Compartir la pareja de a ratos puede parecer una fantasía difícil de cumplir o tal vez, inadmisible; una cuestión que muy pocos se atreven a pensar y proponer.  Tiene sus orígenes en Europa y desde hace un tiempo, después de bajar por Estados Unidos y México se hizo una práctica habitual para muchos en Argentina, un estilo de vida dicen varios; en clubes o lugares particulares donde el goce pasa por ver o saber que la pareja está con otro/a.

Es un mundo cerrado, aunque hay clubes en la Capital Federal por ejemplo, a puertas abiertas para mayores que tienen habitués y atraen curiosos, a los que también se les permite participar de esos juegos o intercambios, siempre sujetos a códigos que se deben respetar. Pero la pregunta que Diagonales quiso responder es qué lleva a una pareja a querer un intercambio sexual consensuado, por ello entrevistó a la sexóloga Sandra Lustgarten.

Que comienza contando lo siguiente Básicamente lo que escucho en el consultorio, es que empieza a existir una baja del deseo sexual, un deseo sexual hipoactivo. En realidad, la pareja se manifiesta como descreída del deseo, muchos celos, fantasías de que alguno tiene amante. Entonces, a partir de estas situaciones, deciden un intercambio; aunque el hombre es más común que lo diga, porque la mujer lo utiliza mas como una fantasía sexual .

Sandra cuenta que el hombre es el que generalmente propone, pero que suele cohibirse en el intercambio, mientras que la mujer lo vive más relajada, y es quien suele elegir a la otra mujer. Intercambian sobre todo, en edades de entre 40 o 50, parejas con un tiempo largo de relación, que han perdido la pasión y tal vez, han atravesado muchas situaciones de celos, y que eligen también parejas de edad mediana para hacerlo.

"Si alguno de los dos falta a este contrato mutuo que hacen, es infidelidad. Podemos estar juntos en un trío, o con otra pareja, pero no podemos ninguno de los dos estar en una situación con otra pareja sino está el otro . La mujer se niega, hasta que llega un momento en donde dice yo prefiero que esté con alguien delante mío, y no que sea infiel y yo no sea parte de esa situación". 

Empiezan a experimentar, y se genera la incertidumbre de qué va a pasar después en la pareja, para lo cual Sandra cuenta que "Por ejemplo, a partir de experimentar esto se genera una suerte de confianza diferente entre ambos, una situación mucho mas armoniosa, como si tuviesen un secreto en común, como si estuviesen comprometidos en algo prohibido y que en realidad los unió más. Hicieron un pacto común de no traición en ciertos aspectos". 

"Ellos hablan en un cambio muy llamativo, muy significativo en esa relación, como si eso los hubiese realizado en una pareja mucho más consolidada, en donde hay un nivel superior de entendimiento entre los dos, con una autoestima mucho más elevada y como que pudieron crear un canal diferente con todo lo que tiene que ver con los celos, con la fantasía de infidelidad, con los rumores; que todo eso circule por otro lugar". 

Tratan de no enamorarse y van cambiando las parejas, incluso eligiendo entre varias que se juntan en casas particulares, hay pocos clubes y por una cuestión de seguridad e intimidad, algunos prefieren el anonimato, sobre todo las personas de clase alta que ahora hacen mas estos intercambios. "Evitan la rutina y no involucrarse tanto, como es consensuado son parejas mucho más relajadas", explica Sandra.

Para concluir, Diagonales consultó a la profesional acerca de la situación sexual de los argentinos y ella contó que "En apariencia se cree que Argentina está muy liberada, ha evolucionado el tema de los prejuicios sociales, pero todavía queda mucho por crecer, desde la educación sexual por ejemplo, todavía siguen habiendo personas que no saben cuáles son las zonas erógenas del otro, no conocen su propio cuerpo. Y no hay programas que tiendan a la evolución sexual para acercarse al placer sexual, pero con educación sexual".