El presidente electo Alberto Fernández ingresará a la sede de calle Azopardo de la central sindical CGT para participar de un plenario de secretarios generales. Hacía once años que un primer mandatario no visitaba el edificio cegetista. Tras su regreso de México Fernández busca construir consenso en la letra chica de una de las principales leyes que se debatirán durante un diciembre caliente en el Congreso: el Acuerdo Económico y Social. Tal como anticipó está semana el diputado santafesino Agustín Rossi a Diagonales, un pronóstico confirmado en la reunión de hace dos días entre Sergio Massa y Emilio Monzó, habrá sesiones extraordinarias en la Cámara Baja. El gobierno entrante quiere y necesita aval parlamentario para diseñar la nueva hoja de ruta de la Casa Rosada.

El dirigente más votado en octubre ha dedicado buena parte de larga transición presidencial, iniciada en los hechos tras el contundente triunfo del Frente de Todos en las PASO, a pulir un entendimiento para el primer tramo de su gobierno con dos actores relevantes: la Unión Industrial Argentina y la Central General de Trabajadores. En ese sentido parecería querer reflotar una marca emotiva de la memoria justicialista: unidad entre el capital y el trabajo.

¿En qué consiste el Acuerdo Económico y Social? Falta conocer la letra chica pero, evidentemente, el presidente electo busca un margen de tregua para que empresarios y trabajadores resignen una parte de sus demandas hasta que el rumbo de la nave económica puede estabilizarse. Sin embargo, según trascendidos, esa ventana de tiempo en la que Fernández establecería un piso y un techo tanto a precios como a salarios sería “de 180 días”. Al parecer, el primer semestre de los Fernández no promete el paraíso pero sí lograr una base de concordia social.

Diagonales habló con Daniel Catalano, Secretario General de ATE Capital y Secretario Adjunto de la CTA de los Trabajadores, para conocer su opinión sobre el naciente diálogo abierto entre el gobierno entrante y el movimiento obrero organizado. “Alberto ya anticipó que lo primero es empezar a recomponer el salario, por lo que tomamos esas declaraciones como anuncios auspiciosos de lo que deben ser las primeras paritarias del año 2020. La masa salarial perdida en estos cuatro años es mucha, y la desigualdad que eso produce es muy grave. Las y los trabajadores estatales fuimos muy golpeados por la inflación, incluso somos de los sectores que más salario perdimos en términos reales. La mayoría de los estatales están bajo la línea de pobreza, casi el 70% de la planta del Gobierno de la Ciudad, y alrededor del 35% de la planta del Estado nacional. Sin embargo, también entendemos que la situación económica es delicada, y llevará tiempo avanzar en esa recomposición a nivel integral”, comienza diciendo Catalano.

“Los más castigados durante el macrismo hemos sido las y los trabajadores, y creemos que los sacrificios para poner al país de pie ahora deben hacerlo los sectores que más han acumulado con el modelo especulativo. Sin embargo, los empresarios de los sectores productivos, los responsables de llevar adelante la gestión del Estado, entendemos que tienen un escenario más complicado para poder recomponer la situación, y ese diálogo y marco de acuerdo es necesario para ir sentando las bases de un modelo productivo, expansivo, de un Estado presente y activo”, continúa su lectura del Acuerdo Económico y Social Daniel Catalano.

Por último Diagonales preguntó al referente de la CTA cuál es su mirada en torno a la reunificación del mapa sindical. “Hemos promovido la unidad desde el primer día que nos hicimos cargo de la conducción de ATE Capital, e incluso esa ha sido nuestra principal diferencia con la conducción nacional del sindicato y con varios actores del sindicalismo en general. Sin embargo, nuestra bandera y nuestro lema ha sido que "la unidad es el camino" y desde allí construimos las bases para reunificar las CTA. En ese proceso, que avanza, se fue gestando también la iniciativa para volver a la CGT, y así como lo planteamos desde ATE, lo ha tomado Hugo Yasky como imperativo para el trabajo de las centrales que todavía estamos organizados en otro esquema. No comulgamos con muchas cosas de la CGT, porque en cierto sentido, tanto la hegemonía de un grupo particular de dirigentes que están enquistados allí desde hace años dándole la espalda a sus propias bases, como las dificultades estatutarias para que el modelo sindical sea más representativo, democrático y participativo, hacen que sea difícil ponernos de acuerdo en pocos días. Sin embargo, entendemos que el puntapié es hacer públicas nuestras intenciones de coincidir todos en una única central obrera”, concluye Catalano.