América del Sur con la creación del PROSUR: de un lado al otro
Las sílabas refieren al Foro para el Progreso de América del Sur, el cual pretende nacer como el reemplazante de lo que en 2008 se fundó como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)
La creación del Foro para el Progreso de América del Sur (desde ahora PROSUR) –que había sido anunciada por Iván Duque el 14 de enero- se llevó a cabo el 22 de marzo en Santiago de Chile, donde se institucionalizó la nueva instancia internacional cuyo objetivo es ser la alternativa a la Unasur.
En este sentido, el PROSUR- que está integrado por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay y Guyana- se inserta en el escenario regional como el símbolo de una nueva época, la cual pretende dejar atrás todo vestigio de lo que a principios del Siglo XXI se conoció como el “giro a la izquierda”.
Quizás el mejor ejemplo de esto sea la decisión de dejar afuera a Venezuela, bajo el supuesto de que el actual Gobierno no ostenta los requisitos esenciales para participar del mismo. En su lugar–paradójicamente– se invita a participar al autoproclamado “presidente” interino de Venezuela, Juan Guaidó (quien finalmente no fue a la cumbre).
Además, la iniciativa PROSUR se erige bajo el presupuesto de la “infectividad” de la UNASUR para continuar siendo espacio de diálogo en la región, pero en su lugar no se propone ningún mecanismo que pueda garantizar este objetivo de dialogo por parte del grupo de países que lideran la nueva propuesta.
Por lo tanto, se observa que la creación de PROSUR se restringe a la imagen de un reordenamiento geopolítico en la región, el cual se viene dando en los últimos 5 años de forma sistemática y continuada. No obstante, esta nueva iniciativa, más que aportar nuevas luces a América del Sur, instala una mayor crisis de institucionalidad internacional en la región.
A esto se suma el hecho de que los presidentes de cada uno de estos países que lideran la iniciativa PROSUR tienen altos niveles de desaprobación. Aquí algunos ejemplos:
· Mauricio Macri posee, según Poliarquía un 64% de desaprobación por parte de la población. Número que se agranda aún más si se observa el estudio de Gustavo Córdoba y Asociados, que arroja un 69% de desaprobación.
· Sebastián Piñera en Chile, según CADEM, posee un 48% de desaprobación.
· Lenin Moreno en Ecuador, según CEDATOS, posee un 61,7% de desaprobación.
Quizás la única excepción a esta regla sea el caso de Bolsonaro en Brasil, quien, de todos modos presenta un porcentaje de desaprobación que, desde su asunción en enero, se encuentra en suba, principalmente luego de las medidas adoptadas durante el mes de marzo.
Dicho esto, la iniciativa PROSUR muestra dos grandes debilidades: si se la mira hacia la región deja afuera a actores como son Uruguay y Bolivia (además de carecer de un mecanismo que la institucionalice); hacia dentro, los principales presidentes que la impulsan son al mismo tiempo quienes mayores niveles de desaprobación cuentan en sus países.
Si bien no estuvieron representados por sus presidentes, Bolivia, Surinam y Uruguay participaron como observadores en las conversaciones que dieron lugar a la Declaración, aunque se abstuvieron de rubricar el acta. Al respecto, el vicecanciller de Uruguay, Ariel Bergamino mencionó: “no concebimos ningún ámbito de integración con exclusiones de ningún tipo; un ámbito de integración con exclusiones no integra, es contrario a su propia naturaleza”.
En efecto, si el PROSUR pretende ir más allá de un número de cumbres presidenciales, deberá hacer un esfuerzo enorme para incluir a los países que se abstuvieron de firmar el documento inicial.
En lo que refiere al futuro, los siete presidentes que integran esta nueva iniciativa ordenaron a sus cancilleres iniciar una ronda de consultas para dar forma a ese foro de América del Sur que Piñera presidirá pro tempore por doce meses.