Ya pasado el mediodía la autopista Buenos Aires – La Plata exhibía una procesión de micros y autos con banderas de toda procedencia que llevaban a los fieles al encuentro ella. Ella, la indiscutible figura principal del sistema político argentino de las últimas décadas, el centro gravitacional sobre el que orbita todo el universo de la política nacional y, fundamentalmente, el amor y el cariño de un pueblo que estaba deseoso de abrazarla tras lo que fue el intento de asesinarla. Nadie quería perderse la jornada en que, con el día de la militancia como excusa, CFK volvería al contacto directo con su gente en la máxima escala de un estadio repleto y con la ansiedad propia de los posibles grandes anuncios que se agitaban en la previa. Finalmente, el encuentro no dejaría grandes novedades en cuanto al devenir frentetodista pero sí oficiaría como una especie de misa cristinista, más enfocada en levantar la moral de una militancia golpeada por la dura realidad que vive el país que en sacudir el mapa político con alguna declaración sorpresiva.

El calor de la tarde del jueves no evitaba que las nutridas columnas se agolparan colapsando las diferentes entradas dispuestas sobre el boulevard 32. La indicación de llegar temprano difundida por La Cámpora en la previa fue respetada a rajatabla, y antes de las 15, a casi cinco horas de las palabras de CFK, las inmediaciones del Estadio Único Diego Armando Maradona ya eran un hormiguero. Se veía poca gente “suelta”, y la mayoría de la concurrencia se encuadraba en alguna de las cientos de columnas de organizaciones políticas, sociales, sindicales, de intendentes del conurbano, etc. que hacían fila esperando su turno para ingresar.

CFK, esperanza y unidad nacional: la fiesta cristinista desde adentro

Banderas y colorido sobraban en los alrededores del Único, y a todos les interesaba que su nombre estuviera presente y referenciado con el apoyo a CFK. “Vení, vení, mirá lo que es acá atrás. Este es histórico, con esto nos movemos hace más de 20 años” invita orgulloso un militante de Avellaneda a observar el pintoresco colectivo de Jorge Ferraresi que ya se viene haciendo costumbre ver en las convocatorias de CFK. Junto al nombre del intendente recientemente retornado a su distrito se lee prepotente un “CFK 2023”, con un imponente ploteo de la imagen de la Vicepresidenta copando la parte de atrás del vehículo.

CFK, esperanza y unidad nacional: la fiesta cristinista desde adentro

No sería la única referencia bonaerense en las inmediaciones. Otros jefes comunales, quizás no tan asociados a CFK como Gabriel Katopodis o Ariel Sujarchuk coparon de banderas y pasacalles el trayecto de entrada por el boulevard 32. Inflables con forma de zeppelin llevaban el nombre del intendente en uso de licencia de San Martín a las alturas, así como también el del PJ de Merlo o Moreno. Martín Insaurralde fue otro de los que se preocupó por que Lomas de Zamora figurara con presencia en las adyacencias y el interior del estadio. Con el amor del pueblo rebosante, ya nadie parece animarse a cuestionar o desafiar a CFK y todo el peronismo compite por rendirle pleitesía.

CFK, esperanza y unidad nacional: la fiesta cristinista desde adentro

Desde temprano se fue llenando el estadio. La idea original de ubicar a La Cámpora al frente del campo, como una especie de cordón humano gigante que asegurara la integridad de CFK, se cambió y la organización de Máximo Kirchner desplegó toda su dimensión en la tribuna opuesta al escenario. La columna camporista ocupaba un par de cuadras del boulevard y giraba entrando por el acceso de la calle 25, bendecida en la entrada por una enorme figura inflable de Maradona. El Diego estaría presente permanentemente en la jornada, ya todo un símbolo absoluto de la liturgia peronista y más precisamente cristinista. El video previo a la salida de CFK, que recorrió imágenes y frases de Perón, Néstor y Cristina, terminaría con la memorable frase maradoniana de “voy a ser cristinista hasta los huevos”. Más tarde, luego de sus palabras y minutos de saludos al público, CFK recién abandonaría el escenario cuando sonaban las estrofas de “la mano de Dios”, de Rodrigo.

Sobre los laterales del estadio se ubicaron otras organizaciones, principalmente sindicales, con una importante predominancia de la CTA y ATE. La CGT, cuya conducción responde a Alberto Fernández y tiene una enemistad histórica con CFK que basta recordar con los dardos cruzados entre Héctor Daer y Máximo Kirchner el pasado 17 de octubre, brilló por su ausencia. Apenas algunos sectores sueltos y dispersos entre la multitud llevaban sus banderas de la principal central de trabajadores del país, con la excepción de la UOM, que aportó una nutrida columna a partir del apuntalamiento que el kirchnerismo viene haciendo de su nueva conducción encabezada por Abel Furlán.

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El campo de juego estaba partido en dos, con un importante espacio pegado al escenario reservado con cientos de sillas para dirigentes y referentes y el espacio libre atrás para que se acomodaran el resto de las organizaciones, que no dejaron un centímetro sin ocupar con sus almas y sus banderas. Alrededor de las 18:30, horario en que se había avisado que se cerrarían las puertas del estadio, desde las alturas de la platea el espacio se veía absolutamente repleto por una convocatoria impresionante que dejó en claro el poder de movilización único de la Vicepresidenta.

Un rato antes, los dirigentes y referentes entraban por uno de los laterales del estadio para ubicarse en las sillas dispuestas al frente del escenario. Hubo presencias para todos los gustos, nacionales, bonaerenses, legislativas, del Ejecutivo, ex funcionarios, movimientos sociales, etc. El dato del pasillo de entrada era la división entre quienes se subían al operativo clamor por la candidatura de CFK para el 2023 y quienes preferían esquivar la definición planteando que no era momento de hablar de candidaturas y que no se podía anticipar cuál sería el mensaje de la Vice. Entre los primeros, cristinistas históricos como Leopoldo Moreau, José Luis Gioja o Martín Sabbatella, por ejemplo. Entre los segundos dirigentes como Eduardo Valdés, Julián Domínguez, Leandro Santoro o Leonardo Grosso, que eligieron hacer énfasis en la unidad y la esperanza que representaba el acto de CFK.

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La presencia de Grosso y otros referentes del Movimiento Evita no fue menor. En la previa, el movimiento comandado por Emilio Pérsico dejó trascender que participaría del encuentro en una clara señal de acercamiento con La Cámpora, incluso tras las palabras de CFK en la UOM cuando volvió a criticar a algunos de esos movimientos por su relación con el macrismo a partir de concesiones que le arrancaron cuando fue gobierno. El diálogo entre Grosso y Kirchner es fluido y frecuente, así como también se intensificaron en los últimos tiempos los acercamientos del líder de La Cámpora con Pérsico, una dinámica que el FDT mira con entusiasmo y esperanza. Además del Evita, otros movimientos sociales también dieron el presente. El más resonante fue Barrios de Pie, aliado del Evita en la UTEP, que llevó una nutrida columna con banderas propias y a cuyo referente, Daniel Menéndez, se lo vio en el palco de invitados.

Se acercaba la hora señalada y el estadio era un hervidero. Algunos números musicales levantaban a la gente, que vivía la previa como si se acercase la final del mundial. Hitos como el estribillo y el solo de guitarra de Jijiji, de los Redondos, hicieron sacudir las tierras platenses. El “Cristina Presidenta” era el único cantito que lograba unificar de a ratos a todas las gargantas presentes a imponerse por sobre los cantos de las distintas tribus y la música a todo volumen de los parlantes. La atmósfera anunciaba un momento histórico.

Pero quizás el momento más pintoresco de la tarde se dio alrededor de las 19, una hora antes de la salida de CFK, cuando La Cámpora mostró el as que tenía guardado bajo la manga. Desde los parlantes comenzó a brotar la canción “Si no te hubieras ido”, de  Marco Antonio Solís, y en un movimiento tan ensayado como preciso la organización de Máximo Kirchner desplegó un enorme telón sobre la cabeza de sus militantes en el que se leía la frase previa al estribillo de la canción: “Era tan diferente cuando estabas tú – La Cámpora”. Fue el único momento en el que, por elevación, el cristinismo le tiró al Gobierno de Alberto Fernández diferenciándose del mismo, algo que la propia CFK haría en sus palabras, aunque con la sutileza de no criticar el presente sino solamente enaltecer su pasado glorioso. Esa fue la tónica de la tarde noche platense.

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Minutos después el estadio entonó las estrofas de la marcha peronista y luego los presentadores anunciaron la presencia de la Vice y pidieron que se la recibiera cantando el himno. Así fue, las miles de almas congregadas rasparon sus gargantas con el típico canto de cancha con el que se recibe a la selección, y CFK salió a escena con el despliegue de la estrella del firmamento político argentino que es.

A partir de allí y una vez comenzado el discurso de la Vice, el clima de efervescencia fue, paradójicamente, mermando. CFK sorprendió al inicio su discurso planteando la necesidad de reconstruir el pacto democrático que, en sus palabras, se rompió el 1 de septiembre cuando intentaron asesinarla. Sus palabras estaban más dirigidas a la dirigencia política que a los miles de fieles que la fueron a ver anunciar su candidatura, algo que no llegaría ni por asomo en el resto de la alocución. Ese inicio marcaría el tono del discurso, muy enfocado en remarcar los problemas estructurales y los desafíos globales que enfrenta el país, y la necesidad de construir acuerdos democráticos entre todos los sectores políticos que rechazan la violencia para poder enfrentarlos en conjunto.

CFK, esperanza y unidad nacional: la fiesta cristinista desde adentro

Las decenas de miles de personas que soñaban con anuncio potente y una CFK que saliera con los tapones de punta, recibieron otro mensaje de su líder, que marcó el camino del acuerdo aunque no sin dejar de remarcar que la aspiración es volver a ser el país que sus gobiernos y el de Néstor dejaron en 2015. En pose de estadista antes que de candidata, CFK habló de problemáticas incómodas como la inseguridad, algo que resaltó que ningún partido político pudo resolver. Si bien criticó posturas del macrismo como la intención de privatizar Aerolíneas Argentinas, no se refirió explícitamente al ex presidente y las críticas a esos planteos fueron más un pie discursivo para enumerar los logros, y por ende las diferencias, de los 12 años kirchneristas.

El enemigo que sí delineó con claridad y sin pelos en la lengua CFK fue la justicia. Con la sentencia en su contra como una posibilidad concreta para las próximas semanas, la Vice marcó una continuidad entre los gobiernos de facto y la injerencia del poder judicial en la vida política del país como un condicionamiento negativo que afecta la cotidianidad de los argentinos. Para hacerlo tomó el reciente fallo de la Corte en contra del DNU que en 2020 declarara servicios públicos a las telecomunicaciones, y resaltó cómo las empresas aumentaron 12% sus tarifas el último mes, el doble de la inflación general. Sin nombrarlo, tiro por elevación también para el grupo Clarín.

Quizás uno de los momentos que con más profundidad marcaron el espíritu del mensaje de la Vice fue cuando expresó que “la década post pandemia viene muy difícil, muy fulera”. CFK planteó que el mundo atraviesa y atravesará disputas que exceden las posibilidades de la Argentina y que se requiere de acuerdos entre todos los sectores políticos nacionales para fortalecerse de cara a ese contexto. “Si no es así, nuestro país será muy difícil para cualquiera” sintetizó en modo estadista la Vicepresidenta.

El final de su intervención, de hecho, fue en esa misma línea. CFK pidió que el 17 de noviembre, día nuclear de la liturgia peronista, se convirtiera en un día de militancia por la Argentina. “Eso necesitamos, militantes por la Argentina” vociferó a toda garganta concluyendo su discurso. Su mensaje fue de unidad nacional para enfrentar los profundos problemas estructurales del país, y esa postura estuvo coherentemente acompañada por la falta de críticas explícitas y explosivas para con el resto del FDT, principalmente el Presidente Alberto Fernández, e incluso con cierta benevolencia para con la oposición a la cual tampoco fustigó como otras veces, más allá de algunos tiros por elevación.

CFK, esperanza y unidad nacional: la fiesta cristinista desde adentro

Tal vez esa postura de la principal líder popular de las últimas décadas del país descolocó un poco a los asistentes, que marcharon a La Plata dispuestos a dar la batalla por su candidatura. Si bien CFK no se subió ni se bajó, su mensaje no fue de confrontación sino más bien todo lo contrario. Eso hizo que, más allá de las lógicas interrupciones del discurso para hacer oír la voz de todo el estadio, no fueran muchas las situaciones en las que el Único ardió rabioso en las gargantas de los asistentes. Apenas un par de veces el “Cristina Presidenta”, o el “si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar” coparon la escena, pero la efervescencia de la previa terminó más bien en un clima de acompañamiento al clima de bajada de tensión que propuso  CFK desde sus palabras.

Así terminó la tarde noche y miles y miles emprendieron su regreso para los distintos lugares de la provincia y el país, con el corazón lleno del abrazo cristinista. En la jornada en la que muchos esperaban y muchos presionaban por un anuncio de candidatura y un mensaje confrontativo, la gran líder volvió nuevamente a mostrar la claridad con la que observa el complejo panorama nacional, y convocó a todos los sectores de la democracia a trabajar en conjunto para resolverlo. El encuentro dejó, principalmente, ese mensaje para la política y un fuerte espaldarazo de alegría y esperanza para el pueblo cristinista, que necesitaba encontrarse, abrazarse, y recuperar la mística y el entusiasmo golpeados por el duro derrotero del Gobierno del FDT y la situación económica y social del país.

Convocar al encuentro nacional y cambiar emociones negativas por positivas, fue el mensaje que se propuso dar y dio con claridad CFK. Sin abrir ni cerrar puertas a su candidatura, la Vicepresidenta se puso una vez más por encima de todo y de todos y trazó un camino de unidad nacional. Restará ver si la fuerza de esa esperanza logra materializarse con una sociedad agobiada, una oposición al acecho y un Gobierno que aún debe recomponer su unidad interna si pretende ser convocante para lo que viene. Ayer, la accionista mayoritaria dio un importante paso en esa dirección.