A los artistas los define tanto su producción como su personalidad, pero también el camino realizado. Y el de Cristian Palomo en el mundo de la danza comenzó hace mucho, cuando compartía sin querer los temas de folclore que su padre escuchaba y que años más tarde en la escuela empezaría a bailarlos, para luego cantarlos en las peñas más cercanas; hasta que conoció el tango y todo lo demás se transformó en entrañable recuerdo.

Su primer abrazo a la milonga fue hace cuatro años en los tiempos donde conoció a Melisa Sacchi su pareja de baile, con la que generó una conexión que se ve intacta y que los llevó a ganar el Metropolitano y el subcampeonato mundial el año pasado en la antesala de lo que fue su consagración semanas atrás en una performance sentida y prolija, que se corroboró en la emoción desatada cuando el fallo del jurado los dejó en el primer lugar.

Con Meli venimos trabajando hace cuatro años todos los días muy fuerte y yo con un abrazo sé cuando está triste, cuando está alegre, cuando quiere bailar, cuando no quiere bailar. Hay una energía continua. Si los dos nos abrazamos es porque tenemos ganas de bailar, ya hay un deseo; sumado a la complicidad que tiene ese abrazo; a la magia y el encanto que tiene el tango que genera un ambiente , exterioriza Cristian.

Admira los bailarines con mucha presencia como Juan Corvalán y Juan Pablo Horvath de Forever Tango, a los artistas que dejan el alma en lo que hacen su interpretación, como  Adrián Guida en la orquesta de Pugliese y Carlos Gari de la de Leopoldo Federico. Y pensado en otros se define él, él y su pareja, que al aparecer han sabido tomar estas cualidades de las que habla, o tal vez solo, desarrollarlas.

Y esas actitudes los ha llevado a que el tango sea una pasión, un entretenimiento, y un medio de vida que se resume en distintas presentaciones y participaciones estables, aquí y en el exterior, que desde ahora ampliarán  a niveles superiores. De hecho ya piensan en terminar los tres últimos meses del año en Asia y en empezar los tres primeros del siguiente en Europa, cuestiones que dejaron de ser proyectos y se transformaron en realidad.

Si bien Cristian sostiene que si uno vive de lo que le gusta, no es trabajar; reconoce que tanto empezar como mantenerse en el sendero artístico es complejo y que naturalmente termina siendo el exterior el lugar para muchos maestros y para todos los profesionales con aspiraciones y ansias de tranquilidad económica, algunos van y vienen y otros se instalan por un periodo indefinido.

Argentina es la capital mundial del tango, donde países de todo el mundo vienen a competir y acá pocos lo saben. En otros países un festival lleva más de dos mil personas. No hay prensa de todo lo que pasa para que el común de la gente se entere. Al tango la cultura no le da bolilla. Hay muchas casas de tango que están conectadas con las agencias de turismo para poder subsistir y otras van cerrando.

El fanatismo de los extranjeros supera al de los Argentinos corrobora Cristian a partir del cálido contacto que recibió en este tiempo de competiciones y define Buenos Aires tiene su encanto, tiene su magia, pararse en un cafecito y mirar por la ventana mientras hablas de fútbol. Todo es tango en Buenos Aires, pero se está perdiendo porque no hay apoyo a esta cultura. Veo pobre y mal al tango por estos tiempos en Argentina.

A pesar de todo, si bien la idea de dedicarse al baile siempre estuvo presente, su primer contacto con el  tango le voló la cabeza y empezó a preparase tomando clases y metiéndose en el circuito milonguero, reemplazando cada vez más horas en su lubricentro que al poco tiempo decidió cerrar porque no era feliz ahí y si lo sería bailando no había tenido la valentía de jugarme, pero dije lo hago ahora o nunca.