La trama de la sorpresiva designación de Sergio Massa como candidato a presidente podría rastrearse en múltiples precuelas, pero el capítulo inicial tiene una fecha y una protagonista indiscutidas. El 6 de diciembre del 2022, tras conocerse el fallo que la condenó en primera instancia a la pena de 6 años de prisión e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos públicos, CFK pateó el tablero. Como tantas otras veces, la vicepresidenta sacudió el universo político argentino con el anuncio de que no sería candidata a nada en las elecciones de este 2023, a raíz de la proscripción que interpretaba significaba el fallo del TOF Nº2.

La política argentina quedó desconcertada, principalmente el kirchnerismo, que ensayó un extraño operativo clamor para intentar hasta el hartazgo de su propia líder el hacerla rever esa posición. Hasta ayer a la noche, la incógnita sembrada aquel día por CFK maduró y ramificó todo lo suficiente como para permitirle un nuevo golpe de efecto, una nueva jugada sorpresa que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Que, por supuesto, generó cierto fastidio en las bases kirchneristas, algo que podría acomodarse durante la campaña, pero que también, y sobre todo, descolocó a sus verdaderos adversarios de la derecha macrista.

La película siguió en dos vertientes. Una, fue la jugada de CFK de dejar correr el operativo clamor que la siguió posicionando en la cúspide de la cadena alimenticia del peronismo, sin depredadores en contra y con la posibilidad de digitar la estrategia contra cualquiera que estuviese más abajo que ella. La otra, fue la consolidación de una sociedad utilitaria y de conveniencia con Sergio Massa en detrimento del albertismo. Massa aportó su cuero para encarar los ajustes que el kirchnerismo no le permitió a Martín Guzmán, para pilotear las negociaciones permanentes con el FMI al que le consiguió correr el arco en varias oportunidades, y para negociar con actores del poder económico y evitar lo que un encumbrado dirigente kirchnerista definió como “el helicóptero”. La disparada de la inflación bajo su gestión, atravesada por la peor sequía en 100 años y un agujero de 20.000 millones de dólares, siempre fue filtrada en la óptica K por el riesgo de la implosión que logró, al menos, contener, permitiendo al ex FdT llegar con vida a las urnas.

Esa alianza corrió a un costado al Presidente y erigió al titular de Economía como cabeza de hecho del gobierno nacional. CFK dejó que Massa se hiciera cargo de la centralidad del gobierno y mostrara su perfil presidenciable a pesar de que la inflación asestaba cachetazos mes a mes. Massa no cometió los errores de Alberto Fernández y articuló sus movidas permanentemente con la vicepresidenta y Máximo Kirchner, instalando lo que finalmente se confirma con esta designación, una nueva alianza para conducir el peronismo que viene.

UNIDAD: BAJAR AL ALBERTISMO

Pero, mientras Massa gobernaba de facto y CFK alimentaba a su tropa con un silencio inteligente que mantenía vivas todas las esperanzas por su candidatura, Alberto Fernández diagramaba su jugada para vender cara su derrota política. El Presidente había lanzado el 17 de noviembre del 2021, en un día de la militancia que ya encontró fragmentado al peronismo, que su deseo era que en este 2023 todas las candidaturas se definieran en una PASO. Conforme avanzó el nuevo esquema de gobierno luego de que Massa asumiera en Economía, fue quedando cada vez más claro que el legado político que el Presidente pretendía dejar en su paso por la máxima investidura y la titularidad del PJ nacional, era discutir la conducción de CFK e instalar un nuevo equilibrio de poder en el peronismo. Así llegó incluso a expresárselo en off al periodista oficialista Roberto Navarro, cuando afirmó que él terminaría con 20 años de kirchnerismo.

Esa estrategia, que nunca contempló como una posibilidad real la candidatura a una reelección del Presidente, rostro indiscutido del fracaso del FdT, encontró encarnadura en las aspiraciones de Daniel Scioli y Victoria Tolosa Paz. El ex gobernador y ex candidato a presidente apareció como la carta perfecta para plantear una interna presidencial potente, a la que Massa no se subiría de ninguna manera por el histórico enfrentamiento entre ambos. La ministra de Desarrollo Social, con armado propio en La Plata y terminales en distintos puntos de la provincia, surgió como el alfil bonaerense en ese tablero de ajedrez.

Con estructura, financiamiento posible para la campaña, la experiencia y las conexiones de un hombre como Pepe Albístur, histórico armador de campañas peronistas, y candidatos ya instalados en elecciones anteriores y en experiencias de gestión, la jugada albertista no era una simple batería de fuegos de artificio para negociar lugares en las listas. Bajar esas listas, contener esas aspiraciones, requeriría muñeca política.

Con el albertismo plantado, CFK movió una nueva ficha. Reconfirmó su renunciamiento (varias veces), y dejó correr la idea de que no sería su dedo el responsable de las decisiones finales del oficialismo. Empoderó para las negociaciones a la cúpula de La Cámpora y a Sergio Massa, e instaló un escenario donde ella no sólo no sería candidata, sino que no sería tampoco la responsable última del rumbo que tomara el peronismo en estas elecciones. Cansada de tener que hacerse cargo de su experimento con Alberto Fernández, CFK abrió el juego a un peronismo al que obligó a salir de abajo de su pollera y mandó a la cancha a construir lo que fuera a ser la opción electoral para este 2023.

Así empezaron las presiones de estas últimas semanas para llegar a una fórmula de unidad, entiéndase, para que Alberto Fernández baje a sus candidatos. Los gobernadores de La Liga emitieron su veredicto en ese sentido. También los intendentes del PJ bonaerense. La CGT y otras expresiones del sindicalismo se sumaron a la estrategia. Desde los partidos del FdT, múltiples referentes del kirchnerismo y el Frente Renovador apretaron para que no hubiera PASO. Con todo ese trabajo de pinzas sobre el albertismo se llegó a la última semana de definiciones, sin conseguir una declinación de sus candidaturas pero con una cancha absolutamente marcada por la alianza CFK-Massa, en la que a los candidatos del Presidente les sería extremadamente complejo conseguir apoyos para sus listas y obtener un resultado electoral que justificara presentarse a una interna.

Pero el albertismo resistía y hasta llegó a concretar el lanzamiento de sus candidaturas este jueves por la tarde en el teatro ND Ateneo, propiedad de Albístur y sede del lanzamiento de la campaña presidencial de Néstor Kirchner en el 2003. Veinte años después, Daniel Scioli volvía a ese escenario en el que acompañó al entonces gobernador de Santa Cruz como su candidato a vice, esta vez para encabezar la lista que buscaba la “democratización del peronismo” en detrimento de la conducción de CFK.

LA CARTA WADO-MANZUR

En ese tablero, otra jugada movió el esquema. Planificado o no, el no anuncio de la candidatura presidencial de Eduardo Wado de Pedro, y los trascendidos de Juan Manzur como su compañero de fórmula, agitaron el avispero peronista. Con Massa planteado en no ir a una interna con Scioli, CFK necesitaba un jugador propio para competir con la lista albertista y enterrar en las urnas la disputa de ese sector del PJ a su conducción. Pero esa alternativa no convencía muy por afuera del núcleo duro K, que festejó por adelantado el jueves el video del ministro del Interior como si fuera la confirmación oficial de su postulación. Con CFK dejando correr el agua bajo el puente y satisfecha con impulsar un soldado propio en la batalla contra el albertismo, quienes volvieron a jugar fuerte fueron los gobernadores peronistas.

En las provincias nadie quería unas internas que desordenaran la campaña. La fórmula De Pedro-Manzur no sólo no contenía a la totalidad, sino que tampoco era vista por los mandatarios provinciales como una carta ganadora. De hecho, la postulación del jueves no generó ruidos en una oposición que se sentía cómoda para competir contra un candidato poco aglutinante como Scioli, y contra otro directamente surgido de La Cámpora al que podrían bombardear con todos los sentidos comunes refractarios al kirchnerismo construidos durante años. Esa alternativa oficialista no contemplaba una disputa potente por un electorado de centro, no politizado y al que quizás no hubiera llegado un discurso de Derechos Humanos o una polarización histórica con el 2001 como lo que podía ofrecer el perfil del ministro del Interior. Ese votante, versaron los análisis de las últimas horas, quedaba servido para la propuesta de Larreta, que a su vez se complementaba con el ala dura del bullrichismo en un combo muy favorable a JxC.

Raúl Jalil, de Catamarca, y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero, viajaron a Buenos Aires a transmitir un ultimátum a Alberto Fernández en pos de una lista de unidad. El Presidente respondió que lo propusieran a Massa y que él ponía el vice. La negociación se trasladó a la cancha de CFK, que junto a Máximo Kirchner también interpretaban la potencia de una candidatura de Massa para disputar sectores de la sociedad por fuera del núcleo K, pero que no habían logrado convencer al ministro de Economía de ir a una PASO contra Scioli. Así, la carta Wado-Manzur terminó movilizando a los gobernadores, que volvieron a emitir un comunicado por la unidad el jueves, generaron la presión necesaria sobre el albertismo para que baje sus candidaturas, y se terminó allanando finalmente la autopista a la unidad con Sergio Massa al frente de la boleta presidencial.

UNA OPOSICIÓN DESCOLOCADA

Pese a las críticas lógicas y la desmotivación que la nueva jugada de CFK generó ayer en sus bases, que se aprestaban a militar una campaña de ADN 100% kirchnerista con un candidato como De Pedro, lo cierto es que la movida también descolocó a la derecha de JxC. Minutos después del anuncio, las señales opositoras empezaron a llenarse de un bombardeo al ministro de Economía totalmente alejado de la poca relevancia que le habían dado al semi anuncio de De Pedro. Los periodistas opositores comenzaron a pedir la unidad de JxC, entendiendo y explicitando que Massa les disputa un votante por fuera de la identidad kirchnerista que, daban por descontado, iría a la boleta de Larreta.

El Jefe de Gobierno porteño evitó referirse a la candidatura de su amigo, notoriamente desacomodado del fuerte discurso antik que había ensayado en las últimas semanas y particularmente a partir de las protestas y la represión en Jujuy. Larreta buscaba disputar el electorado duro con Bullrich, dando por descontado que el centro del espectro de votantes no tenía una opción sólida por fuera de su candidatura. Ahora deberá ajustar esa estrategia.

En línea con eso, Facundo Manes, único precandidato del radicalismo que ayer confirmó que se presentaría para competir por la presidencia, bajó su candidatura tras el anuncio de Unión por la Patria. Es otro movimiento que demuestra la preocupación en JxC por no dividir en demasía el voto de centro, al que un perfil como Manes apuntaba y por el cual competía directamente con Larreta.

Por su parte, Bullrich salió disparada a copar la escena para polarizar con el candidato del oficialismo. “El incendiario se postula como bombero” tuiteó la referente de los halcones de JxC, la única de la primera plana que se manifestó en ese sentido. Poco después, compartió la pantalla de La Nación+ junto a Alfredo Leuco y Viviana Canosa en lo que fue un desfile de misiles contra el titular de Economía, a quien la derecha buscará responsabilizar por la inflación y resucitar sus idas y vueltas con el kirchnerismo para mostrarlo como un simple oportunista de la política.

Con Massa en la cancha, las acciones de Larreta en la interna amarilla caen estrepitosamente y el ala dura de Bullrich se posiciona de cara a las generales. Quizás ese sea el riesgoso pero más conveniente escenario para el oficialismo pensando en un eventual balotaje. Ante una candidatura extremista y sin mucha consistencia más allá de sus fórmulas de mano dura como la de Bullrich, un mano a mano aparece como más ganable que lo que sería frente a la fórmula Larreta-Morales. El cálculo de CFK, que se encargó hasta de levantar a Milei en sus últimas intervenciones públicas, evidentemente discurre por estos carriles.

EL FUTURO DEL KIRCHNERISMO, POR ADENTRO O POR AFUERA

Contra todo pronóstico y sin que nadie la viera venir, ni propios ni extraños, CFK volvió a sacudir el tablero con una jugada sorpresiva que cambia el panorama pensando en las PASO de agosto. La vicepresidenta dejó correr a otros jugadores del oficialismo y fue armando la trama para que se llegara finalmente a una candidatura de unidad que evidentemente ella bendijo. Si su decisión hubiera sido ir a todo o nada con lo propio, posibilidad que podría haberse expresado en la candidatura de De Pedro, no hay dudas de que así hubiera sido, mucho más luego del anuncio a medias del jueves. Si su definición hubiera sido, como trascendió en estas semanas, poner a Kicillof al frente de la disputa por considerarlo el mejor de los propios, un llamado suyo hubiera bastado, tal como expresaron tantas veces desde la gobernación bonaerense.

Ese llamado no llegó porque evidentemente CFK considera estratégico el triunfo en la provincia. Para eso, una fórmula potente en lo nacional era necesaria por el arrastre de votos, y no son pocos los sectores del PJ provincial que ven con muy buenos ojos a Sergio Massa y no tanto a La Cámpora. En paralelo, la vicepresidenta asegura para los suyos los principales y los mayores lugares en las listas legislativas, preparando por las dudas un escenario de resistencia en el Congreso. Tanto por si JxC se impone en las nacionales, como si el triunfador es Sergio Massa y su futuro gobierno no acompaña los lineamientos para la etapa que el kirchnerismo interprete como prioritarios.

Gane o pierda, CFK deja al kirchnerismo posicionado para dar la disputa por el país y el peronismo que viene. Por adentro o por afuera del gobierno que comience el 10 de diciembre. Una vez más, la estratega más lúcida que dio la política argentina de las últimas décadas le movió la pelota a todos los jugadores y desconcertó con una jugada sorpresiva de último momento. El partido recién comienza.