Tras la negación de Argentina a que se juegue la Copa América en el país, la CONMEBOL decidió llevar el certamen a Brasil, que ya abrió sus puertas para el evento. El desarrollo del torneo continental en el país vecino fue confirmado este lunes y abre nuevas incertidumbres sobre el impacto regional por el delicado escenario sanitario y social.

Fue a través de la cuenta de Twitter de la CONMEBOL que se confirmó en las últimas horas la elección de Brasil como la nueva sede, tras la decisión de dejar afuera a Argentina de los países anfitriones, medida que fue ratificada en las últimas horas por el Gobierno argentino.

Desde la cúpula de Casa Rosada dejaron definiciones y fue el propio Alberto Fernández quien sostuvo que le había pedido “tiempo” a la Confederación Sudamericana de Fútbol, debido al crítico escenario nacional, que en este momento inicia una nueva etapa del DNU de confinamiento.

Cabe destacar que Brasil se ubica en el podio de los países con más contagiados de COVID19 a nivel mundial. A la fecha, el país gobernado por Jair Bolsonaro cuenta con 16.515.120 personas contagiadas desde que comenzó la pandemia y 461.931 muertes, según el reporte del domingo.

En ese escenario, el mandatario brasilero –reconocido por sus reiteradas posiciones de ninguneo o minimización de la pandemia mundial y las medidas de restricción- recibió el agradecimiento de la CONMEBOL, quien destacó la medida de abrir las puertas del país “al mejor fútbol del mundo que llevará alegría y pasión a millones de sudamericanos”.

Más allá del impacto en el mundo deportivo, la noticia cobra temperatura en el plano geopolítico, en un escenario regional ubica al país vecino como uno de los principales antagonistas de las políticas sanitarias de Argentina. El desarrollo de la Copa América en el país gobernado por Bolsonaro abre ahora nuevas incertidumbres sobre el riesgo epidemiológico que podría sembrar en la región, con el aval de la CONMEBOL.