El presente año, a medida que avance el calendario, estará signado por el proceso electoral. Para poder hacer una proyección del mismo se hace necesario trazar un breve cuadro del proceso iniciado con el triunfo del Frente de Todos, que generó importantes expectativas ciudadanas, hasta la actual situación tanto en el orden nacional como en nuestra Provincia.

En lo sanitario el gobierno de Alberto Fernández actuó bien buscando ganar tiempo para estructurar y equipar al sistema de salud muy deteriorado, de forma que diera una respuesta aceptable. Algo acertado dado que, más allá de la falta de testeos y otros errores, es meritorio que no hayamos tenido un colapso que hubiese incrementado las pérdidas de vidas.

Este reconocimiento no nos hace pasar por alto las deficiencias históricas de nuestra infraestructura de salud, que no son achacables solamente a la gestión de Macri, que obviamente las agravó, sino que las responsabilidades vienen de más lejos. En el caso de la Provincia de Buenos Aires esto es más evidente aún, puesto que el Justicialismo administró la misma desde el año 1987 hasta la fecha, salvo los cuatro años de Vidal.

Hemos atravesado el pico de la primera ola de contagios, pero el descenso de los mismos no ha sido todo lo necesario y suficiente; estamos ya arriba de los 2 millones. Los contagios luego del rebote de fin de año se han estabilizado en los 6000 casos diarios, de los cuales la Provincia de Buenos Aires representa casi el 50%. Lamentablemente, además, hemos superado los 50.000 fallecidos, la mitad aproximadamente corresponden a nuestra Provincia y el porcentaje de ocupación de camas en terapia intensiva orilla el 60% en el Conurbano pese a que los tiempos de internación son más breves que al inicio de la pandemia.

Por otro lado, pasado ya un año del inicio de la pandemia, el cuadro social se ha agravado de manera notable y dolorosa. Lo que se explica por el colapso económico sufrido, engarzando los años finales del macrismo y su estrepitoso fracaso, con las consecuencias que el Covid 19 irradió en las economías de todo el mundo y en la nuestra también. En este contexto de enormes dificultades, las medidas adoptadas por el gobierno no fueron las mejores.

En concreto, fueron demasiados sensibles a las presiones de los grandes grupos económicos locales que, además de su conocida voracidad por acaparar la mayor parte de la torta, aún en los marcos de la pandemia, tienen por costumbre no ser muy agradecidos con los gobiernos que le son dóciles.

Así vimos como presionaron muy fuerte para que el gobierno acuerde sí o sí y en cualquier condición con los acreedores externos, pues allí estaba en juego el valor de muchas de sus empresas que cotizan en Wall Street. El pago de estos empresarios ante el favor que le hizo el gobierno, con un acuerdo que pateó la deuda para adelante en lugar de resolverla, fue aumentar los precios para engullirse las tibias mejoras de los ingresos de los sectores populares. Sin dejar por ello de patalear contra la contribución por única vez a las grandes fortunas, cuando en realidad hacía falta establecerlo como un impuesto de carácter permanente.

La “buena relación” con el Fondo Monetario tampoco nos salió gratis, los jubilados pueden dar prueba de ello con el ajuste que sufrieron el año pasado y el que seguramente padecerán en el presente; con una fórmula de actualización que está hecha para que sigan perdiendo poder adquisitivo.

En el terreno social, con el IFE se pagaron 3 cuotas de $10.000 en el 2020, lo que prorrateado da una suma miserable. Pero, además, se suspendió el cuarto pago en el momento que las cifras de la pobreza evidenciaban la gravedad que se vivía, y se vive. La consigna fue clara: ajustar para achicar el déficit tal como lo pide el FMI.

La asistencia del Ministerio de Desarrollo Social existió, pero fue insuficiente. Agravado esto por un reparto de sus Secretarías -que manejan diversos grupos oficialistas- de manera clientelar. Como también por una visión estrecha de la gestión, que apunta a favorecer a las a los propios en desmedro del resto de los sectores populares. Eso sí, dichas organizaciones ofrendaron como moneda de cambio su silencio frente al ajuste.

Otro tema importante para los argentinos y bonaerenses como la seguridad, mostró la peligrosa cara que expresa Sergio Berni. Discurso derechoso muy parecido al de Patricia Bullrich, defensa y fortalecimiento de la Bonaerense frente a los casos de gatillo fácil o el de Facundo Castro Astudillo. Represión en Guernica para quienes solo pedían un pedazo de tierra para vivir, como también para los familiares y amigos de Úrsula, asesinada por un efectivo de la fuerza que aquel conduce y apaña.

En este contexto, transcurrido ya más de un año de la llegada al gobierno del Frente de Todos en el orden nacional y provincial, se hace indispensable entonces y acorde a la realidad que vivimos, construir una propuesta electoral que exprese a quienes no nos sentimos representados por ellos. Ni por ninguna otra de las propuestas que son responsables de la decadencia que vive el país y particularmente la Provincia de Buenos Aires, ya sea la de Juntos por el Cambio -alianza que gobernó para los ricos con Macri y Vidal dejando el desastre y la destrucción ya conocida- o la de los supuestos “libertarios” vendedores de espejitos de colores de la peor derecha.

El escándalo desatado por la vacunación VIP no es un problema del Ministerio de Salud de la Nación solamente, sino que es un ejemplo que pinta de cuerpo entero a una dirigencia política cuyo principal objetivo es perpetuarse en sus cargos para obtener privilegios y beneficios de distinta índole y magnitud. Una parte de dicha dirigencia, además, es directamente orgánica de los grupos de poder y promueve sus proyectos, que no son exactamente, como vemos hace décadas, en beneficio del país y su gente.

Es este juego político con sus pactos y acuerdos a espaldas del pueblo, el que ha llevado a nuestra Provincia de Buenos Aires a no percibir una coparticipación equitativa acorde a lo que producimos y aportamos. A pesar de que es en nuestro suelo donde se asienta el núcleo de la pampa húmeda fuente de las principales exportaciones argentinas, con el mayor polo industrial y turístico del país conviviendo con enormes bolsones de pobreza e indigencia y sus consecuencias en otros terrenos de la vida social.

Es por todo ello que, desde el Movimiento Libres del Sur, hacemos entonces una convocatoria a otras fuerzas, grupos y dirigentes políticos y sociales bonaerenses a construir un camino propio. Genuinamente popular, progresista, democrático y de justicia social para los bonaerenses, que se exprese en las elecciones venideras.

Dejemos ya de elegir por el mal menor, necesitamos una propuesta propia y distinta que entusiasme y movilice a nuestros vecinos. Porque para afrontar los enormes desafíos que hay por delante es indispensable la participación popular y ciudadana.

Hay que recobrar la esperanza de hacer grande a la Patria, feliz a nuestro Pueblo y dejarles un futuro digno a las generaciones venideras.

Habrá dificultades, palos en la rueda y ataques de quienes desde distintos estamentos son beneficiarios de un modelo que solo ha sembrado desigualdades e injusticias. Vamos, no nos achiquemos, no hay tiempo que perder. Tengámonos confianza y hagamos nuestras las palabras y el ejemplo del General San Martín: “Para los hombres y mujeres de coraje se han hecho las grandes empresas”.

*Secretario General del Movimiento Libres del Sur para la Provincia de Buenos Aires. Twitter: @JRCeballos