Mariano Silberman tiene 46 años y hasta fines de marzo trabajaba en la delegación cordobesa del Enacom, atendiendo y gestionando los reclamos de usuarios de las empresas de telecomunicaciones. Entró a trabajar en el Estado en el 2011, 13 años y tres gobiernos atrás, y sus funciones fueron desde la asistencia y el acompañamiento a medios comunitarios en el acceso a políticas y recursos estatales, hasta la defensa de los derechos de los usuarios ante los abusos e incumplimientos de las grandes compañías de servicios telefónicos, de cable e internet.

Mariano tiene dos hijos, de 10 y 5 años, y una compañera que lucha contra el cáncer. El miércoles 27 de marzo se enteró que se quedaba sin trabajo, al igual que sus 27 compañeros de la delegación del Enacom de Córdoba, y otros 320 trabajadores de todas las delegaciones del organismo en el interior del país, que el Gobierno de Milei decidió cerrar de un plumazo.

Esta es su historia, similar la de tantos y tantas compatriotas que hoy sufren el drama y la angustia detrás de la motosierra irracional e insensible. Y es la historia también de las políticas públicas y los derechos que todos los ciudadanos pierden con los despidos que el Presidente festeja e invita a festejar, sembrando una deshumanización a niveles impensados en una sociedad golpeada por años crisis y promesas incumplidas.

A mí también me echó Milei: “Es espantoso todos los días levantarte y encontrarte con esa realidad”

ENTERARTE QUE TE QUEDÁS EN LA CALLE

“Es espantoso todos los días levantarte y encontrarte con esa realidad. Parece algo boludo esto, pero todos los días hay una pequeña esperanza de levantarte y que haya sido un sueño, de ver que en realidad no es así, que me levanto, voy al laburo y puedo llevar adelante una vida mínimamente organizada. Te tumba a lugar que nadie debería recorrer. Te soy sincero, hablar de esto es por un lado exorciza demonios, pero por otro lado me hunde más porque me hace tenerlo todo el tiempo presente” dice Mariano a Diagonales con una honestidad brutal que hiela la sangre.

Su relato recorre un trayecto de más de una década como trabajador estatal, los servicios brindados a la población y la tristeza por la falta de comprensión generalizada de todo lo que la sociedad pierde con el desguace del Estado, y particularmente del Enacom, que el Gobierno lleva adelante. “Sabíamos que venían despidos y un golpe fuerte al Enacom, al interior, reventando el federalismo que acá en Córdoba es algo que duele mucho. Lo que no imaginábamos era un golpe como el cierre de todas las delegaciones del país” comenta.

Eran las 18 del miércoles 27 de marzo, previo al feriado de seis días, cuando a él y a sus compañeros les llegó la noticia. A esa hora ya estaban fuera de la oficina y con ciertas expectativas en lo que era la negociación que desde el mediodía los gremios mantenían con el Ejecutivo para evitar despidos. Pero, en paralelo a esas negociaciones, el Gobierno redactaba en el sistema GDE la resolución que confirmaría el cierre de todas las delegaciones del organismo en el interior del país. “Nadie nos informó nada, nadie nos dio una explicación, nos enteramos por el trámite iniciado en el sistema y vimos que empezaron a hacerlo mientras negociaban con los gremios. Es tan cínico todo, tan cargado de un odio que no estamos acostumbrados a manejar” cuenta unas semanas después Mariano.

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Así se enteraron que se quedaban en la calle 350 trabajadores de todo el país, cuyas tareas eran garantizar el derecho a la comunicación y de defensa al consumidor de servicios de telecomunicaciones para toda la población. Como en tantos otros ejemplos, la motosierra de Milei no se detuvo un segundo a pensar en las personas afectadas por sus decisiones. “Acá se echó a dos compañeros con Certificado Único de Discapacidad, a compañeros con más de 30 años de antigüedad, a un compañero que adoptó a tres hermanitos, que hizo esa apuesta a la vida de rescatarlos de un hogar de acogida, y esta es la gente que dejaron en la calle, estas son las historias. Solamente alguien que haya pasado por esto puede entender lo espantoso que es quedarse sin laburo de esta manera” dice Mariano con la sensibilidad a flor de piel.

Sin ninguna explicación por parte del Gobierno, el primer día laboral tras el feriado los trabajadores el Enacom de Córdoba concurrieron como cada día a su oficina. Allí encontraron un fuerte operativo de seguridad de la Policía Federal, la policía local y la Gendarmería. “Había 35 agentes para 28 trabajadores” recuerda Mariano. Algunas personas gritaban desde los colectivos o al pasar “viva Milei, vayan a laburar vagos” frente al reclamo de los despedidos, pero Mariano elige otro hecho de ese día para graficar la complejidad que toda la sociedad atraviesa frente a este drama: “el jefe del operativo de la Federal y varios agentes se acercaron y nos dijeron ´che loco, que hijos de puta, cómo les pueden hacer esto´. Me lo dijeron a mí, no me lo contó un compañero. Cosas mucho más humanas que lo que recibíamos de un sector de la población que pasaba por ahí”.

MÁS DESPIDOS, MENOS DERECHOS

Desde ese día, los ciudadanos de Córdoba y del resto de las provincias se quedaron sin ningún lugar ni ninguna persona a quién recurrir presencialmente en caso que alguna empresa de telecomunicaciones incurra en algún abuso o incumplimiento en la prestación de sus servicios. A eso se dedicaban Mariano y sus compañeros, como el resto de los trabajadores y trabajadoras del Enacom de todo el país. “Mi tarea cotidiana era la atención al público, en general las personas que iban eran adultos mayores, analfabetos digitales,  gente de bajos recursos, de zonas no tan pudientes de Córdoba. Yo les tomaba la denuncia administrativa, y también trabajaba en todo lo que era fomento y desarrollo de medios comunitarios, alternativos en Córdoba” relata Silberman.

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“Acompañar al ciudadano que estaba sin servicio y la empresa le seguía cobrando por 2, 3 meses, hemos llegado incluso a un par de años de usuarios que no tenían servicio y la empresa se negaba a resolver la conectividad y les seguía cobrando. Esa era mi tarea, orientar en qué hacer, cómo hacerlo, iniciar la denuncia administrativa, y ahí pasaba a manos de mis compañeros. Ellos mandaban una primera nota a la empresa comentando el caso y pidiendo una solución, so pena de recibir sanciones” prosigue en el relato de su día a día laboral.

Mariano hace énfasis en resaltar la importancia de las políticas públicas y los derechos que el Gobierno está recortando y pisoteando, evitando caer en la individualización del drama de los despidos como una cuestión personal. Como ejemplo, pone casos de usuarios que hace meses están sin servicio en plena ciudad de Córdoba, producto de que Telecom está reemplazando las redes del cableado de cobre por fibra óptica, dejando zonas enteras sin conectividad. “Es gracioso, le echan la culpa a supuestos robos de cables y la gente venía con ese cuento a la oficina como la explicación que le deban desde la empresa por haberle cortado el servicio” grafica. Ese tipo de situaciones, que hasta el mes pasado tenían trabajadores encargados de resolverlas en favor de los usuarios, hoy en día quedaron libradas a la gestión que cada persona pueda hacer por su cuenta a través de la plataforma de trámites a distancia, una página web a la que hay que entrar para cargar cualquier reclamo y prender velas para que se resuelva. Paradójicamente, si a un ciudadano del interior del país su prestador de servicio de conectividad lo deja sin internet o sin teléfono, no le queda otro recurso que llenar un formulario web y esperar que alguien lo vea en la CABA. Ni hablar de los problemas que esto puede implicar para los adultos mayores y personas que no manejan tecnologías de la información.

“Es aún más grave, porque no solamente han dejado en la calle a la gente que tomaba los reclamos, sino también a la que los resolvía. Hoy vos como usuario no solamente no tenés una persona que te tome tu reclamo, sino que incluso si te las arreglaras para hacer solo todo el tramite online, que no es para nada amigable, no tenés casi nadie que lo resuelva, porque redujeron muchísimo esa dotación de trabajadores para esa tarea también. Y la cantidad de reclamos van a seguir creciendo” explica Mariano. La delegación cordobesa del Enacom tramitaba entre 7 y 10 mil expedientes mensuales, con reclamos de todo tipo por parte de usuarios.

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LOS ESTATALES Y LA SOCIEDAD

En ese sentido, el trabajador despedido del Enacom hace a la vez una autocrítica y una reflexión, en línea con la estigmatización que desde el Gobierno baja para con los trabajadores públicos: “Pegarnos a los estatales es fácil, porque nunca tuvimos la capacidad de traducir en palabras concretas nuestras tareas y nuestro rol en la sociedad. Y lo más triste es que ahora mucha gente lo va a empezar a entender de la peor forma, cuando la empresa le cobre cualquier monto, la deje sin servicio, no le atienda los reclamos, se quede sin señal, etc.”.

Mariano mira por la ventana mientras conversa con Diagonales. En Córdoba llueve, y él piensa en sus vecinos y los problemas de conectividad que pronto tendrán y quedarán sin respuestas. “Lamentablemente van a empezar a entender cuál era el rol de mi oficina y de mi laburo por ejemplo ahora que está lloviendo y va a haber servicios que se caigan, que no van a funcionar como corresponde, y no van a tener una puerta para ir a golpear. Espero que podamos hacer entender que esa puerta que tenían para ir a golpear cuando estaba el Enacom era porque estábamos nosotros atrás, laburando a destajo para sostener un derecho. ¿Qué pasa hoy con el derecho ciudadano a defenderse? Queda cercenado” concluye.

Silberman es delegado de ATE con mandato vigente, y desde ese lugar también reflexiona sobre las discusiones en torno a los trabajadores del Estado. “El laburo de todos los estatales es garantizar y sostener derechos, y los derechos son en beneficios de los usuarios, no de las empresas. Pero también tenemos que hacer un mea culpa a la hora de entender que no hemos tenido una práctica de acercamiento al ciudadano, de decir ´vení hermano, mirá, esto es lo que hacemos para garantizar tus derechos´. Salimos a discutir que no somos ñoquis cuando la discusión no es esa, sino que el Estado hace esto, esto y esto. Pero nos corren el eje, nos dejamos correr” sentencia.

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En esa línea, Silberman también piensa qué pasó para que la mayoría de los trabajadores optaran por una opción como Milei, y compara la situación de los despidos actuales con lo que fue el período 2015-219. “Hoy la cosa es contra los laburantes y contra la estructura del Estado. Durante el macrismo echaron a dos compañeros laburantes, uno de ellos delegado con mandato vencido. Cualquier desprevenido podía decir que era “la grasa militante”. Ahora, si vos tenés en cuenta que el Córdoba votó el 72% a Milei en la segunda vuelta, quiere decir que 7 de cada 10, o sea 21 de mis compañeros votaron a Milei estadísticamente. Tuvimos asambleas durísimas en ATE con trabajadores diciendo, ´acá no va a pasar nada porque si laburás no te van a tocar´, y acá estamos”.

A su vez, Mariano también discute otro de los sentidos comunes que el Gobierno pretende instalar con la cuestión de los despidos, que tiene que ver con el ahorro de recursos del Estado. “Hicimos una cuenta tentativa, y las indemnizaciones de los trabajadores del Enacom despedidos rondan un total de 20 millones de dólares. Ese monto alcanzaría para sostener el organismo funcionando al menos dos años. Hubo una definición en cuanto a costos, y acá se me empieza a pasar la tristeza y me gana la furia: la decisión es pagar todo eso de una para dar de baja una política pública, un derecho consagrado por ley, antes que pagar esa misma plata en cómodas cuotas mensuales llamadas salarios y gastos de funcionamiento, y sostener esa política” describe el trabajador despedido, graficando el abandono del Estado a sus ciudadanos, entregados hoy por hoy a los abusos de las grandes compañías y sin defensa posible.

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HISTORIAS DE CARNE Y HUESO

Cada despido tiene una historia personal detrás. Pisoteadas, ocultadas, negadas por el violento e insensible discurso oficialista, el denominador común de esas historias es el sufrimiento y la angustia frente al hecho de quedarse sin trabajo, que puede estar acompañado, como en el caso de Mariano, de problemas muy profundos. La familia que conforma junto a su compañera y sus dos hijos, hoy por hoy quedó arrojada a subsistir solamente con el ingreso que ella percibe como monotributista en la Universidad Nacional de Córdoba. Pero el 30% de ese salario se va solamente en pagar la prepaga, también como resultado de la política de desregulaciones indiscriminada e irracional implementada por el Gobierno.

“Lo que le pasa a tanta gente hoy en día nosotros lo vivimos desde un lugar de mucha más presión, porque a la prepaga le resultaría fantástico que dejáramos de pagar y nos diéramos de baja, pero eso implicaría una condena firmada para mi compañera”, cuenta Mariano sobre la situación de su familia y particularmente la de su pareja, que es paciente oncológica.

Los trabajadores y trabajadoras despedidos quedan frente a la dramática situación de tener que recomponerse, juntar fuerzas y salir a pelear por su reincorporación, o simplemente aceptar la injusticia y encontrar la manera de salir adelante. “Te meten una patada en la cabeza con lo que es el cierre de tu organismo, lo que es quedarte sin laburo, en mi caso con dos pibes y una compañera paciente oncológica, y te deja en un lugar tan complejo a nivel humano que vos empezás a cuestionarte todo. A nosotros nos pega por ese lado. Te soy sincero, más allá de que le estamos poniendo mucho, no estamos teniendo mucha fuerza para organizarnos y pelear por la reapertura de las delegaciones. Porque nos han pegado en un lugar que no sabíamos que nos iban a pegar y es muy difícil defendernos” se abre Mariano para describir su estado actual.

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Y en este punto conecta también con una sensación que excede a los despedidos de la era Milei y que atraviesa a buena parte de la sociedad, que se siente desprotegida, a la deriva y carente de una representación política en la cual depositar alguna esperanza de que la tragedia actual en algún momento termine. “Lo que más nos afecta es que no tenemos estructura que nos contenga, y ahí se puede trazar una diferencia muy grande con lo que pasó durante el macrismo. El desconcierto y lo más abrumador es que no vemos ninguna estructura que nos posibilite pensar algún cambio hacia adelante, una reconstrucción de los espacios de representatividad que nos van a defender. Hoy me siento como se va a sentir mucha gente cuando vaya a golpear las puertas del Enacom para que alguien lo defienda y no encuentre nada ni nadie. Es muy parecido” define.

Mariano no es ingenuo y no le escapa al hecho de que “tenemos que reconocer que Milei está cumpliendo lo que dijo”. Desde ahí piensa y reflexiona sobre cómo interpelar a quienes pueda con su historia, para derribar las fantasías construidas por el relato oficialista sobre los trabajadores estatales, las políticas públicas y los derechos ciudadanos que hoy sobre brutalmente atacados y cercenados, sin ningún tipo de racionalidad más que la de hacerlos desaparecer todo lo posible. Se trata de una tarea ardua y profunda, que llevará tiempo y requiere de un debate sincero y humano en toda la sociedad sobre el país y la comunidad que es preciso construir. A pesar de todo, Mariano no pierde la brújula para ese camino, y convoca a la única fórmula desde la cual puede soñarse un futuro mejor: “Defender la alegría como una trinchera” concluye.