El pasado 10 de diciembre se discutió en la Cámara de Diputados el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, por segunda vez, después del histórico invierno de 2018 donde centenares de personas se congregaron en las afueras del Congreso para expresar su apoyo o repudio a la posible sanción de la ley.

Aunque no fue sorpresa para nadie porque era un pendiente de las promesas de Alberto Fernandez en su campaña presidencial del 2019, muchos de los diputadxs esta vez hicieron hincapié en la supuesta inoportunidad del tratado del proyecto, basando sus argumentos en la urgencia de otros temas como la inseguridad, inflación, economía, etc. a lo que varixs diputadxs, como Carla Carrizo, respondieron: “¿hasta cuándo tenemos que esperar?”. Parece que la muerte sistemática de mujeres no es suficiente prioridad. Los privilegiados consideran otras cosas como prioridad. Hay mujeres y cuerpos gestantes muriendo que, cansadas de ser relegadas a “cuando haya tiempo”, consiguieron en la Campaña Nacional por el Aborto Legal un altavoz sobre el cual gritar:nuestras vidas son la prioridad. No vamos a seguir esperando que señores en asientos de cuero decidan cuándo es nuestro turno.

Otro argumento contra el tratado y la promulgación de la ley es la trillada preservación de la vida del embrión que usa siempre un manto de veracidad científica y constitucional, cuando, en el debate en comisiones del 2018 -y tantas otras veces-, numerosos expertos enfatizaron en la falacia científica de este argumento. Las plantas y animales que consume la sociedad son vida en el sentido estricto que también califica a una bacteria como ser vivo. Con esto podríamos demostrar entonces que lo que carga a un embrión de vida es la moral sectaria de quienes eligen universalizar sus creencias y forzar a todxs lxs ciudadanxs a vivir bajo la misma ley.

Una de lxs encendidxs diputadxs celestes fue la cordobesa Soher El Sukaria que habló de los costos que representa el aborto al Estado, de que no es gratuito, de que hay una profunda crisis económica y el aborto “lo pagamos nosotros”. Sin embargo, algunxs están dispuestos a usar recursos del estado en una consulta popular, que aunque útil como herramienta democrática, requiere de un ciego no ver la respuesta evidente a esa consulta en la calle, en la sociedad.Como dijo ItaiHagman: Las leyes tienen que acomodarse a lo que sucede en la realidad y cómo la sociedad se va actualizando. Las leyes son herramientas para la ciudadanía, la ciudadanía no puede ser presa de sus propias herramientas.

Son numerosos los argumentos fácticos, empíricos, de sanidad, penales y de lucha los que fundamentan por qué la ley debe ser promulgada. Pero hay uno al que pocos diputadxs hicieron referencia tangencialmente con la mención del patriarcado, ninguno de lleno: es que aún hoy, en el Congreso Nacional se discute cómo ciertos cuerpos pueden hacer uso de sí mismos. Es decir, en un mundo capitalista, republicano y con una fuerte tendencia liberal, sigue siendo materia de Estado el tratamiento de los cuerpos de mujeres y personas gestantes.

Es difícil conseguir un ejemplo en el que un cuerpo no gestante consiga resistencia de parte de sus médicos para ejercer su voluntad; es difícil conseguir a un cuerpo no gestante privado de su libertad porque tomó una decisión sobre su propio cuerpo. Entonces, cuando diputadxs anti-derechos disminuyen la lucha feminista diciendo que esta ley no defiende a mujeres – por el motivo que fuera- más que irrespetuosos, son muy poco estudiados en la materia Feminismo. Que las mujeres y cuerpos gestantes sigan siendo objeto de ley por su propia condición de gestantes se debe sólo a las desigualdades basadas en género de la sociedad actual. Gabriela Cerruti fue de las diputas que hizo mención a los largos siglos de opresión a las mujeres, de las formas en las que la sociedad moderna es construida sobre los cimientos del trabajo no pago y un larguísimo etcétera que este artículo no es capaz de cubrir. Gabriela Estévez fue otra de las diputadas que habló de lo inconcebible que es para la mayoría de lxs jóvenes que crecieron con derechos garantizados, no poder decidir.

Por otro lado, Carla Carrizo hizo alusión a la ley de despenalización del aborto por causales promulgada en 1921 que fue vanguardista para la época y que no funcionó porque a partir del ’30 empezó la “historia de la espada y la cruz, la militarización y la ausencia de ese país democrático y secular”. También habló de que esta ley es un punto de partida y no de llegada, porque este debate abre muchos otros debates referentes al puesto de las mujeres y disidencias, al desenvolvimiento de la vida que conocemos hoy, armada sobre la opresión en base al género. Otra de los discursos interesantes fue el del diputado del Frente de Todos, Leonardo Grosso quien habló del rol del varón en este tipo de debates y rescató la lucha de las históricas militantes feministas. Aludiendo a la estructura sexista de la sociedad dijo que “necesitamos que nuestras mujeres salgan del estado de libertad condicional en las que las pone el patriarcado”.

*Venezolana. Licenciada en Ciencia Política, UBA. Docente de la UBA en la materia Análisis del discurso de las izquierdas argentinas en la Facultad de Sociales. Grupo de Estudios sobre Marxismo e Historia Argentina en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Grupo de Investigación Feminismo y Política, UBA. Twitter: @deangelisas