Con una participación del 61% de la ciudadanía, el sector encabezado por Nicolás Maduro se adjudicó el pasado Domingo la victoria en  17 de las 23 gobernaciones en disputa mientras que la oposición obtuvo triunfos en otras 5. Cabe mencionar que la elección tenía el fin de elegir a los gobernadores de los 23 Estados venezolanos.

Mientras el oficialismo destacó este hecho electoral como un éxito, la oposición – expresada en el partido Mesa de Unidad Democrática- denuncia el fraude y ya cuenta con lo que se podría considerar una Asamblea Nacional paralela como muestra de su rechazo a la actual gestión de Maduro.

En relación al posicionamiento de la comunidad internacional, ya se han manifestado declaraciones del Departamento de Estado de EEUU, de la OEA y de la UE en la misma línea que adoptó el sector opositor en el desconocimiento de los comicios y denuncia de fraude electoral. Así se expresó también el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien pidió este martes la convocatoria de elecciones generales supervisadas por observadores independientes e internacionales.

En términos analíticos, si bien se plantea un triunfo chavista, se debe destacar la importancia de las victorias obtenidas por Unidad Democrática, ya que los estados ganados (Táchira, Zulia, Mérida, Anzoátegui y la insular Nueva Esparta) son considerados estratégicos por 3 ejes principales: su ubicación geográfica, su potencialidad turística y, quizás lo más importante, el hecho de que son zonas petroleras.

Teniendo en cuenta la posición de no cooperación con el oficialismo que han adoptado desde los dirigentes de la oposición cabe preguntarse si el fraude denunciado sólo aplicará para los Estados donde el chavismo ganó, o si en verdad - en un esfuerzo por ser coherentes con su denuncia- la oposición renunciará a gobernar también los 5 Estados donde Maduro ya les reconoció el triunfo.

Es vital tener en cuenta que, en un contexto donde la violencia y las víctimas fatales se han transformado en moneda común para los venezolanos, esta elección presenta dos lecturas: mientras desde el oficialismo se la observa como un paso importante hacia la búsqueda del fortalecimiento democrático en el país, desde la oposición y sectores aliados se la rechaza por ser considerada como una farsa planteada por parte del oficialismo.

De todos modos, y de cara a los comicios presidenciales de 2018, será de gran importancia observar la evolución de la cuestión venezolana en consideración de cómo se vayan desarrollando las relaciones principalmente entre 3 sectores: el oficialismo, la oposición y la comunidad internacional.