El gobierno de Venezuela está cada vez más solo en la región. La declaración de los países del Grupo Lima, conformado por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, rechazó la convocatoria de Maduro a elecciones presidenciales para el 22 de abril, considerada por la comunidad internacional como ilegítima, ya que no cuenta con el respaldo de la oposición local.  

Además, los países del Grupo Lima instaron a Venezuela a presentar un nuevo calendario electoral, en coincidencia con una de las exigencias de la oposición de ese país, encabezada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Asimismo, desde el gobierno peruano declararon que la presencia de Nicolás Maduro no será “bienvenida” en la próxima Cumbre de las Américas, que se realizará en Lima en abril.

De todos modos, el rechazo al anuncio del presidente venezolano no cuenta con el acompañamiento de todos los países de la región. Evo Morales, por ejemplo, expresó a través de su cuenta de twitter que “por orden de Trump, el Grupo de Lima, con 12 de 35 países, que forman Cumbre de las Américas, viola principio de no intervención y atenta contra Venezuela al cancelar invitación al hermano Presidente Maduro. Rechazamos que países de la región se presten a plan golpista de EEUU.”

Sin embargo, más allá del respaldo de Evo Morales, Venezuela hace tiempo que convive con la presión internacional. El propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó el año pasado: "tenemos muchas opciones respecto a Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesaria". A pesar de la imprevisibilidad que hoy caracteriza la estrategia en materia de política internacional del líder norteamericano, estas declaraciones representan un antecedente importante, que impactan internamente y que deben ser tenidas en cuenta de cara a cualquier decisión que tome el gobierno de Maduro. 

La situación de crisis institucional y económica de Venezuela impacta, además, en otros países de la región, como Colombia. El vínculo entre ambos gobiernos se convirtió en uno de los temas de la agenda electoral colombiana, que en marzo afrontará una elección legislativa y en mayo deberá elegir el sucesor del actual presidente Juan Manuel Santos.  En este contexto, el tema que toma mayor trascendencia es la emergencia migratoria, que aumenta la tensión interna en un país cuyo eje de discusión más importante ronda en torno a la aplicación de los acuerdos con las FARC.

Lo cierto es que, si bien el oficialismo venezolano anunció la fecha de las elecciones presidenciales, el accionar internacional –y principalmente el posicionamiento de los países líderes de la región- generan incertidumbre en cuanto al futuro político de Venezuela. Responsables de la actual situación de Venezuela sobran. En los hechos, el país se encuentra atravesado hace tiempo por la violencia civil, donde oficialismo y oposición se riñen, ya no a nivel parlamentario, sino en las calles. En este contexto, quien realmente pierde, es el pueblo venezolano.