De un vínculo que prometía cerrar grietas a dos demandas en la Corte Suprema. De haberlo llamado “amigo” a denunciarlo en la justicia penal. De largas reuniones en equipo para coordinar el trabajo en la pandemia a quedarse afuera del Consenso Fiscal. La relación entre Alberto Fernández y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, pasó por muchas idas y vueltas en tan solo un año de gestión. En los últimos días, ambos dirigentes tensionaron las cuerdas al punto tal de ir a la Justicia para impugnar acciones políticas de sus adversarios.

Hace exactamente un año, el 6 de diciembre de 2019, el actual Presidente recibió en sus oficinas de Puerto Madero a Rodríguez Larreta a cuatro días de asumir la Presidencia. La relación entre ambos era una gran incógnita: uno tenía la tarea de conducir el distrito más rico sin la espalda de tener a su jefe político en la Rosada y el otro estaba a cuatro días de tomar las riendas de un país con una crisis de deuda sin antecedentes en la historia y con indicadores sociales más parecidos a los de las zonas pobres de África que al de cualquier país industrial. Con distintos niveles de presión, la mira estaba puesta en ambos.

Aquella reunión fue sorpresiva. Rodríguez Larreta llegó con su vice, Diego Santilli, a las oficinas de la calle Encarnación Ezcurra. A la salida, se confirmó que la gestión porteña iba a levantar el vallado que dividía la Plaza de Mayo. Este había sido instalado por Mauricio Macri y defendido por sus funcionarios más cercanos. El primer acercamiento entre quien estaba a cuatro días de asumir la conducción nacional y quien iba a ser uno de sus principales opositores fue entre risas, buen tono y puntos en común. Algo que, entre adversarios políticos, hacía mucho no pasaba.

Entre el 10 diciembre y febrero de 2020, cuando el coronavirus era algo remoto que comenzaba despertar las alarmas globales, la quita de puntos de la coparticipación de la Ciudad era uno de los principales temas de la agenda en común. Tanto Nación como Ciudad sabían que Macri había elevado exageradamente esos fondos con el argumento del pase de tareas de la Policía de la Ciudad. Por la Rosada, el ministro Wado De Pedro era quien manejaba las conversaciones con el jefe de Gobierno, que en ese momento eran mesuradas.

En paralelo, ambos dirigentes compartían risas y asados en la casa de Sergio Massa en el Tigre, amigo de Rodríguez Larreta y articulador del Frente de Todos.

Con el coronavirus golpeando las puertas de la Ciudad, la agenda principal entre ambos dirigentes pasó a ser la pandemia. Rodríguez Larreta se alejó de la discusión por la coparticipación porteña. Pero en la cartera de Hacienda de la Ciudad, que encabeza Martín Mura, siguieron conversando este tema con funcionarios de la secretaría de Provincias, a cargo de Silvina Batakis.

A lo novedoso de la pandemia y la cuarentena se le sumó la imagen de Axel Kicillof, Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández trabajando en equipo para frenar el avance del virus. Del mismo modo se vio cooperación entre las carteras de Salud, Seguridad, Economía, de los tres distritos. Durante los primeros meses de la pandemia la foto de estos dirigentes en una conferencia de prensa no dejaba de sorprender.

Si bien los tonos eran distintos, y algunas decisiones que se tomaban también parecían serlo, mantuvieron firme la decisión de seguir unidos frente a un desconocido virus que paralizaba a todo el mundo. “Tratan de hacerme pelear todo los días con Larreta”, dijo el gobernador bonaerense en varias ocasiones. En tanto, el jefe de Gobierno agradecía a Fernández y Kicillof, y destacaba el trabajo que entre los tres hacían.

El punto más alto de este buen vínculo se vio en el acto del 9 de Julio. Participaron distintos representantes de cámaras empresarias, de la CGT y los gobernadores. El Presidente presentó a cada uno de los mandatarios provinciales que participaban por videoconferencia. “Mi amigo Horacio Rodríguez Larreta”, dijo para saludar al jefe de Gobierno. A los pocos días, el jefe de Gobierno dijo que no era su amigo –Marci tampoco— pero reconoció el trabajo que llevaban adelante.

Por aquellos meses, el buen vínculo entre Fernández y Rodríguez Larreta incomodaba a un sector de la coalición que representaba cada uno. Las marchas anticuarentena que convocaba la conducción del PRO y los socios de Juntos por el Cambio no eran aceptadas por el jefe de Gobierno. Rodríguez Larreta decía que no había “ningún tipo de convocatoria partidaria” y a la vez la cuenta oficial del PRO en Twitter y Patricia Bullrich invitaban a la gente a salir de forma masiva a las calles y reclamar en contra de las medidas que el propio gobernante porteño implementaba y defendía.

"Les pedimos por favor, que el esfuerzo colectivo que estamos haciendo todos juntos para poder salir de esta situación, no corra riesgo por la necesidad de un subgrupo de la población de expresarse", dijo el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, en referencia a la movilización del 17 de agosto.

A la par, varios intendentes oficialistas del conurbano bonaerense hablaban de “la irresponsabilidad” de Rodríguez Larreta por comenzar a abrir ciertas actividades en la Ciudad. “Habilitar comercios es poner en riesgo a la población. Muchas de esas personas que deben trasladarse desde el conurbano hacia la ciudad para trabajar deben utilizar el transporte público”, dijo la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, frente a las primeras flexibilizaciones que encabezaba la Ciudad.

Pero una vez más Axel Kicillof se sentaba a dialogar y acordar con Fernández y el jefe de Gobierno. Incluso, varias de las aperturas que se criticaron con mucho énfasis por parte de dirigentes del kirchnerismo, semanas más, semanas menos se implementaron en el conurbano.

El quiebre del buen vínculo entre ambos se dirigentes se dio el miércoles 9 de septiembre. El Presidente anunció que por decreto le quitaría un punto de los fondos coparticipables a la Ciudad para crear el Fondo de Financiamiento para la Provincia de Buenos Aires. Al día siguiente Rodríguez Larreta anunció que iría a la Corte Suprema para impugnar la medida. "Nos sacaron los fondos, de un día para el otro, en el medio de la pandemia", dijo.

“Toda mi vida elegí el camino del diálogo. Dejando de lado toda diferencia política me senté y trabajé codo a codo con el presidente y el gobernador. Acompañé al gobierno en todo el proceso de la negociación de la deuda. En la situación difícil que se presentó con la Policía de la Provincia de Buenos Aires, tuvimos una posición clarísima de apoyo a las instituciones”, remarcó. A esto se sumó la sanción de una ley que baja aún más los fondos coparticipables de la Ciudad, y una nueva demanda en el máximo tribunal.

El Gobierno nacional también fue a la Justicia contra Rodríguez Larreta. El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, presentó una denuncia penal contra el jefe de Gobierno y su vice por la represión desatada durante el velatorio de Diego Maradona por parte de la Policía de la Ciudad, informó oficialmente esa dependencia gubernamental.

"La sistematicidad en el accionar y la violencia cometida por todos ellos da cuenta de una orden superior que dispuso la represión de esa forma: con balas de goma, gases, camiones hidrantes y detenciones arbitrarias", dice la denuncia.

En tan solo un año, la relación entre los dos líderes con mayor responsabilidad de gobierno es un sube y baja de cariño, denuncias y afecto. Quedará por ver cómo sigue en los próximos meses con la carrera electoral en el horizonte.