La Argentina está acercándose a una nueva elección presidencial. Con la que se llevará adelante en los próximos meses, el país habrá tenido nueve elecciones presidenciales consecutivas desde el regreso a la democracia en 1983. En aquella elección, por primera vez un candidato radical vencía a un peronista en elecciones competitivas a nivel nacional. En la de 2015, también por primera vez un actor no perteneciente al radicalismo (si bien compartió con este espacio la coalición electoral) o al peronismo lograba llegar a la presidencia del país.

Los arriba indicados son dos hechos históricos, uno generado en la primera elección presidencial desarrollada en 1983 y el otro en 2015, la última hasta Octubre de este año. Ambos sucesos circundan un periodo de treinta y dos años, donde el sistema partidario argentino experimentó cambios. Uno de ellos remite a la mayor fragmentación. La tendencia al bipartidismo a nivel nacional (centrado en el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical) registrada en la década del ochenta y comienzos de los noventa, dio paso progresivamente a un escenario de mayor fragmentación en las fuerzas políticas relevantes llevando con ello a que las alianzas electorales incrementen su importancia entre las anteriores: desde el Frente País Solidario, pasando por la Alianza, el Frente Para la Victoria, el Frente Amplio Progresista y llegando a Cambiemos, por supuesto que entre otras.

Si bien la mayor fragmentación no impidió que peronistas y radicales continúen accediendo casi de manera exclusiva a la presidencia (la excepción fue como se indicó en 2015, cuando ganó Mauricio Macri con la alianza Cambiemos, de la cual forma parte el radicalismo), desde hace varios años ya no puede pensarse al sistema partidario como uno donde la mayor importancia electoral recaiga sobre solo dos partidos políticos. Actualmente, el espectro es mayor y la expansión de la estrategia de las alianzas entre todas las fuerzas políticas así lo demuestra. Desde 1995 a la fecha, nunca hubo menos de tres fuerzas políticas con una cifra menor al 10% de los votos en elecciones presidenciales.

Si comparamos con los países limítrofes vemos diferentes situaciones. Brasil, con un sistema partidario que ha tendido históricamente la fragmentación, ha encontrado también en las alianzas un modo de administrarla políticamente. En los últimos años, las alianzas han girado en torno al Partido de la Social Democracia Brasileña y el Partido de los Trabajadores, las cuales fueron derrotadas en la última elección por Jair Bolsonaro desde la coalición liderada por el Partido Social Liberal. 

Argentina y la región en términos de la fragmentación del sistema partidario

En Chile, con un sistema de menor fragmentación aunque con una tendencia creciente en la misma (en la última elección presidencial ninguna fuerza alcanzó el 40% en primera vuelta), también las alianzas han sido relevantes. Agrupadas tradicionalmente en dos bloques, uno de centro-derecha y otro de centro-izquierda, su predominio fue casi quebrado por el Frente Amplio en 2017. En Bolivia, luego del colapso de su sistema partidario, el nivel de fragmentación se encontró en la oferta pero no tanto a nivel electoral, pues el Movimiento al Socialismo de Evo Morales es un partido que ha predominado a nivel nacional desde el año 2005 sacando una ventaja no menor al 25 % frente a su contendiente más cercano. 

Argentina y la región en términos de la fragmentación del sistema partidario

Finalmente, encontramos a Uruguay y Paraguay los cuales han sido los más estables en términos de lo analizado. En Uruguay, si bien el Frente Amplio gobierna desde 2005, la oferta electoral ha sido siempre encabezada por las mismas agrupaciones (junto a la anterior, el Partido Nacional y el Partido Colorado). En Paraguay lo que ha primado en las últimas décadas es un bipartidismo centrado en el Partido Colorado y el Partido Liberal Radical Auténtico. El mismo fue ratificado en las últimas dos elecciones presidenciales, donde estas dos agrupaciones concentraron entre si más del 80% de los votos. 

La Argentina ha contado con un sistema más fragmentado respecto al de la década del ochenta y donde ha habido con el transcurso del tiempo una reformulación de varias de las alianzas en competencia, sin impedir ello, que peronistas y radicales hayan continuado accediendo a la presidencia (con la excepción de 2015 cuando llegó al poder Mauricio Macri). Esta imagen es más similar a la encontrada en Brasil o Chile que respecto al resto de los países de la región más cercanos geográficamente. Es probable que lo mismo ocurra en Octubre con las próximas elecciones presidenciales.   

*Politólogo y Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Becario postdoctoral CONICET. Twitter: @hernant81