Tal como le pidió este viernes CFK, el Presidente empezó a usar la lapicera. La primera firma ya la puso al pie del pedido de renuncia dirigido a Matías Kulfas, su ministro de Desarrollo Productivo y uno de los interlocutores predilectos de su gobierno con el empresariado nacional. 

La confirmación llegó esta tarde de la mano de la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, a modo de reacción frente a un tweet de la vice publicado dos horas antes. Cristina había descargado su bronca por un nuevo off the récord que al final no lo fue tanto: las huellas del ahora ex ministro estaban por todos lados en ese mensaje Whatsapp con “información en off” (SIC) que publicó casi sin comas un medio opositor y cuyo contenido apuntaba a refutar uno de sus principales planteos vertidos la tarde del viernes, durante la celebración por los 100 años de la fundación de YPF. 

Cristina ya había avisado: el año pasado, por un motivo similar, había hecho rodar la cabeza del ex asesor presidencial, Juan Pablo Biondi, al que incineró públicamente sin siquiera nombrarlo, igual que lo hizo con Kulfas este mediodía. 

 Alberto Fernández tapa dos potenciales escándalos con el despido de Kulfas

“Muy injusto y, sobre todo, muy doloroso que este tipo de ataques lo ejecuten funcionarios del propio gobierno del Frente de Todos. Lo peor de todo: sin dar la cara, en off, mintiendo y utilizando periodistas. Con errores y aciertos, siempre hablé y actué de frente. Penoso”, escribió en su cuenta CFK y compartió un mensaje en el mismo sentido publicado minutos antes por la Secretaría de Energía, que incluso exponía una captura del mensajito con el “off the récord” en cuestión. 

El Presidente reaccionó rápido. Admitió que “es éticamente reprochable hablar en off en desmedro de otro” y compartió “el malestar expresado por Cristina”, algo que no sucedía hace meses y recordó a los primeros tiempos políticos del Frente de Todos, con un Presidente atento a los ánimos de quien lo eligiera para encabezar la fórmula. 

“El debate que debamos dar, démoslo con responsabilidad”, agregó Fernández, en sintonía con el tono componedor -al menos en las formas- que ya había demostrado en Tecnópolis el viernes. 

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HAY GAS DE FONDO

“Los que usan mal la lapicera son los funcionarios de Cristina”, decía el mensaje en off que se emitió a una serie de periodistas apenas pocas horas después de que la vice utilizara esa metáfora (“es el presidente el que tiene la lapicera, usala, Alberto”, había dicho) para graficar parte de sus disgustos por cómo el gobierno se relaciona con un sector del poder económico. 

Hubo una frase en especial de CFK que había quedado en el aire: “Traigan a la Argentina la chapa laminada que hacen en Brasil”, pidió, en referencia a Tenaris, compañía del Grupo Techint, única oferente en la licitación para la provisión de la cañería necesaria para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, una obra de infraestructura monumental, de unos 560 kilómetros de extensión, que permitirá dentro de un años exportar gas desde Vaca Muerta e ingresar dólares frescos a las golpeadas reservas del Banco Central.  

La planta de Confab, empresa del grupo que produce chapa laminada de alto espesor, está radicada en Brasil. Cristina pidió que la hagan en el país, con el objetivo de que genere empleo y pague impuestos. El contrato de la primera etapa supera los 500 millones de dólares y la firma está cajoneada desde hace 30 días. Ése tema, uno de los tantos que formaba parte del “debate” interno del Gobierno, era el mar de fondo durante la celebración por los 100 años de YPF que celebraron en Tecnópolis ayer el presidente y la vice. 

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“Tenemos también que comenzar a exigir, porque quien provee los caños es una gran empresa multinacional de origen argentino y que la mayor parte de su capital la hizo aquí en Argentina a partir de la privatización de la siderurgia que también estaba en manos del Estado. Pedirle que la chapa laminada que hacen en Brasil la traigan acá, con línea de producción para hacerla acá. El balance, Alberto, del 2021, les triplicó lo del 2020″, disparó CFK. 

El off de Kulfas fue una contestación a ese tramo. Básicamente, culpaba a funcionarios de la empresa estatal Integración Energética Argentina Sociedad Anónima (Ieasa) de las demoras y los problemas en la puesta en marcha de la obra.  Funcionarios que, claro, responden a CFK. “Ellos armaron un pliego de licitación a la medida de Techint y de la chapa que el grupo fabrica en Brasil, de 33 mm de espesor. Si en lugar de poner esa especificación hubieran puesto 31mm, como son los gasoductos en Europa, se podría haber provisto caños desde otra firma que produce en Villa Constitución (Laminados Industriales SA)”, decía la turbina sin nombre de Producción que publicó Infobae y que traía implícitamente una denuncia de corrupción (“licitación a medida”). Munición gruesa. 

En la respuesta que compartió Cristina, Iesa desmintió la acusación y aseguró que “la licitación de chapas para el gasoducto fue abierta a empresas extranjeras luego de que la Cámara Argentina de Fabricantes de Caños y Tubos de Acero indicara que sólo SIAT S.A., controlada por Tenaris (fabricante de tubos y servicios para industria energética del grupo Techint), podía cumplir con los requisitos técnicos”.

El ministro de Energía, Darío Martínez, también se desmarcó y aseguró desde su Twitter que la licitación se realizó cumpliendo "todas las especificaciones técnicas y cumpliendo todos los plazos que demanda una obra tan importante".

 Alberto Fernández tapa dos potenciales escándalos con el despido de Kulfas

En un sólo movimiento, Kulfas supo volver a agitar las aguas de las internas palaciegas que tanto venían carcomiendo las entrañas del Gobierno. Sobre todo, luego de un acto donde el presidente y la vice habían compartido al menos un “debate” ordenado y de cara al público, que si algo había logrado fue llevar un poco de tranquilidad. Y lo hizo, además, sacudiendo un tema sensible, que hace saltar todas las térmicas de cualquier gobierno: la relación entre el Estado, la obra pública y las grandes empresas contratistas. No pasaron ni 12 horas entre eso y su despido. 

DE TECHINT A LA EXPLORACIÓN OFFSHORE

El apuntado por Cristina fue Paolo Rocca. Era así al menos desde fines de 2020, cuando pidió que el crecimiento del país que finalmente se dió en 2021 “no se lo lleven cuatro vivos”. Entre esos cuatro vivos estaba, claro, el CEO de Techint. La empresa más grande del país pasó de reportar un 1,5% de balance negativo en 2020 a ganar más del 41% el año pasado. Durante el debate con el FMI, las Pymes que utilizan chapas y otros elementos del estilo como insumos le reclamaron a Rocca que les dejen de pasar ganancias vía precios porque las podían fundir. 

 Alberto Fernández tapa dos potenciales escándalos con el despido de Kulfas

Como si no tuviese suficientes ventajas en el entramado productivo, a fines de mayo el Gobierno le hizo un regalo carísimo: flexibilizó el acceso al dólar para importaciones a las empresas petroleras, nada menos. Kulfas estuvo en el acto del anuncio, festejado por Rocca. 

Dos días antes de irse, se puede decir que Kulfas metió su mano desarrollista y extendió el beneficio en el acceso al mercado de cambios (absolutamente restringido para el 99 por ciento de la población) de “trabajadores profesionales y empresas del sector de la Economía del Conocimiento que exporten servicios”. “Apostamos así a darle más dinamismo a las exportaciones del sector”, dijo. Fue su última sonrisa como funcionario. 

Quizás su mayor logro, relacionado con el costado energético y desarrollista (cuestionado por las organizaciones ambientalistas) no podrá disfrutarlo ejerciendo su cargo: 24 antes del despido, la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata habilitó el proyecto de exploración petrolera en Mar del Plata. Serán otros (se habla de Victoria Tolosa Paz, Daniel Scioli y Cecilia Todesca como reemplazo) quienes disfrutarán las mieles de ese proyecto y de otros tantos, como la producción industrial de cáñamo.