A pesar de la negativa de Donald Trump de asumir la derrota en las elecciones presidenciales, a esta altura ya se puede afirmar que Joe Biden será el presidente de Estados Unidos desde el próximo 20 de enero al mediodía. Así lo reconoció la mayor parte del mundo. En este sentido, conviene preguntarse ¿Qué puede cambiar para Argentina con Joe Biden como presidente?

Para empezar a encontrar respuestas a este interrogante debemos partir de una premisa fundamental: hay que saber diferenciar aquellas cuestiones de forma y coyunturales de aquellas que son estructurales. Las primeras están más sujetas a que haya cambios notables de una presidencia a otra, mientras que no sucedería lo mismo con las estructurales.

Empecemos por las cuestiones de forma. Si miramos el perfil de Joe Biden hasta acá (y su comportamiento durante la campaña), podemos afirmar que su política exterior tendrá un discurso menos confrontativo; algo que de entrada marcará un cambio con respecto al polémico perfil que tiene el actual presidente Donald Trump.

Que del lado estadounidense haya un perfil más institucional indica mejores posibilidades de mantener un marco de “buenas relaciones” entre ambos países. Un escenario que de algún modo estaría en consonancia con la estrategia que tiene el gobierno de Alberto Fernández de mantener vínculos internacionales en el marco de la institucionalidad.

Basta observar lo dicho por el propio ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, quien recientemente aseguró en una entrevista radial que "Es absurdo imponer ideología en la relación con cualquier país, sobre todo con los Estados Unidos" y planteó la necesidad de “tener la mejor relación posible” con el país norteamericano.

Dicho esto, es importante identificar los intereses argentinos en su vínculo con EEUU. Sin dudas, la negociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es el principal interés argentino en el corto plazo. El apoyo del gobierno estadounidense es fundamental debido a que es el país que más cuota de votación tiene en el FMI.

Además, en un mediano plazo se piensa en un marco de buenas relaciones bilaterales que den lugar a avances en materia comercial y de inversiones. No olvidemos que EEUU es la principal fuente de inversiones extranjeras directas (IED) en Argentina y ocupa los primeros lugares en el vínculo comercial (tercer socio comercial según el último informe del Indec).

A modo de ejemplo se puede observar lo que sucede con el biodiesel argentino, fuente importante de exportación argentina hacia EEUU, y que desde 2018 enfrenta altos aranceles por parte del gobierno norteamericano. Por ello, generar avances en este tema sería un gran logro para el gobierno argentino.

En este punto es importante considerar que el tema comercial y de inversiones fue mencionado por el propio Biden como un tema de interés en el vínculo hacia la región y es desde hace tiempo una variable importante debido a que es un área de competencia con China, que hace rato le viene ganando la pulseada comercial y financiera en América Latina. No obstante, lo único mencionado hasta ahora por Biden para la región deja afuera a Argentina, ya que refiere a un paquete de ayuda de 400 millones de dólares para Centroamérica.

Como advertimos al principio de la nota, no debemos perder de vista el rol que en este vínculo tendrán las cuestiones estructurales, y que, como dijimos al principio, difícilmente cambien de un gobierno a otro. O mejor dicho, de Trump a Biden.

Es importante ser conscientes de que la relación entre ambos países tradicionalmente tuvo una menor intensidad en comparación a otros casos de la región. Esto se debió principalmente a la distancia geográfica y a la poca complementariedad que existe entre ambas economías.

Además, América Latina tuvo (y tiene) en estos primeros 20 años del Siglo XXI una pérdida de relevancia para EEUU, lo cual se expresa en su política exterior. A esto debemos sumar que temas como el de seguridad, que atrajo el interés del país hacia la región, no involucran a Argentina. Por ello, podemos afirmar que nuestro país no ocupa los primeros lugares en los intereses de EEUU.

Por ello, más allá de las particularidades del vínculo bilateral y de lo que pueda suceder a partir de enero de 2021, es importante tener presente que Estados Unidos seguirá siendo Estados Unidos. Sin dudas habrá cambios de estilo, que se verán en el discurso explícito y en la forma de relacionarse con los países de la región (entre ellos Argentina), pero no deberían esperarse cambios sustanciales que modifiquen la estructura del vínculo bilateral con Argentina.

En este sentido, más que el vínculo bilateral con EEUU, para el gobierno de Fernández será vital seguir de cerca cómo evolucione la variable sistémica (el mundo) durante lo que será la administración Biden. En ella se marcaran las posibilidades o restricciones que Argentina pueda encontrar en los próximos años.