Clásicamente se señaló que la diplomacia de cualquier país tiene cuatro objetivos principales: representar, negociar, proteger y promover los intereses del Estado frente al escenario internacional. Estos objetivos siguen vigentes, pero se encuentran atravesados por una nueva variable: el entorno digital. ¿Cómo afecta esto a la política internacional?

En primer lugar, se debe considerar que la llegada de las redes sociales -principalmente de Twitter- se ha presentado como un foco de descentralización de la información, lo cual es posible a partir de la existencia de nuevos flujos de datos que se dan de usuario a usuario sin autoridad estatal o medio de comunicación de por medio.  

En este sentido, se debe observar la activa utilización que los ciudadanos de todas partes del mundo hacen de Twitter con el fin de promover campañas con fines políticos y sociales, las cuales, en muchos casos, tuvieron efectos claros sobre el sistema internacional.

Un claro ejemplo de esto se puede ver en relación a los sucesos de la Primavera árabe en 2011, sobre la cual el británico Tom Fletcher planteó la siguiente reflexión: “¿podríamos haber estado mejor preparados para la primavera árabe si hubiéramos descubierto a tiempo el hashtag #Tahrir?”.

En este punto, es vital considerar que, en la actualidad, alrededor del 45% de la población mundial tiene menos de 24 años. Teniendo en cuenta este dato, toma aún más relevancia el uso y entendimiento de las redes si se quiere influir o transmitir un mensaje a la población.

Considerando lo dicho anteriormente, se observa que la relevancia que actualmente poseen las principales redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter incorpora una nueva variable a las Relaciones Internacionales: la diplomacia digital.

En este sentido, la existencia de una diplomacia digital plantea a los ejecutores de política exterior la necesidad de aplicar correctamente las nuevas tecnologías, considerándolas como un nuevo instrumento de acción exterior. Esto no significa tuitear por el simple hecho de estar en sintonía con la actualidad tecnológica, sino que, por el contrario, significa diseñar una estrategia diplomática que incluya a las redes sociales como un nuevo campo de acción estratégica.