Piedra libre a la casta: en un gesto que intentó oponer coraje al paro total de este jueves, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich montó un rimbombante operativo de marketing para mostrarse viajando en colectivo por una Buenos Aires prácticamente vacía. Sin embargo, su plan falló de forma rotunda: lo único que terminó por quedar a la vista es su pertenencia a una clase política acomodada que no usa tarjeta SUBE y que, encima, llama “caradura” a las personas que no tienen saldo para pagar el boleto.

El incómodo momento.

Es que mientras los principales diarios del Área Metropolitana mostraban las postales de una ciudad desolada en medio de un paro nacional con 90% de adhesión encabezado por la Confederación General del Trabajo (CGT), la líder del PRO ideó una genial iniciativa para ubicarse del lado de la “gente común”, esa que viaja en colectivo todos los días y sufre más que nadie los furiosos y constantes aumentos en las tarifas del transporte público.

Dicho y hecho, la funcionaria puso manos a la obra y encontró curiosamente al único colectivo repleto de pasajeros en toda la Ciudad de Buenos Aires. Cámara en mano, su equipo la filmó subirse a la unidad… Cuando algo salió mal. Bullrich se había olvidado de un pequeño detalle: que no tiene tarjeta SUBE, ya que, naturalmente, suele desplazarse en la comodidad de los automóviles institucionales o, en su defecto, en vehículos particulares.

Pero que no cunda el pánico: en una muestra de camaradería y entendimiento con esos pasajeros que son quienes más sufren el plan de ajuste del gobierno de Milei, la ministra pidió que alguien le preste una tarjeta entre los presentes así podía abonar el boleto correspondiente. Ante ello, un hombre accedió de buena manera y le entregó su SUBE personal a la dirigente, que, ahora sí, acercó el plástico al lector para pagar ante la vista de todos.

Sin embargo, resulta que esta tarjeta se había quedado sin saldo debido a los desmedidos incrementos en el valor del boleto, y el monto disponible no alcanzaba a costear el viaje. Bullrich reaccionó con desdén e increpó al pasajero por no poder abonar la tarifa actualizada: “No tiene saldo, viejo… Sos un caradura”. Finalmente, al ver que el asunto no avanzaba, al chofer del colectivo no le quedó otra opción que dejar viajar gratis a la ministra – “gratis” no, sino con el dinero de todos los contribuyentes.