Aumentos de hasta el 36% en la carne aceleran la disparada inflacionaria
Malas noticias para el Gobierno en uno de los consumos más sensibles de los argentinos. Cortes populares como el roast beef y la carnaza común subieron 36% desde fines de marzo, y el consumo interno está en el peor nivel en 30 años. Se cae el relato de que la devaluación no impactó en los precios. Preocupantes despidos en el sector.
Aunque el presidente Javier Milei continúe su auto celebración permanente en redes, cargada de ataques a periodistas que critican la realidad económica del país, lo cierto es que el Gobierno recibirá una nueva mala noticia a mediados de mayo cuando se conozca la inflación de abril. A pesar de los intentos desesperados por parte del oficialismo por mantener a raya los precios, que incluyeron presiones a los supermercados y aprietes a sectores como el campo, la realidad se muestra mucho más compleja y difícil de manejar para un Gobierno que prometió soluciones que no llegan.
La distancia entre el relato oficialista y la realidad de los hogares argentinos puede observarse en múltiples aspectos, pero quizás el más claro sea la permanente caída del consumo popular. Y, si de consumos argentinos se habla, el de la carne vacuna quizás sea el más paradigmático de todos. En ese sentido, si la economía estuviera realmente “subiendo como pedo de buzo”, como Milei volvió a repetir casi un año después de pronunciar por primera vez esa expresión fallida, resulta difícil explicar que el consumo de carne vacuna se encuentre en sus peores registros en tres décadas.
La explicación de este retroceso no está aislada de la caída general del consumo, que en supermercados registra 16 meses seguidos a la baja, pero tiene aristas particulares. Luego de un 2024 en el que el Gobierno intervino para mantener los aumentos de la carne por debajo del crecimiento general de los precios, este año se dispararon y traccionan hacia arriba el IPC general, generando un problema político importante para el oficialismo.
Según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), desde fines de marzo se registraron aumentos en todos los cortes de carne vacuna, algunos de ellos cercanos al 40%. El dato relevante aquí es que esos aumentos comenzaron antes de la devaluación que se dio por el cambio de esquema cambiario, por lo que si bien la flexibilización del cepo puede haber impactado en parte, es probable que lo siga haciendo en las semanas por venir. Con el dólar moviéndose entre las bandas fijadas por el FMI, todos los precios de la economía muestran cierta inestabilidad y difícilmente la carne se estacione en los altos valores que ya tocó.
Lo peor de este escenario es que los cortes que más subieron son de consumo popular. Particularmente el roast beef y la carnaza común se incrementaron un 36% según el IPCVA, pasando de $9.759 a $13.300 y de $7.381 a $10.100 respectivamente. No fueron los únicos aumentos. El cuadril trepó un 33% de los $12.719 a $17.500, y la paleta un 32% entre los $10.152 que valía y los $13.400 que cuesta post devaluación.
Hubo cortes de consumo más exclusivos, como el lomo o la nalga, que subieron un poco menos, pero muy por encima incluso de toda la inflación acumulada en lo que va del año, registrando aumentos entre el 16% y el 28%. Tal vez el dato más preocupante de este contexto sea que ya no quedan cortes por debajo de los $10.000 por kilo.
Estos aumentos castigan aún más la mesa de los argentinos. La Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA) informó que el consumo de carne vacuna retrocedió un 2,7% mensual en marzo, profundizando una caída que en términos interanuales ya llega al 5,4%. A raíz de esta retracción, el CICCRA estableció que el consumo promedio de carne por habitante se encuentra en su nivel más bajo en 30 años, con 47,8 kilos anuales.
Por supuesto, esta brutal e imparable caída del consumo de carne afecta también a productores, comerciantes y trabajadores. Las ventas de carne en supermercados se desplomaron un 7,1% el último mes, y en autoservicios el retroceso fue del 3,7%.
En las últimas horas se conoció la noticia de que el frigorífico Devesa, ubicado en el municipio bonaerense de Azul y conocido como Azul Natural Beef, despidió a 100 trabajadores por la caída en las ventas. Entre los obreros de la planta circula la versión de que los despidos se incrementarían y que podrían llegar a 150. El argumento empresarial para explicar la decisión es la baja de la faena de 1050 novillos diarios a 750. La caída de las exportaciones juega un papel importante en esto, pero sin dudas la violenta contracción del mercado interno resulta determinante.
El panorama de la economía fronteras adentro de la Argentina se muestra oscuro. Por fuera de los sectores que vienen haciendo grandes negocios con el modelo de Milei y Caputo, como la especulación financiera, la minería y el petróleo, la mayoría de los sectores más dinámicos de la economía muestran preocupantes caídas traccionadas por el desplome del consumo interno. La carne quizás sea un ejemplo paradigmático pero está lejos de ser el único. Y aquí la principal explicación tiene que ver con el principal ancla que el presidente y su ministro encontraron para intentar frenar la inflación: pisar todo lo posible los aumentos de los salarios.
Aunque Milei se esfuerce por imponer su relato, la realidad es inocultable y lo deja cada vez más en evidencia. Una encuesta reciente de Zuban Córdoba expresó esto con contundencia: cuando el presidente dice que los salarios aumentaron, sólo un 26% le cree mientras que un 66,5% no le cree. El oficialismo recorre un camino riesgoso y en apenas unas semanas tendrá nuevos test electorales en varias provincias, con la CABA como plato fuerte. Si los precios siguen subiendo y el Gobierno no logra mostrar un control de la situación económica por fuera de la especulación del carry trade, el relato libertario crujir en las urnas como no lo ha hecho hasta ahora en el casi año y medio de gobierno.