Río Negro es la provincia en que más tempranamente comenzaron los reacercamientos entre CFK y el justicialismo. Allá lejos y hace tiempo, cuando recién comenzaba el macrismo, y mientras las relaciones de la presidenta mandato cumplido parecían acotarse a los intendentes del conurbano bonaerense, ya se leían mensajes cruzados entre ella y Martín Soria, el actual intendente de General Roca que quiere quebrar la mala racha en tierra rionegrina de su partido, que sólo la gobernó --vía su padre-- veintiún días desde el retorno de la democracia.

Allí estaba el espejo que adelantaba: esto que se observa hoy como regla en Unidad Ciudadana, participar en rol secundario en construcciones que encabezan dirigentes de otras fracciones del movimiento, ya sucede en Río Negro desde 2016.

De Pichetto a CFK, de Weretilneck a Soria: en Río Negro sólo no vale decir Macri

También es especial la elección del domingo próximo porque se trata del territorio de Miguel Ángel Pichetto, el dirigente que más lejos ha ido en el combate ideológico contra Cristina Fernández. El coordinador de los senadores peronistas no sólo plantea cuestiones de reparto de poder contra la que fue su jefa hasta el 9 de diciembre de 2015. Va más allá, postula una reconfiguración ideológica en la que tanto los suyos como el oficialismo giren hacia el centro y acuerden una Moncloa local que rija más allá de ocasionales cambios de inquilinato en Balcarce 50. En criollo: darle colchón político más amplio a la regresión que el macrismo practica en soledad.

Pichetto mira de lejos la elección del domingo próximo por decisión propia. Luego de su segunda derrota en igual cantidad de intentos por llegar a la gobernación, prefirió dedicarse exclusivamente de la escena nacional. Les tocaba el turno de nuevo a los Soria en esa especie de pacto tácito que ordena los destinos del peronismo rionegrino, según el cual juega una vez cada uno.

Y mientras el senador operó como rueda de auxilio del ajuste cambiemista, los hermanos se catapultaron desde el combate a ambos oficialismos: el provincial y el nacional.

También es rionegrina la senadora Silvina García Larraburu, la primera que saltó del bloque de Pichetto al de Cristina apenas la segunda regresó a la cámara alta en 2018. Durísimo golpe, porque tocó su hogar, para el líder de Alternativa Federal, siendo que es terminante en cuanto a la exclusión y denostación de su par de UC de cualquier alternativa de futuro. Esto le trajo varios problemas en el bloque que integra porque no todos acuerdan en lastimar a la esposa de Néstor Kirchner. Larraburu, por lo antes comentado acerca de la autoexclusión de Pichetto del justicialismo de Río Negro, simplemente buscó futuro lejos de quien ya no lo ofrecía.

El oficialismo, donde el gobernador Alberto Weretilneck manda aunque no pueda encabezar la boleta, lleva las de ganar, como es regla en estos casos por tratarse de quien maneja los mayores recursos. El Gobernador armó un provincialismo que se proyecta a sí mismo como el Movimiento Popular Neuquino. Un fallo de Corte Suprema de Justicia nacional le impidió una segunda reelección consecutiva, pero es él quien sigue firmando los cheques. Fue y vino en su relación con Macri como antes lo había hecho con CFK. Armó su espacio con distintos retazos según la ocasión, pactando para ganar espacio entre las sombras de Pichetto y los Soria, pues inicialmente heredó el poder de Carlos Soria en un acuerdo que unía a peronistas y Frente Grande.

De Pichetto a CFK, de Weretilneck a Soria: en Río Negro sólo no vale decir Macri

Llega a su sucesión con identidad netamente albertista. Uno más de tantos localismos en un país en el que el federalismo, históricamente, puertas adentro de cada comarca se hace respetar.

Cambiemos, como es regla hasta ahora en los sucesivos episodios subnacionales, apenas le prende velas a la derrota del más cercano a CFK. Al carecer de otra variante que la grieta con el miedo al retorno populista, y al no tener otra contradicción irreconciliable que ésa, hoy sólo puede administrar subóptimos sin noticias positivas para dar, procurando llegar a la otra orilla con el tubo de oxígeno del FMI. Si le sale, verá como arregla con quien sea que le toque en la convivencia. Todo esto si el dólar no dice lo suyo antes, claro está, y no debido a lo que pueda ocurrir en ninguno de los pagos: ¿o acaso mejoró algo tras la derrota del candidato kirchnerista en Neuquén?