Remontar el desastroso legado neoliberal de Cambiemos
Hay que desarticular la extensa trama de sentidos comunes neoliberales que no hacen más que promover el apoyo a políticas de pauperización y especulación
El tercer ciclo neoliberal argentino, implementado por la alianza Cambiemos desde diciembre de 2015, está llegando a su fin. Si bien corto, fue profundamente destructivo en lo social, económico e institucional, dejando al país en una profunda crisis. El diagnóstico es bien conocido: fuerte caída en el consumo, la inversión y la actividad económica, destrucción alarmante de establecimientos productivos, alta inflación y el salario mínimo en dólares pasó de ser el más alto en América Latina a uno de los más bajos. La fuerte recesión y la caída del poder adquisitivo de los ingresos resultaron en fuertes incrementos del desempleo, la pobreza y el hambre, llegando a niveles que no se habían visto desde la crisis de 2001-2002.
Como si esto no fuera suficiente, se duplicó la deuda pública, la mayor parte de la cual está denominada en divisa. Cuando los mercados dejaron de financiar la bicicleta financiera macrista, se recurrió al FMI, incrementando significativamente la deuda e hipotecando la soberanía económica del país por muchos años. La fuga de capitales fue récord, dejando a las reservas del Banco Central en niveles críticos. El fracaso rotundo de las políticas monetaria y cambiaria, en sus diversas encarnaciones resultó en múltiples devaluaciones de magnitud y en tasas de interés reales tan altas que virtualmente sofocan el crédito para la producción y el consumo. Los bancos adaptaron rápidamente su comportamiento al nuevo entorno, dejando de lado la tradicional actividad de intermediación financiera y dedicándose a comprar LELIQ obteniendo tasas de ganancia récord facilitadas por el Banco Central.
¿Cómo recuperarse de este desastre supremo? ¿Cómo reorientar la política económica para que el país pase de la timba financiera a la producción y el trabajo? Para volver a una senda de crecimiento y desarrollo hacen falta un conjunto de políticas coordinadas en lo social, productivo, fiscal, monetario, financiero y cambiario, además de renegociaciones de la deuda con acreedores privados y el FMI. Resumimos aquí algunos lineamientos para un subconjunto de las políticas necesarias, específicamente las políticas monetaria, financiera y cambiaria, que forman parte de un documento más extenso elaborado conjuntamente con Alejandro Vanoli y Cecilia Allami.
En primer lugar, es fundamental recuperar la soberanía económica que el macrismo cedió a los mercados y al FMI. Para ello es fundamental renegociar el acuerdo con el FMI, para salir de la lógica perversa y destructiva del ajuste permanente y recuperar la capacidad de implementar políticas con objetivos diferentes a los demandados por los mercados financieros y organismos internacionales. En este sentido, se requiere recuperar la soberanía sobre las políticas fiscal, monetaria y cambiaria con el objetivo de promover la inversión productiva, el empleo, la estabilidad económica, reduciendo los desequilibrios económicos internos y externos.
Segundo, es necesario trabajar en la desdolarización de la economía, entendiendo que el problema fundamental de la economía argentina es el déficit externo. Éste se agravó con las políticas de desregulación y apertura irrestricta implementadas por el gobierno de Cambiemos, que profundizaron los desequilibrios externos, y con las políticas de dolarización de precios clave de la economía. La moneda argentina es el peso, y las transacciones en el país deben realizarse en pesos. Los costos, salvo insumos importados, deben denominarse en pesos y los precios deben estar sujetos a los costos en moneda nacional. Es necesario, por lo tanto, dar marcha atrás con la dolarización de precios de alimentos, insumos y servicios implementada por Cambiemos, que nos ha dejado sometidos a los vaivenes de las fluctuaciones (mayoritariamente ascendentes) del tipo de cambio. Es también fundamental promover el ahorro en pesos. Para esto es necesario proveer instrumentos financieros a empresas y hogares que sean seguros, rentables y una mejor alternativa que la compra de divisas y que, además, no impacten negativamente sobre las tasas activas a empresas y hogares.
En tercer lugar, la política monetaria no debe estar orientada exclusivamente al control de la inflación. Las políticas de metas de inflación y metas cuantitativas con un enfoque monetarista no sólo son profundamente recesivas, sino que han demostrado, contrariamente a lo que sostenían los funcionarios de Cambiemos y el FMI, que ni siquiera logran controlar la inflación. La política monetaria debe estar orientada a objetivos de desarrollo y crecimiento económico, buscando aumentar el empleo y mejorar la distribución del ingreso. El Banco Central debe recuperar el manejo de todos los instrumentos que tiene a disposición, incluyendo la regulación de las tasas de interés activas y pasivas y la orientación del crédito. Se debe abandonar el fracasado enfoque monetarista sobre la inflación a favor del enfoque estructuralista que contemple el impacto sobre precios del tipo de cambio, expectativas, puja distributiva, insuficiencias de oferta y formación de precios monopólica u oligopólica.
Cuarto, la política cambiaria se vincula a una de las variables clave de la economía, especialmente en un país periférico como Argentina. El tipo de cambio impacta sobre el precio de las importaciones y las exportaciones y, a través de ellas, sobre los precios de la economía nacional, sobre el nivel de actividad y la estructura productiva. El tipo de cambio también influye sobre la posibilidad de acumular reservas internacionales, que son clave para el manejo de las relaciones económicas internacionales, incluyendo el pago de servicios de la deuda. Por lo tanto, el tipo de cambio -no puede ni debe- estar sujeto a los vaivenes del mercado de cambios. Debe haber una política cambiaria coherente, manejada por el Estado, con objetivos de estabilidad y desarrollo. La flotación administrada es la mejor forma de considerar objetivos múltiples: competitividad externa, estabilidad de precios, disponibilidad de insumos y tecnología, y acumulación de reservas, entre otros.
Adicionalmente, en el contexto actual de escasez crítica de divisas que resultó de las inconsistencias de las políticas de Cambiemos, es importante considerar la aplicación de tipos de cambio múltiple con objetivos de desarrollo, siguiendo el enfoque estructuralista. Así, se podría pensar en la aplicación de tipos de cambio diferenciales que favorezcan la importación de bienes de consumo esenciales e insumos críticos para la producción, y no la importación de bienes suntuarios. Los tipos de cambio diferenciales se podrían aplicar en forma directa o a través de la política fiscal, gravando consumos suntuarios importados.
Por último, el sistema financiero es un actor clave en cualquier economía. No debería ser un sector más que funciona en base a la maximización de ganancias. Más bien, es un sector que debería estar al servicio de sectores productivos, hogares y gobiernos, financiando la producción, la inversión y el consumo y, a través de ellos, el desarrollo. En este sentido, la desregulación financiera de los gobiernos neoliberales tiene como resultado un sistema financiero parasitario, abierto a operaciones especulativas y de grupos económicos concentrados, alejándolo de su potencial función como agente de desarrollo. Por lo tanto, es importante que la actividad del sistema financiero vuelva a ser regulada por el BCRA, cumpliendo con lo establecido en la Carta Orgánica vigente, Carta Orgánica que el Gobierno de Macri ha incumplido sistemáticamente. De lo contrario, la especulación financiera y la fuga indiscriminada continuarán generando una espiral de devaluación e inflación que profundizarán la crisis generada por Cambiemos. Asimismo, la función regulatoria del BCRA en lo vinculado a tasas de interés también es clave: las tasas se deben fijar en función de los objetivos de desarrollo y de las necesidades de la economía real, y no en función de asegurar rentabilidades extraordinarias al sector financiero o de atraer flujos especulativos del exterior. En este sentido, debe impulsarse una política de fomento del crédito a la producción regulando tasas y asegurando que una porción de los depósitos tengan como destino esta función.
Resumiendo lo presentado hasta acá, las políticas de desregulación indiscriminada del sector financiero y externo de Cambiemos no hicieron más que agravar los desequilibrios heredados produciendo una crisis económica y social alarmante. Es necesario un giro de 180 grados para priorizar políticas de desarrollo y defensa del mercado interno, con una adecuada regulación monetaria, cambiaria y financiera. Así, se deben impulsar políticas de corte nacional y popular, adaptadas al tiempo que nos toca vivir y planteando soluciones nuevas y creativas.
Hay, sin embargo, una cuestión adicional que a nuestro juicio es tan importante como las políticas económicas, y ésta es la estrategia de comunicación de las mismas. El neoliberalismo ha instalado efectiva y devastadoramente una serie de “sentidos comunes económicos” que van en sentido contrario de las políticas de desarrollo, desacreditándolas falsamente y avalando políticas que destruyen las condiciones de vida de los sectores populares y las posibilidades de desarrollo nacional. Así, es común oír, aún en sectores populares, que “la emisión genera inflación”, que “los aumentos de salarios son la causa de la inflación”, que “hay que eliminar el déficit fiscal”, que “el valor del peso está dado por el respaldo de las reservas internacionales”, que “los controles de cambio son una confiscación”, que “los pobres son pobres porque son vagos”, etc.
Es fundamental, entonces, emprender una verdadera batalla cultural de educación popular en economía, desarticulando la extensa trama de sentidos comunes neoliberales que no hacen más que promover el apoyo a políticas de pauperización y especulación. En este sentido, no alcanza con implementar políticas que mejoren las condiciones materiales de vida de la población, sino que también hay que comunicar efectivamente por qué es importante la emisión monetaria y el gasto público—que puede requerir un déficit fiscal—, los controles de cambio, cuáles son las causas de la inflación, cuál es el rol de las reservas y el tipo de cambio, y la importancia de un Estado que regule y oriente la actividad económica. La combinación de políticas orientadas al desarrollo con equidad y una comunicación efectiva pueden llevarnos a superar el péndulo histórico entre gobiernos popular redistributivos y gobiernos neoliberales, dejando estos últimos, de una vez, relegados al basurero de la historia.
*Economista, investigador docente del Área de Economía Política, Universidad Nacional de General Sarmiento. Twitter: @EconomiaPolUngs