Luego de la elección de noviembre, los sectores autodenominados opositores pasaron a la ofensiva  no aprobando el presupuesto nacional en el Congreso. Luego  por disputas de liderazgos  sin diferencias visibles programáticas respecto del futuro de la Argentina, se dividieron. Tratando de que las miradas “ideológicas” respecto a esta oposición no nublen el criterio de este humilde columnista, trataremos de pensar, si lo que existe en la Argentina es una oposición.

La deuda con el pueblo argentino

No repararemos aquí en el tan mentado tema de la deuda con el FMI, aunque esa sea quizás la principal deuda de la oposición con el pueblo argentino.  La deuda de la que hablaremos aquí, es la promesa que tanto el PRO, la Unión Cívica Radical  y la Coalición Cívica, le hicieron a los ciudadanos argentinos en la elección del 2015. En la misma, les prometían dejar lo bueno y acabar con lo malo. Lo malo era una carencia  de institucionalidad que el peronismo parecía no cumplir en sus años de gobierno.  Eso sumado a desajustes de la economía que la alianza Cambiemos decían poder resolver pronto, como el impuesta a las ganancias para los trabajadores, la inflación y la pobreza.  Cuestiones que se le reprochaba a la gestión “Kirchnerista” y que la experiencia de presidente-empresario, lograrían encauzar con facilidad.

Pues bien, en lo económico, todxs sabemos que pasó, la deuda arriba citada es la demostración de la imposibilidad en materia económica  de esta alianza política.  Pero  por distintas causas judiciales que se descubrieron a fines del mandato del Presidente Macri  y durante estos dos años del gobierno del Frente de Todxs, parecería que tampoco sanearon la institucionalidad. El manejo de los servicios de inteligencia, la vinculación de los mismos con los medios de prensa y el poder judicial, parecen demostrar que el gobierno de Macri, Carrió, Bullrich, Larreta, Vidal, Morales, entre otros, fue el peor gobierno democrático, no solo en términos económicos, sino en términos institucionales. Por eso la derrota de dicho gobierno fue importante en octubre del 2019.

La mentira populista

El concepto populista parece ser una de las formas de pensar acontecimientos políticos más utilizado por sectores georeferenciados en la derecha política latinoamericana. El populismo sería algo así como mentirle al pueblo, darle más cosas de las que puede tener, para “comprar” su voto y su conciencia. Con esta misma conceptualización, podría definirse la forma de gobernar del gobierno anterior y su forma de gestionar la oposición. Así, como también las actitudes “derrochadoras” frente a cada elección, la “reparación histórica” a los jubilados en la gestión y respecto de la pandemia montándose en un discurso negacionista  y trabajando sobre la angustia de grandes porciones del pueblo argentino cansados de las condiciones y necesidades que generan la misma. El populismo, entendido como lo entiende Cambiemos, parece referirse más a su forma de hacer política, que al del Frente de Todxs. 

¿Oposición o alternancia?

Ya remarcamos muchas veces  en estos espacios de reflexión, que la oposición puede ser oposición siempre que se plantee como alternancia. ¿Y eso qué implica? Implica que ideológicamente puede quererse más “la iniciativa privada” o “rol contralor del Estado” o “el Estado con un rol empresario” pero que esas propuestas deben darse en el marco de un proyecto nacional.  Y cuando hablamos de proyecto nacional, queremos remarcar una senda de desarrollo, que no puede depender solo de la exportación de commodities. No existe país desarrollado que solo exporte materias primas. Pero tampoco existe país desarrollado  que no tenga enlazadas todas las ramas de su economía.  Sabemos, que eso, en la economía actual y con el mercado interno que tiene la Argentina, solo puede darse integrándose con el resto de la economías del Mercosur y de la región. Pero lo que no puede haber es una búsqueda desesperada de inversiones  desarticuladas económicamente,  que cada una tenga solo como fin  enriquecer a los inversores y no al pueblo argentino, que es el único soberano en esta tierra.  La apertura irrestricta de la economía, más la especulación financiera, sumado al endeudamiento irracional, muestran que Cambiemos no tiene una mirada “argentina” de la economía. La oposición no tiene un proyecto distinto de país, sino que no tiene proyecto de país. Uno podría decir que en el Frente de Todxs, no hay un solo proyecto de país, sino varios, pero en esos diversos proyectos, el país es el centro.

¿Todxs en Juntos son iguales?

La pregunta tiene relevancia, frente al presupuesto, frente a las negociaciones con el FMI,  frente al centralismo porteño, algunos sectores del radicalismo parecen querer actuar de otra manera. Si ello es solo para la disputa interna dentro de Juntos, se sabrá en el futuro inmediato. Es que si una fuerza quiere tener un proyecto para las mayorías argentinas, tiene que tener un proyecto de país, no solo ser un proyecto electoral.  Por proyectos electoralistas es que la alianza Cambiemos terminó su gobierno tan dramáticamente.   Si la oposición al Gobierno Nacional, sigue siendo Juntos por el Cambio,  el oficialismo no tiene interlocutor para pensar la Argentina y como mejorarla, tanto económicamente como institucionalmente. Si sectores disidentes del  radicalismo, de la coalición cívica, de peronismo “republicano” y mismo del PRO no se desmarcan de los eventos de gravedad institucional descubiertos en el último tiempo por parte del gobierno anterior, corren el riesgo de hundirse con los funcionarios de dicha experiencia  y su “mala praxis” gubernamental.

La Argentina mal digerida

Juntos por el Cambio parece expresar, independientemente de las minorías que se beneficiaron con sus políticas de gobierno, a una fracción importante del ciudadanos argentinos que se sienten defraudados con el país. Que sienten que sus esfuerzos personales, sus méritos, no fueron recompensados  como se merecen. Esto está asociado también a la idealización de otros países, por lo general  “desarrollados” como oportunamente Chile que solía ser una lugar soñado. Juntos expresa más su frustración, que sus propuestas para salir de la situación que tanto malestar les provoca.  No puede existir una fuerza que quiera hacer política en la Argentina, que no crea en la Argentina.  Por eso parecen más una fuerza política que opera en la Argentina, que una Fuerza política argentina. Si esos sectores que no se reivindican cerca del peronismo o del progresismo o de determinados sectores de izquierda quieren realmente mejorar su experiencia y la de los argentinos respecto de nuestro país, tendrían que generar una fuerza que crea en las condiciones del país, de sus trabajadores, de sus profesionales, del Estado.  Sino lo que se logra, acompañando a Juntos, es mayor grado de frustración respecto de la realidad nacional.

*Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA y la UNDAV. Coordinador de Grupo de Estudios sobre Marxismo e Historia Argentina en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Integrante del Centro de Estudios Nacionales y Sociales Arturo Jauretche. Publicó su primer libro “Mi Barrio y Latinoamérica”. Twitter: @Pablolopezfiori