“La mayoría de los oficialismos nacionales están en crisis o fueron impactados por la pandemia. Es una elección impredecible. Evitar triunfalismos y derrotismos” así arranca el manual de campaña del FdT que se filtró recientemente al que accedió Diagonales, y en donde se consignan los principales lineamientos del oficialismo para lo que viene y su mirada sobre la situación actual. Esas primeras líneas marcan la lectura del Gobierno, de la cual puede esperarse que condicione el tono de la campaña: el horno no está para bollos.

Con una sociedad agotada por la pandemia y golpeada por la economía, la clave del éxito pasará por ofrecer un horizonte de futuro realista a partir de algunos datos de la actualidad, y no subir el tono de las discusiones frente a un electorado ensordecido hace más de un año por el griterío entre oficialismo y oposición. Salir de posiciones defensivas y agresivas, polarizar sólo en cuestiones que se relacionen con el día a día de la gente y hacerse cargo de lo que falta pero marcando las prioridades que llevó adelante la gestión son el camino hacia el objetivo central: generar confianza en el rumbo del Gobierno del FdT.

EL DIAGNÓSTICO

El oficialismo sabe que gestionar un momento tan duro para la población no será gratis. A pesar de todas las medidas concretas que tenga para mostrar en defensa de su accionar para enfrentar la pandemia, una gran parte de la población le facturará los múltiples factores de descontento que abundan hoy. Esto es así acá y en cualquier país, y en el FdT saben que no pueden hablarle a la población solamente apelando a una racionalidad que matice por el contexto de pandemia la difícil situación económica y social que vive la Argentina.

Por eso el oficialismo no buscará necesariamente plebiscitar la gestión, sino renovar el compromiso electoral contraído con la población en 2019. En este sentido, los números que manejan muestran que si bien hay una leve mejora en la imagen del Gobierno nacional en el último tiempo, la intención de voto en la provincia se ubicaría entre 10 y 15 puntos más abajo que hace dos años. El escenario es terreno fértil para la anti política, marcado por la frustración y el malestar fundamentalmente con la gestión económica, y en ese contexto “la pandemia justifica pero no funciona como excusa”.

Otra diferencia con 2019 es el peso específico que podría tener el rechazo hacia el macrismo y sus listas. “El mensaje negativo no alcanza. Se necesita transmitir confianza para desalentar la fuga de votos hacia terceros” reza el manual. Si bien se identifica con claridad que la figura de Macri es la principal debilidad de la oposición, también se reconoce que otros dirigentes de la coalición opositora están entre los mejor valorados del país, por lo que puede esperarse un discurso mucho menos centrado en la polarización que el de 2019.

La cosa pasa por mostrarse más propositivos que defensivos. “Es difícil generar entusiasmo defendiéndose. Es necesario darle más volumen a la agenda propia, salir del encierro discursivo y esquivar el marco opositor”. Aquí estará planteado uno de los grandes desafíos del oficialismo, al que ya están pinchando de todos lados buscando las reacciones de sus referentes en el tono combativo que ya se les conoce a muchos de ellos.

La respuesta empieza en la vacunación y los cuidados durante la pandemia, que son vistos como la principal fortaleza del Gobierno, aunque tampoco cuentan con apoyos contundentes. Otra de las vías será descansar en las gestiones locales, que se identifican como con una mayor imagen positiva que la del Gobierno nacional, así como la marca Frente de Todos tiene mejor imagen que cualquiera de sus candidatos.

OBJETIVOS Y TARGET ELECTORAL

El manual del FdT plantea una serie de objetivos en distintos niveles. En general, el oficialismo se plantea mejorar la composición en Diputados y mantener la mayoría en el Senado, lo cual le permitiría perfilar los últimos dos años de mandato con otra cintura legislativa para encarar las reformas necesarias en el proceso de recuperación económica, sin depender tanto de las negociaciones con la oposición. Ese objetivo general se articula con otro considerado estratégico, que tiene que ver con generar confianza en el rumbo del Gobierno, aspecto que en cualquier encuesta que se mire muestra niveles muy preocupantes para el oficialismo.

Hilando más fino, se plantean objetivos más específicos. A nivel nacional, el peronismo unido apunta a superar el 40% de los votos, para lo cual se recuesta en Gobernadores y por lo que intentó a toda costa impedir las internas en los distritos que gobierna, algo que consiguió en casi todos los casos salvo ruidosas excepciones como la de Santa Fe. En la Provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral que suele marcar las lecturas sobre victorias y derrotas en las elecciones de medio término, el FdT aspira a alcanzar un 42%. Las pretensiones intentan ser realistas, como el horizonte que se busca ofrecer a la población, y la baja de ocho puntos a nivel nacional y diez en la provincia con respecto a los resultados de 2019 en las expectativas oficiales da cuenta de su lectura de la situación.

En esa diferencia de porcentajes, explicada por la potencial pérdida de votantes del FdT, es donde debe leerse la definición del público al central al que apuntará la campaña. El target será el “votante probable”, y el desafío está planteado en “persuadir a aquellos que a pesar de estar dispuestos a votarnos todavía no están decididos. A la vez, es necesario activar la desconfianza entre quienes podrían votar a Juntos por el Cambio pero rechazan la gestión de Macri”. En esa masa de votantes descontentos se juega la elección, y el FdT lo tiene claro. Son votantes a los que el oficialismo no necesita convencer de estar en las antípodas de Macri, pero que se encuentran disconformes con la situación económica y están permeables a otras ofertas electorales.

LA ESTRATEGIA, LA NARRATIVA, EL MENSAJE

El peronismo entiende que el compromiso asumido en 2019 tenía que ver con resolver problemas inmediatos en el corto plazo, pero también con ofrecer un camino en el largo plazo a partir de un cambio en las prioridades por parte del Gobierno. En ese sentido, el manual resalta cómo la pandemia ancló la gestión en las urgencias del presente, y plantea que esta campaña es la oportunidad para recuperar un futuro al que define como sensible, tangible y creíble. Por allí pasará la estrategia.

“Retomar la idea de futuro” es uno de los tres ejes de la narrativa a construir planteada por el FdT. Esa operación empieza por empatizar, que según el manual “no es sinónimo de llorarar o enojarnos todos juntos. Es ser capaz de comprender al otro y proponerle una salida”. Por otro lado, las soluciones inmediatas e inverosímiles están descartadas del menú electoral: “ser realista genera confianza”.

Un segundo eje tiene que ver con “Devolverle el sentido a la unidad”, entendida no como una meta sino como un punto de partida para solucionar problemas concretos. Aquí el oficialismo reconoce la existencia de ruidos internos que es importante no negar, sino presentarlos como algo positivo del frente: “más que hablar de unidad, el desafío es mostrar la diversidad en hechos que beneficien a la gente”. La síntesis sería la respuesta a una pregunta que el manual plantea en negrita: “¿Unidad para qué?”.

El tercer eje apunta a la diferenciación con el macrismo, pero plantea un contraste de modo positivo y realista: “sólo sirve si muestra diferencias tangibles en la vida de la gente”. El Gobierno ya venía bajando la línea de no hablar tanto de Macri y menos en un tono agresivo, entendiendo que los ataques al ex presidente, más allá de reforzar al núcleo propio, lo vuelven más aceptable para quienes rechazan al oficialismo. Y tal como está planteado el escenario, ese público es uno de los targets a ir a buscar.

En ese sentido el manual invita a salir de la defensiva y no enroscarse en las operaciones mediáticas, algo que el propio Alberto Fernández intentó durante unos días con el tema de las visitas a Olivos en pandemia, hasta que ayer terminó dando explicaciones en una entrevista radial con Víctor Hugo Morales. Según la estrategia oficialista, esa actitud de responder a las operaciones muestra al Gobierno impotente, y argumentar contra noticias falsas las refuerza. Habrá que ver cuánto caso podrá hacerle a este lineamiento una fuerza política caracterizada por la discusión y argumentación permanente.

“Nuestra mayor diferencia está en las prioridades. Nosotros cuidamos a la gente, a su salud, a su trabajo y ampliamos sus derechos”, por ese carril pueden esperarse los contrastes positivos con los que el oficialismo buscará diferenciarse de la oposición. Y allí se sustentará el corazón del mensaje polarizador, que el documento del FdT se sintetiza de la siguiente manera: “En estas elecciones decidimos cómo queremos salir de la pandemia. Si con trabajo y reactivación o volviendo al pasado”. Futuro versus pasado, una fórmula que se escuchó de bocas hoy opositoras, tendrá al parecer su remake esta vez al servicio del peronismo.

LA VIDA QUE QUEREMOS

El eslogan del FdT intenta sintetizar la visión que se le ofrecerá a la ciudadanía, ese lugar hacia el cual se está caminando y que está más cerca. “Un llamado a la acción. Una apuesta a la esperanza. A terminar con la languidez del encierro y el conformismo. A mejorar el ánimo y el autoestima”, así define el oficialismo ese horizonte deseado. Y a la hora de explicar cómo llegaremos allí traza un camino de postas bien claras para que sus militantes y referentes lo comuniquen a la población.

“La vacuna es el punto de partida hacia la vida que queremos” dice el Gobierno, y de cumplirse las expectativas de agosto como el “mes de la segunda dosis” quizás sus palabras resulten significativas a la mayoría de la población que llegue con el esquema de vacunación completo a la hora de meter el sobre en la urna. Y para todo lo que aún falta habrá una responsabilidad de la gestión de JxC y algún número de reactivación para mostrar.

La argumentación se plantea en pares de justificación/resultado parcial del estilo de necesitábamos renegociar la deuda para tener recursos para la obra pública/hoy ya tenemos más trabajo en la construcción que el gobierno anterior; o necesitábamos recuperar el Estado para ponerlo al servicio de la producción/hoy el empleo industrial es más alto que a fines de 2019; y una más, necesitábamos elegir entre los jubilados y las empresas energéticas/terminamos con los tarifazos y los jubilados recuperaron sus medicamentos gratuitos.

En esa doble pinza de una apelación racional a que la sociedad matice la difícil situación actual, culpando en parte a la herencia y en parte a la pandemia y que valore los esfuerzos del Gobierno a pesar de las dificultades, y otra emocional en la que se la convocará a recuperar la esperanza y la confianza en un futuro más cercano, allí se jugará el Gobierno su suerte para los dos años finales de mandato.

SEGMENTACIÓN DE LA CAMPAÑA EN PROVINCIA

Con alrededor del 40% del padrón electoral del país, la provincia de Buenos Aires no solo es el peso pesado de las elecciones en término de votos, sino que tiene además un alto componente simbólico. En elecciones de medio término, una victoria o una derrota en territorio bonaerense pueden condicionar totalmente la lectura de los resultados finales a nivel país. Corazón del peronismo y el kirchnerismo, las miradas estarán puestas en cuánta distancia terminará habiendo entre oficialismo y oposición en las urnas bonaerenses.

En ese sentido, y partiendo de la idea antes mencionada de que los gobiernos locales y la marca del FdT miden mejor que el Gobierno nacional, la intención del oficialismo es evitar en la medida de lo posible la nacionalización de la campaña en la provincia. Pero en el Gobierno saben que será imposible, al menos en el AMBA, por el peso de los medios de comunicación y la relevancia nacional de las figuras que van como candidatos. La estrategia, entonces, será jugar fuerte en ese terreno con las figuras más pesadas del Gobierno, e intentar que en el interior provincial las discusiones discurran por carriles más locales con referentes de cada territorio al frente de cada batalla.

Así, es de esperarse una campaña en los municipios del conurbano con una fuerte participación de Intendentes, del Gobernador Kicillof y de la dueña del mayor caudal de votos del país, la Vicepresidenta  Cristina Fernández de Kirchner. Sus apariciones sorpresivas en las semanas previas al cierre de listas no fueron azarosas, y el modus operandi se repetirá en campaña con dos objetivos: por un lado evitar las enormes aglomeraciones que podrían provocar presencias de CFK anunciadas con tiempo en algún distrito, foto que nadie quiere en el oficialismo en tiempos de pandemia. Por otro, seguir marcando la agenda con el factor sorpresa, y condicionar así la discusión de la campaña.

En el interior, la clave para leer lo que viene está en cómo se terminó dando el proceso de cierre de listas. El empoderamiento de los jefes comunales en lugares principales de las nóminas y el fortalecimiento de su relación con Máximo Kirchner, dan la pauta que tanto los temas como los  protagonistas de las discusiones tendrán un fuerte arraigo territorial y local.

Pueden esperarse, por ejemplo, discusiones y propuestas alrededor de los puertos de Bahía Blanca y Coronel Rosales en la Sexta Sección, el cordón industrial de la Ruta 9 como eje central en la Segunda, o las políticas como el plan de Desarrollo Rural hegemonizando la campaña en secciones sojero/ganaderas como la Cuarta o la Séptima. Otro eje prioritario será el de la obra pública, donde cada actor local intentará poner en valor la reactivación que la gestión Kicillof impulsó en este punto.

Con una campaña en pañales, algunos de estos aspectos ya comienzan a verse en las recorridas de los candidatos del oficialismo. A partir del domingo, la campaña comenzará oficialmente en medios de comunicación. Una oposición incisiva buscando calentar el partido y un oficialismo apostando a la templanza y a generar seguridad en el electorado es lo que puede augurarse, tal como vienen las cosas. Con la interna opositora en el medio, quizás los candidatos del Gobierno tengan un poco más de aire para bajar el tono de las discusiones y ofrecer un horizonte menos crispado a una sociedad agotada. El desafío está claro, y restará ver si el peronismo flexibiliza la cintura para moverse de su pose combativa, y si logra convencer a la sociedad de que el futuro que le prometió hace dos años hoy está más cerca.