De entrada, la política exterior de Biden debería estar enmarcada en un estilo distinto al de Donald Trump, y, en efecto, mucho más cercano al que tuvo la presidencia de Barack Obama. Esto se traduce en un discurso menos confrontativo, que incluso ya se hizo visible en las palabras de asunción presidencial.

En la presentación, Biden dejó ver cuáles serán los principales temas de agenda para la política exterior de su gestión, donde el cambio climático tendrá un rol fundamental, junto a otros ejes como la paz, el progreso y la seguridad. Sobre esta base, se puede esperar que Estados Unidos pretenda recuperar un rol activo en la escena internacional, dando atención hacia el multilateralismo, que se dejó de lado durante la gestión Trump y que –hasta 2017- caracterizó a la política exterior norteamericana.

Sobre esta base, podemos empezar a pensar en cómo cambiará el vínculo entre América Latina y Estados Unidos durante la administración Biden, aunque primero debemos dejar en claro dos cuestiones: la primera, que desde hace tiempo América Latina no es una prioridad para EEUU; la segunda, que hoy es difícil pensar en una región latinoamericana como un todo con intereses comunes, y, por el contrario, lo que debemos observar son los vínculos bilaterales entre los países latinoamericanos y el gobierno estadounidense.

En este sentido, puede ocurrir que un tema de agenda como el cambio climático sea un eje clave en el vínculo lateral con un país como Colombia, pero al mismo tiempo genere roces con otro país como México, que hoy no muestra intenciones de cambiar su matriz energética.

Dicho esto, las repercusiones que puede generar esta nueva administración presidencial son diversas, aunque limitadas. Un eje clave a observar será el desempeño de EEUU en materia comercial y de inversiones frente a una China que hace rato le viene ganando la pulseada comercial y financiera en la región. En este sentido, el lugar clave donde se visibilizarán las intenciones de Biden es el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Sobre el tema inversiones ya hubo algunas señales durante la campaña. Esto debido a que Biden se mostró convencido de que el “hemisferio occidental tiene el potencial de ser seguro, democrático y próspero desde el norte de Canadá hasta el extremo sur de Chile”. Uno de los planes que propone es el de incentivar programas específicos en Centroamérica, donde aseguró que destinaría 750 millones de dólares para apoyar reformas en la región; otra promesa en sintonía con lo que se realizó durante la administración Obama hacia América Central.

Más allá de las tendencias generales de la política exterior que tendrá Biden hacia América Latina, resulta fundamental tener presente la importancia que tienen y tendrán las características principales que hacen a cada relación bilateral.

En este punto, vemos que cada uno de los ejes que hasta ahora esbozó Biden entre sus principales ejes de acción, se vinculan a grupos de países distintos. Si hablamos de seguridad, México y Colombia son los apuntados; mientras que si nos referimos a la estabilidad democrática, países como Bolivia y Venezuela son el foco de atención. En lo que hace a Argentina, sabemos bien que hoy las necesidades internas del país están vinculadas a conseguir el apoyo estadounidense en su negociación con el Fondo Monetario Internacional.

Por último, es importante tener presente que, a pesar de los nuevos rasgos que pueda traer Biden como presidente, Estados Unidos seguirá siendo Estados Unidos, y, en efecto, al menos a priori no deberían esperarse cambios sustanciales que modifiquen de base la estructura de vínculos en la región.

Lo que sí habrá serán cambios de forma, principalmente vinculados al discurso explícito y a la forma de relacionarse con los países de la región. En este sentido, es importante tener en cuenta que el 2021 será un año electoral en parte importante de América Latina (Argentina, Chile, México, Perú, entre otras), hecho que no es menor y que probablemente será una primera puesta a prueba de los lineamientos de Joe Biden en su política exterior latinoamericana.

Por lo dicho, hoy Biden tiene un desafío general y una fecha particular que lo pondrán a prueba. El desafío es reconstruir las relaciones hacia la región deterioradas durante la gestión Trump. La fecha, es la Cumbre de las Américas prevista para este año, que tendrá a EE.UU. como anfitrión.

*Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Actualmente se desempeña como analista internacional sobre América Latina para el sector privado y como asesor para el sector público en Argentina. Twitter: @FrancoLagorio