Cristina Kirchner pateó el tablero esta tarde. A menos de 48 horas del triunfo electoral de Juan Schiaretti en Córdoba y en medio de la batahola de surfistas que especulan sobre su destino y el de Alternativa Federal (AF), la ex Presidenta se presentó a la reunión de la Comisión de Acción Política del PJ y cundió la conmoción dentro del peronismo.

La noticia había corrido como reguero de pólvora por Twitter al anunciarse su aparición inminente. Y bastó una foto de familia con la senadora bonaerense por Unidad Ciudadana en el centro de la escena para que la emoción se volviera Trending Topic. Para colmo, el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, soltó por WhatsApp un flyer con el hashtag “#Vuelve”, apenas terminada la reunión. Había trascendido que, al entrar al reducto de la calle Matheu, cada asistente dejaba su teléfono celular en un sobre con su nombre pero es probable que el CM del vicepresidente del PJ de la Provincia de Buenos Aires haya trabajado desde afuera para que su jefe se luciera, rápido de reflejos, en las redes sociales.

Donde la martingala cayó como un baldazo de agua fría fue en el campamento de Roberto Lavagna y los peronistas que se ilusionaban con el aporte mediterráneo de Schiaretti. El cimbronazo no radica en que el ex ministro de Economía no cuente ahora con algún atributo o chance que ostentaba hasta ayer sino en la fuerza centrípeta que ejerce la figura de CFK en todo el peronismo: imanta, indefectiblemente, también a los que la rechazarían en otro contexto.

De ahí que las palabras respetuosas y cuidadosamante elegidas por Alberto Fernández hacia el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, cobren cada vez más sentido. Si el tigrense regresa al redil, el video de los cuatro payadores filmados en las oficinas de Guillermo Seita, Massa y Schiaretti mismos, el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, y el senador Miguel Angel Pichetto, perdería una cuota de su humilde densidad inicial. “Massa construyó una fuerza, que mide 5, mide 10 o mide 15 puntos pero mide”, dice el ex jefe de Gabinete acerca de uno de sus sucesores en el cargo cada vez que se lo preguntan. En el Instituto Patria admitían esta tarde que “el próximo paso puede ser Massa”, aludiendo a una foto, un encuentro o algún tipo de acercamiento que formalice lo que ambos dicen del otro por separado o por interpósitos voceros.

El derrotero que elegirá Schiaretti es menos incógnito de lo que aparenta. Su exégesis del cordobesismo y la táctica cristinista de no plantarles candidatos a los gobernadores peronistas que revalidan en sus territorios es una moneda que lleva la cuña de la supuesta prescindencia de un lado y la efigie del pragmatismo del otro. Cerca del mandatario cordobés alientan versiones sobre sus intenciones de prestarse a la contribución de una expresión que supere el antagonismo entre el macrismo y el kirchnerismo pero, como el diablo sabe por sabio pero más sabe por viejo, no se inmolará en una experiencia que desemboque en la intrascendencia. La encabece Lavagna o cualquiera que se preste a la aventura.

Así, el hilo de Ariadna con el que la ex Jefa de Estado se metió al laberinto del minotauro peronista viene enhebrando hitos en todos los rescoldos del camino. Sin ir más lejos, un destacado dirigente de la juventud en los 70’ celebró con énfasis la alusión al tercer peronismo que Cristina hiciera durante la presentación de “Sinceramente” en la Feria del Libro. “¡Es el tercer Perón, es el tercer Perón!”, le gritaba desde el otro lado del teléfono a un militante curtido en la función pública y representativa durante los mandatos kirchneristas, y antes también.

El desparramo distrital

La magnitud de las sondas que genera cada movimiento de la ex Presidenta voltea los castillos de arena que arman en los distintos laboratorios políticos. Sin ir más lejos, el entramado opositor en la Ciudad de Buenos Aires queda pedaleando en el aire ante los dribleos de CFK: ayer se lanzó el espacio Ampliar, con la legisladora Victoria Donda y el senador Pino Solanas a la cabeza pero el respaldo del PJ porteño y sectores de una centroizquierda que solía ser crítica con el Frente Para la Victoria.

A esa hora, Mariano Recalde seguía los detalles de ese mitin en medio de una reunión con uno de los posibles candidatos a comunero por la Comuna 13. Paradójicamente, había sido a través de una foto con el ex titular de Aerolíneas Argentinas que el bloque de legisladores kirchneristas se enteraban de las posibilidades que tenía el cineasta y autor de “Los Hijos de Fierro” de quedarse con la senaduría en representación de Unidad Ciudadana.

No le va a la zaga en suerte el presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, que aguarda una constelación de hechos para lanzarse como candidato a jefe de Gobierno porteño. Mientras más centralidad gana la ex Presidenta y menos gestos hace por asumirse como una expresión local, con otros matices, de la experiencia gubernamental anterior, más se desdibuja: colgarse de una boleta presidencial con las figuras de Lavagna y el socialista santafecino Miguel Lifschitz no parece muy seductor ni novedoso pero, en una jurisdicción cuya mitad del electorado vota con prosternación a Elisa Carrió, todo es factible. Tal vez por eso, no sea un desacierto el acercamiento que busca el joven dirigente del fútbol con la actriz Dolores Fonzi, quien llamó a “reinventar la política” en una entrevista publicada recientemente en Revista Kamchatka. Penda de radicales y socialistas o penda de un armado kirchnerista, la dupla Lammens-Fonzi tienta a los que todavía anhelan que aparezca algo distinto en la cuna del macrismo.