Como en todos los contextos electorales en el mundo, salen a la luz la más variada gama de encuestas en los medios. Todas ellas tienen distintas hipótesis electorales, que intentan el juego de candidatos más variado en los diversos distritos que “resuelven” el panorama eleccionario argentino. En este artículo intentaremos pensar el panorama electoral que nos viene, más allá de la fotografía instantánea que nos dan las encuestas, tratando de pensar en la trama de la película.

Tras bambalinas

¿Qué hay detrás de las encuestas que se dan a conocer día a día? ¿Y de las que no se dan a conocer? En primer lugar, hay distintas metodologías de recolección de la información (presenciales, telefónicas con encuestador o automatizadas, encuestas online) que posibilitan hacer algún tipo de pregunta y otras no. Esas metodologías también corresponden a distintos sectores sociodemográficos, por ejemplo: las telefónicas a teléfonos fijos, las contestan las personas de la tercera edad de clase media y en las presenciales, los sectores bajos son los que abren la puerta para responderle al encuestador.

Por otra parte, las encuestas se realizan en determinados lugares, se eligen distintas muestras, y todos sabemos que no opina lo mismo la ciudad de buenos aires que el partido de La Matanza, para poner dos extremos. Es decir, hay muestras y muestras, como hay personas y personas. Quizás las encuestas más precisas, que no escatiman en metodologías y/o en muestras, sean aquellas que no se dan a conocer.

Solo para tener en cuenta, en países como Brasil, las encuestas para publicarse deben mostrar la metodología utilizada, ser preciso respecto de la muestra que se seleccionó y la forma en la que se procesaron los datos para obtener los resultados. Lo cual implica que no se usen los resultados para intentar influir en la opinión pública.

¿Cambiemos puede ganar las elecciones?

Se escuchan muchas voces de la oposición, quizás desde una postura militante, que argumenta que es imposible que Cambiemos, con el esquema económico, social y político que eligió para el país, pueda ganar la próxima elección. Pues es una posibilidad seria.  ¿Por qué? Primero, porque Cambiemos maneja todo el aparato del Estado Argentino, que pese a su gestión regresiva (y al decir regresivo estamos usando un término técnico y no político, dado que la gestión del actual gobierno hizo que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres) posibilita manejo de recursos importantes en un contexto electoral. Segundo, porque en las últimas elecciones presidenciales, diríamos desde el 2007 a esta parte, no se suele discutir mucho la programática a desempeñar por el partido que gana, sino que se discuten generalidades como el empleo, la seguridad, la corrupción, la institucionalidad, sin operacionalizar la forma en que se resolverán esos temas. El tiempo electoral obliga a que ya no se discutan proyectos de países, sino formas, estilos, percepciones… No hay tiempo para conversar acerca de hacia dónde vamos, todo se maneja en los andariveles televisivos y todo se sintetiza en la idea o sensación que tenemos acerca de la fuerza política que vamos a votar y a la que no vamos a votar. En ese mundo, Cambiemos demuestra un buen manejo del timing y la oposición necesita explicar mucho más sus proyectos. Hay un mes de campaña para las PASO, otro mes de campaña para la primera vuelta y un mes más para la segunda si hay ballotage, poco tiempo para definir el destino de un país los próximos 4 años, pero buen tiempo para que Cambiemos pueda reelegir.

¿Se acaba la modernidad liquida?

Como describía el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, la modernidad liquida tenía como una de sus características la fluidez y la inmediatez. La vida de la sociedad transcurre tan rápido entre un evento y otro, de la final del superclásico en Madrid, a las vacaciones del presidente, al cambio de fecha de elecciones, a las disputas venezolanas con la injerencia norteamericana, River que no remonta después de la libertadores, Tévez que ataca al mellizo, y demás. Sumado a la precariedad de todos los lazos laborales, sociales y personales. Esa rapidez, es la que más arriba describíamos como esencial para un triunfo del Gobierno Nacional en las próximas elecciones. ¿Pero puede un gobierno, que desde asumido, empeoro los índices del gobierno anterior, y genero nuevos problemas a la economía argentina, esquivar la “modernidad sólida” que genera? Problemas que arrastraba el gobierno anterior como la inflación, crecieron exponencialmente agregando problemáticas que no estaban en la agenda, como el del desempleo y los salarios bajos.  Ni hablar del aumento de la inseguridad al ritmo de la desigualdad. La cuestión es entonces, si es posible que la percepción de lo efímero sobreviva a tamañas problemáticas en una sociedad como la Argentina, en la que independientemente de la imagen que uno tenga del gobierno anterior, en términos generales crecía el empleo y se negociaban paritarias en donde si había baja, eran sólo de 2 o 3 puntos del salario; situación muy diferente a la actual.  De esta hipótesis en la que el realismo y el pragmatismo le ganan a las percepciones inmediatas, depende el triunfo de una oposición al Gobierno de Cambiemos.  

“Los hermanos sean unidos”

Quizás esta fue la máxima que Cambiemos entendió mejor, independientemente del asesoramiento de Duran Barba. Juntaron los distintos retazos que se oponían al kirchnerismo y los pusieron enfrente de su candidato. Así el radicalismo, el PRO, y la Coalición Cívica, sumado a algunos retazos del peronismo, mostraron que podían acordar y aportar “al cambio”. También comprendieron que los argentinos no “odiaban” tanto las medidas implementadas por el gobierno anterior, sino que querían un cambio de “caras y modos”, ahí sí jugó el asesor ecuatoriano.

Así, otro de los posibles escenarios prósperos para la alianza Cambiemos, es que la oposición (kirchnerismo, peronismo, distintos sectores de izquierda) vayan separados. Si van separados, no solo restan votos del propio campo opositor, sino que generar la percepción en la opinión publica de debilidad, con la seria posibilidad de que independientemente de haber apoyado en primera vuelta al voto opositor, se queden con la solidez del bloque Cambiemos en el ballotage.  Es mejor votar a lo actual, que a alguna de las variantes opositoras, que son minoritarias. Es mejor la percepción que genera en el electorado el Cambiemos plural que la oposición divida.

*Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA. Twitter:@Pablolopezfiori