Finalizadas unas elecciones en las que se contó con la participación del 74% del padrón electoral italiano, tres grandes escenarios se plasman en el panorama político del país. ¿La centro-izquierda como la gran perdedora?

En primer lugar, se presenta la alianza derechista Liga Norte, la cual obtuvo un 37% de los votos y se convierte en el principal bloque parlamentario. De todos modos, hacia dentro de la coalición se presenta una derrota, la de Silvio Berlusconi, quien obtuvo menor cantidad de votos que el líder de la Liga, Matteo Salvini.

En segundo lugar, con un 32% de votos obtenidos se posiciona el partido anti sistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S), liderado por Luigi Di Maio, quien se presentó a sí mismo como “vencedor absoluto”.

El tercer escenario es el del Partido Democrático (PD) de centro-izquierda, el cual obtuvo un 18,72%, quedando de ese modo lejos de la disputa por la conformación del próximo gobierno italiano. En este punto, los resultados obtenidos han marcado una crisis hacia dentro del PD, lo cual llevó a la renuncia de Mateo Renzi como secretario del partido.

Los números hablan por sí solos. Una izquierda desplazada y una derecha que avanza en Italia. Un reflejo de la coyuntura que atraviesa el país en los últimos años, donde no sólo se observan dificultades en el plano económico sino también en el desgastado vínculo entre ciudadanos y clase política.

En este sentido, es importante observar el avance del Movimiento Cinco Estrellas, el cual se posicionó como el partido más votado, hecho preocupante para los sectores que apuestan por el mantenimiento de la Unión Europea debido a que este partido se presenta como la cara del euroesceptismo en Italia, es decir, como el sector de la sociedad que está en contra de la integración europea (véase Unión Europea) y en contra en líneas generales de toda lógica globalizadora.

Pensar en la existencia de un movimiento como el M5S toma aún más relevancia si se lo observa en sintonía con otros sucesos a nivel internacional que han marcado la agenda de los últimos años, tales como la victoria de Donald Trump en EEUU, el brexit en la Unión Europea, la casi victoria de Marine Le Pen en Francia, la victoria de Cambiemos en Argentina. Todos casos que muestran, entre otras cuestiones, el agotamiento de las tradicionales lógicas de hacer política y, junto con ellas, los tradicionales liderazgos políticos.

Dicho de otro modo, el posicionamiento del M5S como el partido que más votos obtuvo encarna la anti política italiana y el populismo más puro, surgiendo explícitamente como respuesta a la insuficiencia que la dirigencia política evidenció en los últimos años.

En este sentido, y considerando el funcionamiento del sistema político italiano, se plantea el interrogante en torno a cómo se puede llegar a formar el Poder Ejecutivo teniendo en cuenta que ninguno de los dos sectores de derecha alcanzó la mayoría suficiente para gobernar sola, realidad que, sin dudas, los obliga a negociar.

En este punto, es importante marcar que, en Italia, el Presidente de la República (actualmente es Sergio Mattarella) es quien nombra un Presidente del Consejo de Ministros (actualmente es Paolo Gentiloni) y los Ministros propuestos por este. El Gobierno así nombrado necesita la aprobación de las dos ramas del Parlamento. Allí es donde surge el dilema en relación a los últimos resultados electorales, debido a que, como se explicó anteriormente, ninguno posee la mayoría necesaria para formar gobierno sin recurrir a alianzas políticas.

Lo único cierto al día de hoy es que el 23 de marzo se llevará a cabo la sesión inaugural del Parlamento, donde se reúnen los nuevos representantes, los presidentes de ambas cámaras y los líderes de los grupos políticos. A partir de ahí se iniciará probablemente un período de negociación en pos de conformar el nuevo gobierno en Italia.

Le esperan tiempos de incertidumbre a Italia. Sin dudas, se está frente a unas semanas que no solo marcarán el devenir de Italia durante los próximos años, sino que también pueden influir enormemente en el futuro de una Unión Europea, la cual se encuentra sumamente cuestionada en el período posterior a lo que fue la crisis de 2008.