Un final interminable

Cincuenta y seis días hasta las próximas elecciones de octubre parecen una eternidad. No sabemos qué va a pasar mañana o pasado con nuestra economía. Todo parece prendido con alfileres y el Gobierno Nacional no cuida ni la relación con la oposición, ni el vínculo con todos los argentinos.

Todos los argentinos esperan que el gobierno nacional termine su mandato y por eso es necesario que trate de no hacer campaña y solucionar el brete económico, social y político por el que atravesamos como país; así y solo así, dejará de perder más votos, y mantendrá un resultado digno para las próximas elecciones. De lo contrario, padecerá una nueva paliza electoral más dura y deberá irse lo antes posible de la Casa Rosada.

Pero pensemos un momento qué pasó en las PASO…

La derrota por el alma

La lucha por el alma de los argentinos, en la cual estaba inserto el PRO, según las palabras del Jefe de Gabinete Marcos Peña, debería haber empezado por la lucha por mejorar las condiciones de vida de los argentinos

La metáfora del Jefe de Gabinete tenía que ver con ganar la voluntad de los argentinos para acompañar al oficialismo, y en particular a la fuerza que lo hegemoniza. ¿Por qué los argentinos acompañarían a un gobierno que desde que asumió no hace más que deteriorar sus condiciones de vida? ¿Por qué los argentinos se involucrarían en una lucha anti- peronista/ kirchnerista/populista que entre los años 2003-2014 les había permitido vivir, como no se vivía desde los años 70 en nuestro país? ¿Cómo darle el alma a un proyecto político que dice que va a insistir en la misma dirección y más rápido?

El Frente para Todos y en particular Alberto Fernández pudo ganar el alma de los argentinos porque les habló de su vida, de lo que necesitaban y de un proyecto de país en el que puedan desarrollarse. El PRO los enredó en una pelea que no era de ellos, una pelea oxidada, antigua, innecesaria.

La nada como gestión 

La pobreza, la inflación, la inseguridad, la corrupción, el impuesto a las ganancias, el atropello de la instituciones, el acoso a periodistas -y hasta uno de los ejes de la campaña del PRO en el 2015, el cepo- no pudieron ser evitado, controlado, superado o desarmado, por la gestión de Cambiemos. Quizás con el tiempo, el gobierno de Mauricio Macri sea recordado como el peor gobierno de la democracia, desde el 83 en adelante. O quizás, respecto al desastre económico que deja, el peor gobierno de la democracia Argentina desde su instauración en 1916. 

Al ritmo de la falta de gestión, se rompían los lazos que los argentinos tenían con el oficialismo y que fueron fortalecidos en las elecciones legislativas del 2017. El gobierno no logró cumplir ninguna de las promesas por la cual los argentinos lo votaron.

La nada como política

En varios artículos venimos sosteniendo que el andamiaje que presupone el datamaining y las distintas tecnologías propulsadas por el marketing, necesitan política para ser eficientes. Política para ganar voluntades, política para tender puentes, política para derrotar las divisiones, política para trazar programas. El marketing necesita política. 

Pero a lo largo de la gestión, nos dimos cuenta que los que hacían política o tendían puentes desde el oficialismo, eran dejados de lado por el Presidente (Monzó, Frigerio, etc.).

Quizás el proyecto de Cambiemos, presuponga la aniquilación de la política y su reemplazo por el marketing. Una fuerza que no puede proyectar una economía para toda la sociedad y solo puede beneficiar a una minoría, quizás está condenada a generar un producto para la venta: “los argentinos deben vivir pobres y en silencio”, “aceptar el destino que el mundo le dio”. De lo que se trata es de convencer a los argentinos que debemos aceptar el gobierno que tenemos, y que todo lo que él genera es lo único que se puede hacer. Para eso, no hace falta integrar distintos puntos de vista, generar espacios de discusión, aceptar las disidencias,  solo generar la necesidad del producto Cambiemos. 

¿A dónde va la Argentina?

Frente de Todos, definitivamente de todos

Ya habíamos marcado en varias columnas que el Frente de Todos venía haciendo movimientos por incorporar a todos. A todos, independientemente de su clase, independientemente de su creencia, independientemente de su opinión política. A todos los que quieren y sienten que se puede vivir significativamente mejor. El Frente de todos logró que la Argentina se agriete distinto. O por decirlo de otra manera, la Argentina que proyecta el Frente de Todos se desagrietó, porque logró construir una nueva mayoría. Por eso es muy probable, que muchos que acompañaron al actual gobierno, en las elecciones pasadas, se sumen a la propuesta de la formula Fernández – Fernández. 

*Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA. Twitter:@Pablolopezfiori