El daño ya es irreparable y todo tiende a indicar que será aún peor. Los incendios que comenzaron en noviembre en la provincia de Corrientes y se intensificaron con fuerza en enero, no detienen su avance y van dejando a su paso no solo la tierra arrasada sino también la peor cara de la grieta en la que encalla permanentemente la política argentina. Mientras el fuego destroza biodiversidad y producciones por igual, dejando desolados a la par a productores agropecuarios, ambientalistas y todo el pueblo correntino, funcionarios de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos echan más leña al fuego con cruces y chicanas absolutamente inoportunas en tanto que las soluciones que aportan siguen sin ser suficientes.

Nadie puede darse por sorprendido con lo que está pasando. Si bien es cierto que la provincia atraviesa un período de seca excepcional, con falta de lluvias y una bajante histórica del río Paraná que ya va por sus dos años, también lo es el hecho que los incendios son una moneda corriente año tras año, como en diferentes territorios del país, y que las previsiones sobre el impacto de la crisis hídrica podrían haber conducido a una mejor preparación para un escenario como el actual, tanto de parte de la provincia como de nación. Hoy se corre el fuego de atrás y las consecuencias son aún incalculables.

ESTADO DE SITUACIÓN

Antes que terminara el 2021 ya se registraban focos de incendio en distintas partes de la provincia. A la espera de las lluvias veraniegas que nunca llegaron y por las que todavía se implora, el tema no ocupaba las agendas mediáticas ni políticas. Pero las temperaturas extremas que azotaron al país en la reciente ola de calor y que ubicaron a Corrientes como una de los territorios más calientes empeoraron una situación sobre la que se comenzó a actuar tarde, como suele suceder. Hoy en día los focos de incendio se multiplican, sobre todo en el norte provincial, y la situación está muy lejos de ser controlada. “Cada día tenemos más de 20 o 30 focos de incendio diseminados por la provincia y no se da abasto para contenerlos” explica a Diagonales Luis Martínez, un reconocido ambientalista correntino que viene siguiendo la problemática de los incendios desde hace años y hoy trabaja el abordaje de la crisis.

Corrientes en llamas y la política en la grieta

Un reciente informe del INTA señaló que la superficie afectada ya supera las 500.000 hectáreas, lo cual representa casi un 6% del total de territorio provincial. Pero el dato más alarmante es la velocidad del avance del fuego. Desde enero hasta hoy, se pasó de unas 80.406 hectáreas comprometidas a 518.965, seis veces más. Con los pronósticos de lluvias recién para dentro de unos diez días y la falta de recursos humanos y materiales para enfrentar la crisis, solo se puede esperar que el cuadro empeore. El fuego consume todo a su paso, pastizales, bosques nativos y sembrados forestales que representan una de las principales actividades económicas del norte correntino. En términos económicos, las pérdidas ya se calculan en unos $25.000 millones según dieron a conocer los propios productores, y el Diputado nacional y exministro de Producción, Jorge Vara, calculó este martes que para fin de mes ese número rondará los USD 500 millones.

Algunas de las localidades más afectadas son San Miguel, Ituzaingó, Caá Catí, Santo Tomé, Concepción, San Luis del Palmar y Berón de Astrada. Varias de ellas son linderas a los Esteros del Iberá, el segundo humedal de Sudamérica y una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, que es además un territorio de invaluable riqueza en materia de biodiversidad. La amenaza crece tanto en zonas rurales como urbanas y ya tuvieron que evacuarse preventivamente algunos lugares, mientras el humo cubre el cielo de la capital provincial. “Es un total desastre ecológico ambiental” define Martínez.

CHICANAS Y FALTA DE SOLUCIONES

Ante esta situación crítica, lejos de tranquilizar el clima, asumir responsabilidades compartidas y trabajar en conjunto para mitigar al máximo posible los daños del fuego, funcionarios provinciales y nacionales dieron durante las últimas semanas un lamentable espectáculo de pases de facturas más digno de un programa de chimentos que de las responsabilidades de gestión que les competen. El epicentro fueron los cruces entre el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la nación, Juan Cabandié, y el Gobernador Gustavo Valdés.

Corrientes en llamas y la política en la grieta

En la cultura correntina está fuertemente arraigada la idea  de una falta de apoyo histórica por parte de distintos gobiernos nacionales, fundamentalmente los últimos del kirchnerismo y el actual del Frente de Todos, y Valdés no dejó pasar la oportunidad para cargar tintas sobre la falta de ayuda nacional frente a los incendios. Cabandié, por su parte, respondió que su Ministerio ofreció ayuda antes que el Gobierno provincial lo solicitara, y acusó a Valdés de demorarse en ese pedido de auxilio y aceptarlo. El Gobernador tildó de “miserable” la actitud del Ministro, y hasta dijo estar de acuerdo con CFK en su idea de los “funcionarios que no funcionan”, lanzando un misil teledirigido a Cabandié a quien también criticó por participar de la gira presidencial en Barbados en plena situación de crisis. “Demuestra cuáles son sus prioridades” disparó.

Por si le faltaba levantar críticas, el Ministro se despachó en declaraciones radiales y su cuenta de Twitter contra los productores agropecuarios, a quienes responsabilizó de iniciar fuegos que luego se salieron de control. Las respuestas no se hicieron esperar, y las encabezaron los dirigentes de la Mesa de Enlace, que visitó la provincia en signo de apoyo a los productores. “Te da una mezcla de bronca y decepción cuando ves que un ministro de la Nación, en este caso Cabandié, quiere sacarse la responsabilidad que tiene por su cargo y le echa culpa al Gobernador de Corrientes o a los productores” declaró el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, que no dudó en pedir la renuncia del Ministro: “Yo creo que tiene que renunciar, ha demostrado negligencia”. Se le sumó el presidente de  la Federación Agraria, Carlos Achetoni, quien expresó que “Escuchar en el peor momento de amargura y crisis de un productor que le digan que es el causante de los incendios no ayuda para nada”.

Corrientes en llamas y la política en la grieta

Al culebrón se sumó en los últimos días el Intendente de Mercedes, el segundo distrito de la provincia y uno de los más importantes en términos de producción económica, Diego Caram, que pertenece a las filas del Frente de Todos. “Cuando los incendios empezaron en enero, el gobernador estaba de vacaciones. Volvió recién a fin de mes. Estaba en Punta del Este, jamás se interesó en la situación” disparó en diálogo con El Destape, y agregó: “Valdés no me llamó nunca. Recién un mes después me mandó un WhatsApp un ministro suyo. Lo hizo la semana pasada. Los incendios empezaron el 10 de enero”.

Con chicanas y cruces para alimentar a todas  las audiencias, lo cierto es que lo que se sigue mostrando ineficiente son las soluciones propuestas. Los relatos que llegan desde los frentes de batalla contra el fuego hablan de una falta total de recursos. Los incendios son combatidos en su mayoría por bomberos voluntarios locales y pobladores de las zonas, muchas veces en bombacha de campo y alpargatas porque ni indumentaria adecuada tienen. Las unidades de los cuarteles de bomberos son viejas y no alcanzan. Cabandié informó el envío de 5 aviones hidrantes, 1 helicóptero, 123 brigadistas, 2 autobombas, móviles de apoyo y equipamiento, sumando un total de $200 millones en asistencia. “Recursos de nación llegaron, pero la realidad es que no alcanza porque cada día hay más focos de incendio” explicó Luis Martínez.

Corrientes en llamas y la política en la grieta

Por otro lado, en un artículo publicado en Perfil el piloto y politólogo Luis Alberto Franco señaló que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Cabandié contrató a través de dos licitaciones solamente 4 aviones hidrantes y 4 helicópteros para el período 2021-2022. Luego el Servicio Nacional de Manejo del Fuego informó contrataciones de 9 aviones hidrantes y 9 helicópteros, pero los incendios ya estaban en curso. Con los antecedentes de incendios en distintos puntos del país de años anteriores y las previsiones climáticas para este año, resulta evidente que el Estado nacional debería contar con una mayor capacidad de reacción para estas situaciones. Año a año los incendios así lo marcan.

Valdés, por su parte, anunció subsidios por unas $40 millones para los bomberos voluntarios que enfrentan las llamas. Versiones desde Corrientes indican que esos pagos se retrasaron y, cuando no, apenas alcanzan para cubrir alimentos e insumos básicos para el trabajo de los bomberos, que siguen necesitando un equipamiento estructural.

Corrientes en llamas y la política en la grieta

“Otro aspecto importante es que no hay información, no se producen informes, no se aclara cómo se está manejando la situación desde la provincia” describe Martínez a Diagonales. Hoy por hoy, los organismos provinciales que intervienen en la gestión de la crisis son Defensa Civil, el Ministerio de Producción y la Dirección de Recursos Naturales, pero no hay claridad sobre cómo se está manejando la cuestión. “La provincia nunca destinó recursos para un control de los fuegos, no se capacita a las poblaciones ni se le exige a la industria forestal, muy importante para la provincia, que cuente con recursos y planes de contingencia en caso que se desaten incendios” explica el ambientalista.

Corrientes está en llamas y nada parece indicar que la situación pueda mejorar en el corto plazo. Mientras tanto, funcionarios a ambos lados de la grieta se preocupan por ganar discusiones en la arena pública en vez de asumir las responsabilidades compartidas y construir soluciones eficaces. Está claro que, en un tema tan delicado, estructural y recurrente como el de los incendios en distintas zonas del país, las tintas nunca pueden cargarse sobre un solo sector, y más bien tanto los gobiernos locales como el nacional hacen agua en el abordaje de un drama que se repite año a año. Para colmo, la Ley de Humedales volvió a perder estado parlamentario por tercera vez ante la falta de voluntad para tratarla, responsabilidad que le cabe a todo el arco político. Es preciso otro diálogo y otra coordinación entre sectores, por  menos antes que nos coma el fuego.

Corrientes en llamas y la política en la grieta