Atlético de Madrid es uno de los equipos de fútbol con más relevancia a nivel Mundial. Es comandado por Diego Simeone y su cuerpo técnico argentino, entre los que figura Nelson Vivas, quien conversó con Diagonales en el viejo continente.

Fiel a su estilo, analítico a la hora de hablar de diversos temas, el oriundo de San Nicolás relató su infancia, narró los comienzos en el fútbol que lo llevó a ser unos de los pilares de la Selección Nacional y comentó los inicios como entrenador donde detalló por qué dejó de trabajar como cabeza de grupo.

Además, habló y aclaró su salida de Estudiantes de La Plata; y opinó sobre la actualidad del fútbol argentino.

También, a miles de kilómetros de distancia, manifestó cómo ve la situación política, económica y social de la República Argentina, lugar que extraña todos los días de su rutina.

¿Cómo te encontras hoy?

-La verdad que bien, pero no más. La verdad que siempre tengo una forma de pensar que ya el solo hecho de levantarme y abrir los ojos, siento que es algo que tengo que agradecer. Y más allá de que siempre haya cosas que faltan, siento que estoy bien. Pero lejos de mi país y habiendo tomado una decisión que fue venirme. La distancia de la familia trasciende lo laboral y la verdad que hace ruido.

"El solo hecho de levantarme y abrir los ojos, siento que es algo que tengo que agradecer". 

¿Cómo fue tu infancia?

-Yo tuve una infancia feliz. Una familia de clase media, un papá operario de una fábrica con un oficio, él era soldador. Y todos los recuerdos lindos, pero que tienen que ver con lo justo que llegábamos a tener todo lo que necesitábamos y deseábamos. Mi viejo laburaba muchas horas en la fábrica. Nos brindaron absolutamente todo a mí y a mi hermana. No puedo decir que nunca nos faltó nada, pero sí tengo un montón de recuerdos como el de poder tomarme un Torpedo de Frigor, que en aquél momento solo había de frutilla en el recreo era algo que no pasaba nunca. Miraba cómo se lo tomaba otro. O poder apostar a alguna figurita del sobre que podía comprarme alguna vez era mucho dolor. Después la heladera llena los primeros días de la quincena y más pelada a medida que la quincena iba transcurriendo. Que mi vieja me corra por la calle sin pavimentar para ir al colegio porque yo no quería ir por no tener cinco mangos para gastarme en el recreo.  Ha evolucionado todo tanto que es muy difícil que mis  hijos hoy lo entiendan porque casi no existen.

¿Cuándo el fútbol se convierte en clave? 

-Clave creo que a los 16 años. Ahí ya sentí que era lo que quería hacer, pero arrancó temprano. A los 6 años con mis viejos acompañándome al baby todos los domingos. En San Nicolás era esperar el domingo y rezar que no llueva, y se iba haciendo una camaradería alrededor de los chicos y a través de la familia que era pasarnos un  domingo entero cada uno en su categoría, pero una familia enorme. Pero a los 16 yo ya sentía que estudiar en un terciario ya era una segunda opción, yo quería hacerme un futuro jugando en primera división.

¿Tuviste que vivir algún momento duro en tu adolescencia?

-Respecto de lo que fue mi profesión creo que lo más duro que me tocó pasar fue intentar a través de una prueba formar parte de un  equipo que se fuera negando. A medida que el tiempo pasaba veía que las  posibilidades de concretar mi sueño de ser jugador profesional era cada vez más  chica. Fui a Newell’s, a Central, a Independiente, a Estudiantes también antes de Quilmes y todas me negaron el poder acceder. Desde ese lado sentía que se desvanecía. Es más después de pasar por Estudiantes le dije a mi viejo que iba a estudiar porque con ya casi 21 años, fue el último intento que hice. Y a los diez días me llamaron de Quilmes. Hice la prueba tan liberado al saber que después de la prueba iba a empezar a estudiar, que el liberarme del saber que tenía que rendir una prueba, me hizo rendir mucho más de lo normal.

"Lo más duro fue a través de pruebas intentar formar parte de un equipo y que se fuera negando". 

¿Quién fue la persona que para vos fue bisagra en tu carrera?

-Yo creo que Rubén Pagnanini fue esa persona en mi vida.  Obviamente que hay distintos momentos. Podría decir Hugo García, ahora fallecido, porque fue él el que aprobó mi contratación en Quilmes. Pero siento que Rubén fue técnico mío en primera división, él me lleva a Bahía Blanca y todas mis inferiores la hice de volante central y él me puso de lateral. Veía que por mi temperamento me expulsaban mucho y que había mucho más roce y decidió ponerme en esa posición. Ahora viendo que fue la posición en la que más jugué y que fue la mía siempre, ese momento lo provocó él.

¿Te costó mucho irte de San Nicolás?

-No, para nada. Tenía 18 años cuando nos fuimos a Bahía Blanca. Me fui decidido. Toda mi carrera, cada decisión que tomé fue completamente decidida. Obviamente que estando lejos uno siempre añora cosas que tienen que ver con el desarraigo, pero nunca me costó irme de San Nicolás, ni del país todas las otras veces que me tocó salir. 

"En mi carrera cada decisión que tomé fue con seguridad". 

¿Cómo analizas tu carrera futbolística?

-Desde lo personal yo siento que logré lo que me había propuesto. A mí me pasaron cosas que yo creo que no muchos saben. Yo estuve a punto de dejar a punto de empezar. Y con 21 años me contrataron, jugué en Quilmes tres años. La verdad que el valor de la inconsciencia porque yo nunca  tomé conciencia que si no tenía un buen desempeño después la opción de pase no iba a ser utilizada y me iba a tener que volver a San Nicolás. Yo era jugador de primera y con eso era feliz. Y esa inconsciencia creo que hizo que mi rendimiento fuera superlativo. Y lo mejor que he hecho jugando fue en Quilmes, lo digo siempre y estoy  convencido. Después de eso me compra Boca y me convoca Passarella para la selección nacional. Imaginate lo que era mi cabeza al ver esa situación de convivir en el vestuario de Boca y frente a la opinión general de todo el hincha futbolero, siendo juzgado por lo que uno hace en la selección. Yo ahí tomé conciencia de donde estaba y que había que colmar las expectativas. La toma de esa conciencia hizo que el miedo y las dudas me conduzcan a un montón de errores que no había tenido en mi etapa de inconsciencia. Poco a poco entré en algo en que cada crítica me dañaba y mi rendimiento nunca fue aquél que conseguí en Quilmes.

"A mí me pasaron cosas que yo creo no muchos saben". 

¿Qué es eso que te pasó y no todos saben?

-Yo pienso que es adquirir la experiencia de cómo saber sobrellevar distintos momentos. La crítica  periodística muchas veces es despiadada. Despiadada al tono de burlona, en muchos casos. No solo conmigo, lo veo en general que sigue pasando. Y detrás de cada crítica  escrita o cada insulto en un estadio hay una persona que es un individuo y es al que va direccionado. Cuando el direccionado escucha el insulto o lee la crítica le pasa un montón de cosas, hasta que se adquiere la experiencia de una cáscara tan gruesa que aprendés a convivir con eso también.

"La crítica periodística muchas veces es despiadada". 

En su momento en los diarios salía un puntaje y una crítica de tu desempeño. Y eso se sufría. Yo me acuerdo llegar a la cancha de Boca y correr del colectivo la ventana que era una cortina para no ver nada. Porque por más liviano que fuera yo sabía que un insulto me condicionaba para lo que tenía que hacer. Después el tiempo desarrolló en mí un sentido protectivo y aprendí a convivir un poco con eso. Y logré salir de eso que me pasaba,  abstraerme y levantar mi rendimiento.

"En su momento el puntaje del diario o la crítica a tu desempeño se sufría". 

Decidís dejar de jugar al fútbol y comenzar a trabajar como técnico, ¿cómo fue ese proceso?

-Se fue dando, como todo en mi vida. Sin planificar demasiado. Sí estaba el deseo y detrás del deseo las cosas se fueron concretando como dicen que funciona la ley de atracción. Hoy rebobinando y viéndome como jugador siempre decía que no iba a ser entrenador, porque uno cuando es jugador de fútbol más allá de todo lo lindo, uno resigna muchas cosas. Yo no fui a un cumpleaños de quince, las noches de los sábados prácticamente no existieron en mi vida, los casamientos de los amigos, el estar lejos de la familia, el concentrar un 31 de diciembre porque jugaba en Inglaterra, entonces siempre anhelando el poder  disponer de tiempo. Siempre pensando “vamos adelante con la carrera y después los fines de semana para mí”. Asociando el poder entrenar es volver a lo mismo, a resignar los fines de semana. Pero cuando el Cholo (Simeone) me invitó a participar ya había pasado un tiempo de dejar de jugar y la perspectiva era distinta. Ya te encontras con que es difícil encontrar algo que te llena plenamente, y la verdad que lo hice y nos fue bien en Estudiantes, en una etapa en River y ya te sentís con que esto es lo tuyo.

Más allá de tu experiencia, nosotros los argentinos ¿vivimos el fútbol como una guerra?

-Yo creo que en algunos momentos sí. No sé si el título o el rótulo es como una guerra. Pienso que el análisis haciéndolo más amplio tiene que ver con una gran ignorancia cultural hacia donde lamentablemente vamos yendo. Pero el contexto excede solamente lo futbolístico. Esto que pasó en el segundo partido del River-Boca creo que es una gran metáfora de lo que hoy es nuestro país. Si queres podes decir “bueno en el fútbol que mal ejemplo dimos, teníamos la posibilidad de hacer las cosas bien a los ojos del mundo”. Pero la verdad es lo que nos pasa en absolutamente todo y es lamentable, pero no solo desde lo futbolístico.  Es lamentable que más allá de la camiseta política que cada uno tenga –que yo no la tengo- no sé yo desde que tengo uso de razón  desde mis trece años que terminaba el proceso militar y empezamos a vivir en democracia, uno siempre tiene la esperanza de que aquél que elegimos tenga la intención, los medios y la capacidad de generar un país en que todos podamos vivir dignamente. 

"Lo que pasó en el segundo partido del River-Boca es una gran metáfora de lo que hoy es nuestro país".

Y la verdad es que vemos cómo a pesar de la riqueza de nuestro país cíclicamente cada cierta cantidad de tiempo, la pasamos realmente mal. Yo vivo en el sur de la provincia de Buenos Aires y las condiciones en las que uno ve a la gente son realmente paupérrima y es la realidad del país.  Y uno piensa que quizás –desgraciadamente y desconfiando- el plan sea ese de quienes nos gobiernan. Que  mientras más ignorantes más fácil de gobernar. Si lo queres teletransportar y comparar con el fútbol es lo que nos pasa. Ojalá esto pueda cambiar. El argentino siento que se conforma con poco y no hace falta mucho para que podamos vivir mejor. Pero la sociedad está absolutamente enferma, y la verdadera crisis termina siendo de percepción  porque nadie se va a llevar nada del paso por  nuestra vida y la ambición desmedida de todos y el egoísmo hace que vivamos como vivimos. Salís afuera y ves cómo se vive, con problemas también, pero ves que se puede vivir de manera segura, que se puede aun trabajando irse de vacaciones, poder  disponer de una jubilación digna, el cuidado en la salud, las prioridades básicas satisfechas sin aspirar a demasiado, la verdad que da pena nuestro país.

"El argentino siento que se conforma con poco". 

¿Cómo ves a la Argentina hoy desde lejos y cómo la vive tu familia que se quedó en el país?  

-Uno no puede evitar la comparación y el deseo mezclado con enojo porque estamos tan lejos de poder vivir así. Yo pienso que los que podemos mirar y observar somos aquellos que somos de allá. Al resto creo que poco le importa y hay un desconocimiento de nuestra realidad. A mí siempre me pasó que a pesar reconozco que afuera hay una calidad de vida mucho más alta, no puedo evitar el estar siempre deseando el querer volver. Me pasó ya casi en el retiro estando en Italia que decidí volver, me pasó cuando el Cholo se vino a Italia el no querer irme, y hoy que estoy acá la verdad es que extraño tanto mis cosas, el poder ir a pescar, poder cenar con mis amigos, el poder disfrutar el tiempo que les quede a mis padres, el poder ver a mi mujer que está allá, o sea quiero volver. Y eso tiene también nuestro país. El desarraigo cuesta a pesar que siendo críticos uno ve que se podría vivir mejor. 

Luego de la derrota con Pacifico se dio tu salida de Estudiantes y se habló hasta que los jugadores fueron para atrás. ¿Cómo fue?

-Yo nunca dudé de los jugadores. Sí creo que después del tiempo que habíamos conducido, más de un año, se va generando como cierto desgaste pero no con los jugadores. Sí en el día hay opiniones cruzadas, yo creo que Estudiantes tiene una historia muy grande y creo que desde la llegada de Sebastián (Verón) para acá una historia reciente, en donde la vara se puso muy alta. Entonces quieras o no el paladar, el hincha adquiere una exigencia de protagonismo producto de todo lo que se consigue que hace que muchas veces la percepción de la realidad te confunda. Yo miraba nuestro proceso del lado de todo lo que habíamos hecho.

"Un país rico por donde lo veas que no hace más que despilfarrar su potencial y en lo futbolístico pasa lo mismo".

Mi salida en aquél momento me pareció injusta y me dolió. A mí me parece que sacando todo el proceso ganador de Estudiantes anterior a nosotros y yendo al nuestro, vos tenías un entrenador que venía de la reserva sin experiencia dirigiendo al que de alguna manera habías apostado porque seguramente o la disponibilidad en el mercado de entrenadores con más experiencia no te permitía contratarlos o tus recursos no eran los suficientes. Entonces apostas a alguien. Con esa apuesta consigue cosas importantes. Volver a meterse en una Copa Libertadores, estar peleando por una clasificación a otra copa, la promoción y valorización de jugadores del club. Y que no eran solamente resultados sino que había una búsqueda de un modelo que represente y alcance a formar una identidad futbolística y ser protagonista. Pero hay que entender que gana solamente uno, y que por lo general se pierde mucho más de lo que se gana. Después me dolió la salida, pero no por lo injusto sino por lo que pasó después. Cuando yo me fui faltaban tres partidos para volver a meterse y por suerte se logró, porque con el Chino ganaron los tres partidos, pero pasó lo de Lucas y toda esa división que no fue lo que a mí me enseñaron en Estudiantes. En Estudiantes me enseñaron que era una familia y tras mi salida con la llegada de Lucas se armó un lío que Estudiantes no estaba priorizando el objetivo que era meternos nuevamente en la Copa Libertadores. Yo me acuerdo que salí a hablar emocionado, estaba en San Nicolás para salir a hablar de esto que era lo que me dolía. Un club estable, donde por lo general lo que pasa queda adentro, prendido fuego de alguna manera por lo que en ese momento se entendió que había que defender. Después con Sebastián (Verón) yo sigo teniendo una buena relación.

"Me hubiera gustado poder disfrutar más de mi carrera". 

¿Te molestó que tenías apalabrado seguir y después no se cumplió?

-Si, por supuesto. Pero son cosas que pasan en el fútbol.

¿Por qué crees que la selección argentina nunca puede llegar a desarrollar el potencial que creemos los argentinos que tiene?

-Con la selección pasa lo mismo que en el país. Un país rico por donde lo veas que no hace más que despilfarrar su potencial y en lo futbolístico pasa lo mismo. Un país lleno de talentos que la estructura del fútbol no le da lugar.

Lo tenes al lado tuyo y en la Argentina se lo pide a gritos. ¿Por todo esto Simeone decide no ir a la selección?

-No puedo hablar por él. No hemos hablado de la selección nunca. Yo lo que creo es que él todavía es joven para transitar como entrenador muchas otras experiencias. Quizá la selección lo encuentre en algún momento más grande. Y eso suponiendo que esté todo bien dentro de nuestro juego y nuestro fútbol.

¿De qué te arrepentís?

-Siento que me hubiera gustado poder disfrutar más de mi carrera. Pienso que esa conciencia de la que hablamos por querer hacer las cosas bien y de pensar sobre aquello que podía pasar si las hacía mal, me inhibió. Después cada uno de los errores que cometí fueron o por impulsivo o por inmaduro, pero nunca con el afán de hacer nada con doble sentido ni con hacer daño.