Cuando el gobierno nacional se aseguró la disolución del PRO en su espacio, no solo se apropió de nombres propios y de cierta estructura territorial “amarilla” para la disputa electoral de medio término contra el armado unitario de Fuerza Patria: también fue el comienzo de la instalación de un discurso “antikuka”, propio de las expresiones más extremas del antiguo polo de confrontación macrista contra el “populismo”.

Con la bandera desplegada en La Matanza en su viaje exprés de quince minutos y bajo la leyenda “Antikirchnerismo nunca más”, los hermanos Javier y Karina Milei inauguraron un nuevo capítulo proselitista de retórica netamente enfocada en la disolución de su principal adversario opositor, con el que se disputan mano a mano el primer round legislativo del 7 de septiembre.

A este episodio le siguió la presentación de Milei ante 4 mil personas en La Plata, junto al armador bonaerense y ahora candidato a diputado nacional Sebastián Pareja, y de las caras visibles de la elección en la Provincia de Buenos Aires, que tienen que darse a conocer a menos de tres semanas para los comicios.

“Es momento de sacarlos a patadas de una vez. Tenemos que ir a votar, como si se tratara de un acto de defensa personal”, había sintetizado el mandatario, en una jugada arriesgada de la Casa Rosada.

LLA ponía así a su líder al frente de la elección provincial, con más para perder que para ganar en caso de que tenga que soportar una estampida de los bancos y grandes fondos de inversión, si se diera un resultado negativo.

Lo que hasta hace unas semanas solo se circunscribía al “riesgo kuka” en materia económica y financiera, frente al mundo de los mercados internacionales, busca instalarse en el territorio más caliente de la Argentina.

Y el Gobierno lo hace sin más logros de gestión en su haber que una desaceleración inflacionaria, explicada por una medición antigua del INDEC del 2004 que subvalora los gastos en vivienda, transporte y comunicaciones, por el atraso cambiario y por los salarios deprimidos.

Sin ningún pergamino propio que pudiese explicar un apoyo al proyecto “libertario” por la positiva, y con un creciente descontento por la situación económica, que se evidencia cuando el 46,3% de los hogares reportados por Management & Fit indica que sus ingresos no son suficientes para cubrir los gastos del mes, el voto hacia LLA se busca desde la motivación antiperonista desde las valoraciones más viscerales: odio y violencia. No hay nada de nuevo, ni de impostación de una fuerza que venía a cambiar la política.

En esa línea es que Milei impuso su deseo, contrario al de Karina, que es la que define los lineamientos partidarios, y puso a José Luis Espert al frente de la elección para diputados nacionales del 26 de octubre por la PBA.   

El diputado sospechado de vínculos con un agente del narcotráfico buscado en Estados Unidos no es en absoluto del agrado de la secretaria General de la Presidencia, por el distanciamiento que había tenido con Milei en el 2021.

Pero el jefe de Estado lo quería a como diera lugar en la cabeza de la boleta. Espert es la figura más notoria del armado en PBA para el Congreso nacional que tiene una proclama punitivista, que busca hacer pie con el reclamo por más seguridad en el Conurbano bonaerense.

Su perfil provocador contrasta con su contendiente por Fuerza Patria, el excanciller Jorge Taiana. El plan de consenso en el peronismo apunta al cansancio del electorado de la confrontación permanente que Milei y sus representantes imprimen en la agenda pública.

El foco en el discurso manodurista y de eliminación del peronismo de Espert, al que le cuesta hacer pie en Provincia de Buenos Aires, tiene resonancia con más apoyo desde la Ciudad de Buenos Aires desde una figura que sí ejecuta lo que amenaza realizar, con la cartera de Seguridad bajo sus espaldas.

En la capital nacional se impuso el nombre de Patricia Bullrich, que tiene una valoración positiva del electorado porteño y es quien, en los sondeos de opinión pública, más cerca se posiciona de Javier Milei.  

A pesar de que Karina Milei finalmente no aprobó muchos de los nombres que la exfuncionaria de la Alianza y de CAMBIEMOS para el Congreso nacional (Pablo Walter, Gerardo Milman, Daniela Reich y la ex Jugate Conmigo Felicitas Beccar Varela), y solo ubicó para diputado en PBA al economista y excolaborador de campaña Carlos Pirovano, sabe del potencial electoral de Bullrich en CABA.

Su discurso extremo en materia punitiva, con desmedidos y violentos operativos en este año y medio de gestión, con un pasado de spots alusivos a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y un penal de detención, con viralización de frases contundentes sobre la necesidad de “liquidar” al kirchnerismo, parecen ser su carta para imponerse cómodamente entre el electorado porteño.

Pero igual que con Espert, Karina desconfía de Patricia. Su armado propio, su multifacética trayectoria, su independencia política con perfil de “patrulla suelta”, y su plasticidad para acomodarse a los vientos electorales hacen que desde hace un tiempo hacia esta parte la hermana del binomio presidencial desconfíe de la titular de Seguridad.

El recurso de Karina para quitarla de la primera plana del Gabinete puede tener sus costos: un holgado triunfo de Bullrich en CABA le abriría el panorama para buscar la jefatura de Gobierno en 2027. O, en el peor escenario, un salto a la carrera presidencial si Milei cae en picada.

Tiene sentido. Es la política nacional que mejor interpreta el mensaje “novedoso” ultraviolento que quiere asumir LLA, pero en cualquier momento puede jugar por fuera de la fuerza que llegaba al poder para dinamitar a la “casta”.