Tras la polémica por la presión macrista que derivó en la ausencia de Nicolás Maduro en Argentina, Alberto Fernández dio inicio oficial a la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), con un discurso donde llamó a fortalecer la democracia ante “el avance de una derecha recalcitrante”. La disertación del jefe de Estado argentino tuvo lugar esta mañana en el Hotel Sheraton Buenos Aires.

“La ultraderecha que se ha puesto de pie y están amenazando a cada uno de los pueblos, y no debemos permitir que esa derecha recalcitrante y fascista ponga en riesgo nuestros pueblos”, sostuvo Fernández en el marco del discurso que pronunció frente al conjunto de dirigentes y mandatarios de toda la región, entre ellos el líder brasileño Lula Da Silva.

VII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC

“Lo vimos primero con el golpe en Bolivia (en 2019), que solo duró un año. Lo vimos cuando la locura invadió las calles de Brasilia (el pasado 8 de enero). Lo padecimos sistemáticamente en Argentina cuando alguien intentó matar a nuestra vicepresidenta (Cristina Kirchner). Esto no lo podemos permitir", agregó Fernández.

Sin dudas, el desarrollo de la Cumbre viene marcada fuertemente por la presencia de Lula, quien volvió a tomar las riendas del poder en Brasil tras haber atravesado en los últimos años un proceso de “lawfare”, similar al que ahora debe enfrentar Cristina Fernández de Kirchner. 

Por otro lado, el presidente argentino también recordó que durante su participación en la Cumbre de las Américas llevó “el reclamo del fin de los bloqueos que países latinoamericanos aún padecen”.

Asimismo, el jefe de Estado sostuvo que “la oportunidad de unir a la región es un imperativo que se impone sobre nosotros”. En esa línea, agregó: “El mundo ha tenido cambios. Post pandemia la globalización no funciona como funcionaba. La globalización dejó en evidencia las carencias del sistema económico” y criticó que “el 1% más rico tenga la misma riqueza que el 40% más pobre”.

Uno de los temas que marcará la reunión será el impacto de los hechos ocurridos en Brasil una semana después de la asunción de Lula, cuando miles de bolsonaristas invadieron y provocaron destrozos en las sedes de los tres Poderes del Estado: el Palacio del Planalto (Casa de Gobierno), el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF).