia, tuvimos en su totalidad un 36% final de inflación; aunque en los meses de noviembre y diciembre tuvimos un incremento notable en la canasta que mide la vestimenta  que -como si fuese un relámpago y luego de estar cerrados durante aproximadamente 8 meses desde el comienzo del ASPO- terminó aplicando casi un 150% de suba a los precios de sus artículos, como si los consumidores tuvieran que dejarlos tener las ganancias que perdieron durante el Aislamiento que estuvieron cerrados. Aún cuando en el IPC reflejaba solo algunos de ellos y terminamos evidenciando una suba muy corta como consecuencia que ellos representan casi el 9% del total de la ponderación del indicador.

Desde principios de este año venimos sufriendo las subas de los precios de los alimentos, mediante estrategias en el cambio de algún componente de su formulación y/o envase, pero sin control de la inexistencia en los artículos incluidos en los distintos programas de gobierno que deben ser controlados por la Secretaría de Comercio Interior. Como tampoco hay mucho equipo de control, consecuencia que el 15/01/2016 mediante Resolución de esa Secretaría se eliminó el cuerpo de inspectores dependiente de ella porque “estigmatizaba a los grandes productores y comercializadores”, y a hoy no se pudo terminar de rearmar por estar en pandemia desde el 20/03/2020.  Si bien la proyección de inflación del presupuesto nacional 2021 era del 29% ya en abril con un 12% acumulado del primer trimestre resultaba de dudoso cumplimiento, recién este mes de junio al publicarse el dato de mayo pasado pudimos confirmar la tendencia a la baja de los últimos 3 meses que pasó de 4.8% en marzo a 3.3% en mayo y previendo una baja nuevamente en junio a menos de 3%, consecuencia que no habrá mas aumentos de servicios públicos pero también que la petrolera estatal YPF aumentó sus precios en estos 5 meses por 30%, lo que significa un 6% de inflación directa en el final.  Durante el mes de mayo lo que mas aumentaron son las canastas de salud por el aumento de prepagas, comunicación -tal como lo hicieron en enero pasado que realizaron una suba no autorizada por el ENACOM y que hoy se encuentra en la Justicia para sancionar a las empresas responsables- y transporte, puesto que los alimentos subieron en menor medida que la inflación general.

Todo lo que expresamos en el párrafo anterior trae como consecuencia que se active la memoria emotiva de muchos sectores de nuestro país que aumentan sus precios “por si” las dudas vuelvan a  aumentar y entonces entramos en una espiral inflacionaria entre aumentos de precios especulativos y con la excusa del valor del dólar blue/libre, cuando los valores de compra de insumos/materiales/mercadería importada es en valores del dólar comercial.  Aunque cuando baja el dólar blue o termina la especulación no bajan los precios. Para este año 2021, la proyección corregida de inflación es del orden del 36-38% anual, debiendo tener cuidado en los meses de agosto y noviembre/diciembre que son meses inflacionarios por naturaleza.

* Economista y tributarista. Twitter: @fabian700