Pasará algún tiempo más hasta que la pandemia deje de ser una variable de análisis a la hora de proyectar planes de desarrollo económico. Lo cierto es que hoy arroja un giro que sería imprudente catalogar como inesperado, pero ciertamente está alejado del ideal. La curva ascendente que dibujan los casos positivos de COVID-19 en el país nos pone ante la urgencia de redefinir políticas preventivas y resignificar el rol de los actores involucrados.

Puede sonar alarmista - y no por ello perder su valor de verdad - pero si forzáramos la situación hasta un nuevo aislamiento obligatorio, entonces podríamos empezar a hablar de la destrucción total del entramado productivo nacional. Como consecuencia de esto, se agudizaría un proceso de concentración económica que no haría más que seguir atentando contra el poder adquisitivo de las clases populares y medias. Atravesado, desde ya, por un alza en el desempleo.

En un mundo que nos brinda la posibilidad de repensar nuestras relaciones, donde se revalorice lo humano y la solidaridad pueda ser un principio rector, cambiando la manera de distribución equitativa donde la pequeña y mediana empresa deba ser considerada una variable fundamental, como sujeto social y económico. De esta forma se generará una matriz de producción que mejor represente ese nuevo espíritu de época.

A esto nos referimos cuando hablamos de la importancia de las pequeñas y medianas empresas en el sostenimiento del entramado productivo, económico y social. Y es en esta perspectiva que debemos pensar, en profundidad y con detenimiento, a las PYMEs como actores fundamentales para contener esta situación. Es necesario actualizar todos nuestros protocolos sanitarios para garantizar y priorizar la salud de nuestros trabajadores. Debemos enviar un mensaje claro que resista ante la embestida de aquellos que solamente aspiran al fracaso de un modelo económico de crecimiento con inclusión social.

No podemos relajarnos y esperar que las soluciones solo provengan del Gobierno Nacional. No podemos aguardar a que los fondos destinados al fomento, desarrollo y tecnificación de la producción nacional se conviertan solo en paquetes de asistencia. Ya no contamos con el desconocimiento como excusa para la inacción. Tenemos la responsabilidad de planificar y diseñar un escenario superador en relación al último año. Nos debe movilizar una pulsión de supervivencia. Porque en el futuro de nuestras PYMEs no solamente se pone en juego la riqueza de nuestro país, sino que además están expectantes las vidas de los trabajadores argentinos.

*Empresario Pyme Textil. Referente CAME Unida | Twitter: @MauroGonzalezAr