“¿No les parece que son datos elocuentes para pensar que el vaso está medio lleno? Como dicen los vendedores ambulantes, por si esto no alcanzara les ofrezco más” soltó Alberto Fernández con una sonrisa entre socarrona y chicanera. Corría la mitad de su discurso en el cierre del 58º Coloquio de IDEA y el Presidente pasó de su tercera “filmina”, que mostraba para 2022 los mayores niveles de producción industrial en los últimos seis años, a la cuarta, que mostraba la evolución de 27 meses consecutivos de creación de empleo industrial registrado y el dato de los 92.000 puestos de trabajo más que hoy se cuentan respecto a diciembre del 2019. Ese fragmento puede resumir lo que fue la intervención de Fernández ante un auditorio que los escuchaba casi por compromiso: defensa de su gestión, ratificación del rumbo y dardos sutiles pero firmes para con los dueños del capital.

Es que la presencia del Presidente para cerrar el coloquio no había generado mucho entusiasmo en la previa, e incluso no fueron pocos los empresarios que se fueron del salón una vez terminado el panel previo, que juntó a los gobernadores de Jujuy, San Juan, Chaco, Santa Fe y al Jefe de Gobierno porteño. Ya habían pasado por las diferentes instancias las principales figuras de la oposición y el oficialismo, entre las que no se contó a nadie del riñón cristinista, ya se había proyectado la entrevista grabada que dejó Sergio Massa antes de irse a Washington, y el empresariado del círculo rojo consideraba a esa altura que poco podría aportar de novedoso o interesante la alocución de un Presidente devaluado. Los que se quedaron a escucharlo tuvieron que presenciar su intento por revertir esa imagen, recurriendo a datos de la economía y frases provocadoras que tampoco cayeron muy bien en una platea indiferente.

Alberto vs el círculo rojo, la oposición como futuro gobierno y ausencia K

A pesar de que el lema del encuentro de este año, celebrado en Mar del Plata, fue “Ceder para crecer”, el empresariado nucleado en IDEA hizo foco durante sus intervenciones y en el pasilleo del evento en la necesidad del ajuste para lograr el equilibrio fiscal. El primer día del encuentro, la cuenta de Twitter de la fundación publicó una encuesta cuyo resultado resulta sugestivo para entender la postura del círculo rojo. “¿Qué implica ceder para crecer?” rezaba la consulta que ofrecía tres respuestas posibles: “crecer en exceso”, que tuvo el 7,8% de los votos, “un futuro mejor” que cosechó el 36,9%, y “Beneficios empresariales” que arrasó con el 55,3%. Para el empresariado argentino, quien tiene que ceder es el sector público (y por ende la población) en pos de ofrecerles a ellos mayores beneficios a la hora de invertir y ganar.

Frente a esta postura se plantó el Presidente, que les tiró arriba de la mesa a los presentes en su discurso una parva de números para hacerlos ver “el vaso medio lleno”. Crecimiento de la actividad, del empleo, datos por rubros y la serie de tres años consecutivos de crecimiento que se completará el año que viene, algo que no sucede desde 2007, fueron las cartas que mostró Fernández en algo que sonó a reto para con un empresariado desagradecido en la mirada presidencial.

Quizás el dato más gráfico en ese sentido fue el del nivel de inversión, que llegó al 22,3% en el segundo trimestre del 2022, la tasa más alta en 29 años según afirmó Fernández. “Yo les agradezco a todos, porque han invertido los empresarios, ustedes hicieron ese número, no lo hice yo eh, ustedes lo hicieron. ¿Y por qué invierten? ¿Por qué dudan? ¿Por qué ven el vaso vacío? Invierten porque ven todas las curvas anteriores” disparó el Presidente, haciendo referencia a los gráficos precedentes que mostraban curvas ascendentes de actividad, crecimiento y generación de empleo. Más de un empresario se atragantó con el postre frente a la chicana.

Pero Fernández no se quedó ahí. Después de achacarles tácitamente a los empresarios su falta de apoyo en momentos donde tienen números tan positivos, producto de una gestión que el Presidente se encargó de recordar que lleva tres años, dos de los cuales fueron con pandemia y el tercero con guerra, llegó el cruce más fuerte de su intervención. “En este Gobierno, ¿alguien les pidió un centavo para hacer obra pública? En este Gobierno que entregó 65.000 viviendas, ¿alguien les pidió algo para poder llevar adelante esas obras? En este Gobierno, ¿alguien los mandó a espiar? En este Gobierno, ¿alguien usó a la AFIP para que se metan en las empresas de aquellos que nos critican? Los desafío porque la respuesta es no” sacudió Fernández elevando el tono y con el ceño fruncido. Además de al círculo rojo, los tiros por elevación volaron hacia el macrismo y hacia CFK, a cuyos gobiernos el Presidente atribuyó tácitamente lo que en su gestión no sucede.

Alberto vs el círculo rojo, la oposición como futuro gobierno y ausencia K

Alberto Fernández cerró su intervención en lo que mucho leyeron como una especie de relanzamiento, un intento de volver al centro de la escena tras el debilitamiento que sufrió luego de la llegada de Massa y el intento de asesinato a CFK. “Muchas veces me dicen débil, que tengo que ser más fuerte y corajudo y yo digo: No quiero ni la prepotencia de los soberbios ni el coraje de los mercenarios, sigo creyendo en el diálogo” lanzó con claro destino a la interna oficialista, frente a la cual sacó pecho cerrando el discurso a puro auto bombo: “Seré muy débil, pero el que enfrentó la deuda con el FMI se llama Alberto Fernández, el que enfrentó la pandemia se llama Alberto Fernández, el que fue a buscar las vacunas fue Alberto Fernández, el que sigue enfrentando la guerra y los que seguimos luchando por una Argentina mejor somos todos nosotros”.

LA OPOSICIÓN O EL FUTURO GOBIERNO

Parte del enojo del Presidente tuvo como raíz el hecho que el círculo rojo estuviera mucho más pendiente de las presencias opositoras que de la suya. Y es que el empresariado rosqueó durante todo el evento con distintos referentes opositores, a quienes interpelaron casi dando por hecho que serán gobierno el año que viene. Como no podía ser de otra manera, la oposición trasladó su interna al evento.

Horacio Rodríguez Larreta buscó mostrarse como un posible presidente moderado pero pro empresarios. Eligió el escenario público, en una disertación que compartió junto a Gerardo Morales, Sergio Uñac, Jorge Capitanich y Omar Perotti horas antes del cierre de Alberto Fernández. El alcalde porteño fue el más aplaudido de ese tándem, cuando propuso un proyecto de ley para la modificación del sistema de multas laborales, un tema que toca el corazón del empresariado.

Otra de las presidenciables del PRO eligió otra estrategia. Patricia Bullrich no expuso en esta edición del coloquio, pero fue el centro de uno de los almuerzos privados que organiza el evento con distintas personalidades relevantes del país. De todos los que se organizaron para este año, el de la presidenta del PRO fue el que más expectativa y demanda para participar generó, marcando la adhesión de buena parte del establishment para con la representante del ala dura de JxC. En su cuenta de Twitter, Bullrich se hizo eco de ello y dejó el mensaje que la oposición pretende instalar: “Hoy estamos siendo vistos por los empresarios como una verdadera opción de poder. Tenemos el carácter, el equipo y las ideas: vamos a darlo todo por el cambio en la Argentina” posteó.

Tweet de Patricia Bullrich

Facundo Manes también eligió el perfil bajo, pero cosechó buenos frutos de su gira por el coloquio. Allí fue muy solicitado por los empresarios, que rescataron su actitud de criticar el espionaje ilegal de Mauricio Macri. El dirigente radical aparece a los ojos del establishment como un posible contrapeso institucional a los desvíos en el manejo del poder que pueda tener el macrismo y supo explotarlo en Mar del Plata.

Gerardo Morales siguió la estrategia de Larreta y, a diferencia de Manes, su planteo fue en público y frente a la tribuna. El Gobernador de Jujuy sabe que debe ocupar un espacio político a partir de su firmeza, algo en lo que compite con Patricia Bullrich, y desde el escenario afirmó que en caso de ser presidente implementará en un mes todas las “reformas necesarias”. Incluso, para ello, se negó al compromiso de  no utilizar los DNU como una carta en caso de no tener mayoría legislativa, planteando que utilizará “las herramientas que sean necesarias”. “Lo que viene para gobernar el país es liderazgo y capacidad de gestión. Espero que le toque a alguno de los que estamos en el panel” dijo Morales, dejando en claro que de no ser él el próximo presidente, su apuesta es por Larreta, con quien compartía panel.

Tweet de Gerardo Morales

Así pasaron los principales presidenciables del radicalismo y el PRO por la fiesta del círculo rojo, con estrategias distintas y cada uno intentando explotar su perfil de cara a quienes pueden terminar siendo accionistas de sus eventuales candidaturas.

MASSA, GOBERNADORES PERONISTAS Y AUSENCIA K

Dentro del oficialismo, la palabra más esperada era la del ministro de Economía, Sergio Massa, quien dejó grabada una entrevista a sabiendas que el coloquio se cruzaba con su gira por los EEUU. Massa hizo juego con el lema del encuentro y tiró otro de los guiños que más gustan en el círculo rojo: “La política tiene que ceder y dar el ejemplo de austeridad” dijo el tigrense en una promesa directa de más ajuste, pero completó su frase con que “también los sectores económicos de la Argentina tienen que ceder algunos beneficios que a lo mejor vienen de hace muchos años”.

El ministro apuntó a la construcción de un acuerdo político, a sabiendas de que él mismo puede ser el mayor beneficiario de la construcción de un rumbo común con el empresariado, que aporte a estabilizar la economía y le permita llegar con chances de ser presidente al 2023: “Gobierne quien gobierne en la Argentina, fijemos reglas que hagan más fuerte al Estado, hagan más creíble la moneda, mejoren las reservas, dinamice más la actividad económica, aumenten la inversión” soltó.

Tweet de IDEA

A esa línea acuerdista se subió el Gobernador de San Juan, Sergio Uñac, otro con aspiraciones presidenciales en el peronismo. “Le debemos al país, fundamentalmente los políticos, un proyecto que pueda coincidir en aspectos básicos” dijo para el deleite de la platea. Otro que también se anota en la lista de candidateables, el chaqueño Jorge Capitanich, apuntó al acuerdo pero con una exigencia un poco más dirigida hacia el empresariado: “En la Argentina, muchas veces ponemos muchas reglas y no las cumplimos. Debemos tener un gran consenso para cumplirlas” afirmó, expresando también que si el país es ingobernable es justamente porque no se cumplen las reglas. Omar Perotti, por su parte, se encargó de destacar que Santa Fe concentra entre el 22% y el 24% de las exportaciones nacionales y el 44% del superávit nacional.

El último gran dato político del coloquio fue la total ausencia de representantes del kirchnerismo. El Coqui Capitanich, si se quiere, fue lo más cercano a la tropa K que circuló por los pasillos del hotel Sheraton marplatense. Si bien es una tradición kirchnerista la distancia con ese espacio, que en alguna época era un reducto del macrismo, las últimas participaciones de Eduardo Wado De Pedro en distintos foros empresariales, como el del hotel Llao Llao, hacían presumir una posible presencia de quien es el embajador K ante el círculo rojo. Ese gesto no existió y el kirchnerismo envió de esa forma su mensaje no solo al empresariado, sino también al interior del FDT. Que Massa y el albertismo se encarguen de ese vínculo pareciera ser la idea del cristinismo, más concentrado en cómo reconectar con los sectores sociales más postergados, que hoy sufren la crisis y son votos que se escapan de cara al 2023.

El 58º coloquio de IDEA pintó parte del mapa del poder. Un oficialismo dividido, donde la accionista mayoritaria decidió ningunear la instancia, el ministro de Economía participó a la distancia y el Presidente fue más para intentar recuperar una autoridad propia perdida que para tender algún puente. Una oposición en la que todos desfilan como candidateables, mostrando sus plumas para intentar seducir a un círculo rojo que ya la ve como gobierno. Y un empresariado que recuperó y aumentó sus márgenes de ganancia, que observa un oficialismo debilitado y una oposición necesitada de su bendición, frente a lo cual presiona para obtener cada vez más beneficios y posiciones de privilegio. Como siempre, ceder que cedan los demás.