Durante el año 2020, como consecuencia de la cuarentena derivada de la pandemia, apenas un poco más de la mitad de los trabajadores del país, que son los que están registrados (en blanco) recibieron casi un 50% de sus sueldos, y cerca de otro 25% del mismo en concepto del programa ATP; mientras que otros 9 millones de personas tuvieron el IFE para tratar de ayudarlos. Por lo tanto, algunos quedaron con cerca del 75% del sueldo que tenían hasta febrero del 2020, si bien los gastos siguieron su curso.

Los trabajadores argentinos siempre tratan de pagar el total de sus gastos y esta no fue la excepción. Mediante la cobertura del faltante de las tarjetas de crédito quedó como resultado que las familias argentinas poseen deudas por $ 150 MM con esos medios de pago. Si  bajamos al nivel familiar, cada una debe -en promedio- un nivel mayor al 60% de sus ingresos (sueldos o facturación), por lo cual, desde el momento que recuperen la totalidad del ingreso van a tardar mínimo entre 3 y 4 meses -restringiéndose en sus gastos- en recuperar los consumos que poseían antes de la cuarentena.  Para aquellos que no puedan cubrir sus deudas, el Estado nacional deberá dialogar con algunos bancos oficiales y privados para que entreguen préstamos personales a tasa nominal fija del 30% anual que brindaría una efectiva cercana al 36%, solo por el monto que adeuden de tarjetas de crédito, aliviando la tensión porque las familias tendrían un monto fijo a pagar entre 12 y 24 meses posibilitando un mayor nivel de consumo desde el momento de obtención de los mismos créditos. Con la realidad que poseíamos a marzo del 2020 con cerca al 20% de pérdida del poder adquisitivo de los salarios entre 2016 y 2019, estos créditos generarían un mayor nivel de consumo interno sin generar desbordes inflacionarios tal como dicen algunos difusores de la desgracia que en realidad poseen otro tipo de intereses personales/colectivos o promueven modelos económicos que nos llevaron al fracaso en los últimos 50 años de nuestra historia. 

La inflación estimada para el primer trimestre de este año, de acuerdo a lo planteado hasta ahora y las políticas establecidas por el gobierno en forma sistémica, estaría siendo alrededor del 6% total y salvo que se descontrole, la única variante que podría moverlo -como lo hizo en 2020 sumando 5% a la inflación total del año, es el combustible-, se encontraría en el orden del 27-30% anual reduciéndose en un principio 5% a la del 2020.  Hablamos de la palabra “sistémica” porque debemos analizar la economía como parte de la sociedad y de un todo no solamente de variables económicas sino también sociales. Obviamente, con lo enunciado anteriormente, los sueldos no traerán una suba inflacionaria catastrófica como muchos proyectan, sino que aumentarán el consumo interno y por ende de la producción con un costo $0 de inversión puesto que todavía poseemos casi un 40% de capacidad ociosa en nuestro país.

* Economista y tributarista. Twitter: @fabian700