El clima electoral ya se respira con fuerza en un 2023 que arrancó con la intensidad propia de un año parteaguas. La oposición se juega todo a recuperar el gobierno, que perdió tras sólo un período de cuatro años, con un contexto de inflación descontrolada y malestar social que es tierra fértil para su siembra. El oficialismo, por su parte, se ilusiona con sostenerse en el poder luego de un mandato accidentado como ningún otro, atravesado por las dificultades del endeudamiento y la pandemia, y fuertemente marcado por las internas que desarticularon la gestión. En ese clima, hoy por hoy, priman los tironeos entre los distintos actores de cada frente por bien quién encabezará las listas. Y el mayor costo político, por lógica, lo paga el Frente de Todos.

El episodio Alberto Fernández – Wado de Pedro sacudió un verano que parecía calmo a pesar de las diferencias que nunca se subsanaron entre el kirchnerismo y el Presidente. Como botones de muestra de ese escenario previo al off the record del ministro, vale citar la unidad generada con el pedido de juicio político a la Corte y la inasistencia de Axel Kicillof a los varios actos Fernández encabezó en suelo bonaerense. Coexistencia fría, pero pacífica y con cierta armonía para las causas comunes.

Desorden de Todos mata internas de Juntos por el Cambio

Pero llegó un nuevo desplante de uno de los comandantes K para con el Presidente y nuevamente la noticia pasó a ser la interna oficialista. Enojado por no haber sido invitado a un encuentro sobre Derechos Humanos con el Presidente de Brasil, Lula da Silva, el titular de Interior recurrió a la herramienta que el kirchnerismo tantas veces le reprochó a Alberto Fernández y filtró su descontento a los medios. La respuesta del Presidente tardó, pero llegó como inevitablemente iba a suceder.

Este lunes, en una entrevista con la periodista María O´Donnell para Urbana Play, Alberto Fernández fue categórico en referencia a esa polémica. “No voy a dedicar un segundo a eso, yo sé con quién puedo gobernar y con quién no; yo gobierno con los que puedo gobernar; yo sigo gobernando, no me importa” dijo el Presidente, en lo que pudo ser una extraña confesión sobre que existen miembros del Gabinete que no le responden y con los que no puede gobernar.

La fractura expuesta está a la vista de todos y son pocos los que deja pasar una oportunidad para exponerla un poco más. Incluso los intentos por bajar el tono de las discusiones terminan resonando por las esquirlas que dejan en el aire. Fue el caso de las declaraciones de ayer del ministro de Interior, que en un acto en Moreno que compartió con la intendenta, Mariel Fernández, y la titular de Anses, Fernanda Raverta, se despachó con una frase que sonó teledirigida a Alberto Fernández. “Acá hay un militante, un servidor, que va a seguir militando desde el lugar que le toque, le pese a quien le pese” soltó de Pedro.

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Los coletazos del culebrón se dan justo en la semana en la que Alberto Fernández cedió a las presiones del kirchnerismo y el massismo y finalmente convocó a la tantas veces invocada mesa política del FDT. El llamado fue un primer paso de acercamiento, aunque todavía predominan las diferencias por sobre los acuerdos. En el albertismo pretenden que el espacio se aboque estrictamente a lo electoral y la campaña, mientras que en las filas de la Vicepresidenta quieren ir a discutir el fondo de las medidas de gobierno con las que el oficialismo pretende llegar a los comicios. Como sea, desde el campamento K ya dejaron trascender que CFK ni Máximo serán asistentes, y que en su lugar enviarán delegados.

Están también quienes intentan zanjar estas distancias, con la mira puesta en los pocos meses que quedan por delante hasta las primarias. En el albertismo, uno de los que oficia de nexo con la Vicepresidenta y su tropa es Juan Manuel Olmos, actual vicejefe de Gabinete y ladero de confianza del Presidente. Con Juan Manzur enfocado en la elección de Tucumán, Olmos viene ocupando varias de las funciones de la jefatura y mantiene un diálogo abierto tanto con CFK como con Sergio Massa. La diagramación de la mesa del FDT cae hoy bajo su órbita.

Otro albertista que fue moderando sus posiciones y hoy tiende puentes con el kirchnerismo, fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires, es el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. El hombre de San Martín estuvo presente ayer en la reunión de intendentes con el Presidente, y fue parte también del encuentro del PJ bonaerense de la semana pasada que comandaron Kicillof y Máximo Kirchner. En esa línea de bajar la espuma de la interna, Katopodis dijo esta semana en declaraciones a AM750 que “ni las internas son el final del Frente, ni las mesas son mágicas”.

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Quizás el más afectado y quien más se queja por estas idas y vueltas en el oficialismo es el titular de Economía, Sergio Massa. Abocado a la por ahora infructuosa tarea de bajar la inflación y recuperar el poder adquisitivo del salario, condición sine qua non para llegar competitivos a las urnas, Massa tampoco se pierde ninguna mesa. Ayer estuvo con el Presidente y los jefes comunales bonaerenses, así como también protagonizó el encuentro del PJ en Merlo el martes de la semana pasada. En el medio, Massa recibió a seis gobernadores del peronismo a los cuales Economía enviará fondos para los próximos meses. Esas gestiones del ministro y sus objetivos económicos sufren las explosiones de las granadas internas, que empujan la inflación, la suba del dólar y la sensación de desorden político en el cual, tal como le manifestó a los intendentes hace una semana, es imposible lograr un orden económico.

Mientras tanto, en la orilla amarilla se pelean tranquilos resguardados en que la intrascendencia de sus conflictos internos estará garantizada por algún escándalo del oficialismo. Sin embargo, la temperatura de la interna opositora sube con el paso de los días que acercan el momento de la definición de las listas.

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En el día de su cumpleaños, Macri sigue en la suya. De vacaciones en el sur y criticando por Tuitter a las empresas del Estado, algo que ya se le hizo costumbre, el ex presidente mantiene la indefinición sobre su posible candidatura y, con ella, tiene en vilo a todo Juntos por el Cambio. Por ahora nadie pudo matar al padre, aunque cada vez que pueden tanto Patricia Bullrich como Horacio Rodríguez Larreta declaran que Macri no será candidato. El jefe del PRO no se inmuta y sigue atento al instrumento en el que más confía, las mediciones de encuestadoras. Los números que recibe lo muestran sólido entre las opciones opositoras, y desde esa posición sigue ejerciendo su indiscutido liderazgo que, de mínima, significa poder de veto  o bendición en caso decida no presentarse.

Bullrich y Larreta compiten con todos los medios a su disposición por el trono de heredero. La presidenta del PRO, que ya dio por “terminado” su affair con Javier Milei y la posibilidad de sumarlo a JxC, está lanzada a ocupar el espacio político ultraderechista que hoy le reporta al libertario una intención de voto que ronda los 20 puntos. Su discurso de firmeza y mano dura apunta a ese perfil, con picos de rating como la propuesta de modificar la ley para permitir la participación del Ejército en temas de seguridad interior, específicamente la lucha contra el narcotráfico en Rosario, o su línea anti piquetes y contra los pueblos originarios del sur del país.

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Al Jefe de Gobierno porteño lo preocupa el reflejo de las internas en las encuestas, en las que Bullrich le viene ganando la preferencia de los votantes opositores. Si bien el cálculo de Larreta siempre fue apuntar a ganar por el centro, la polarización extrema de la discusión social lo encuentra desacomodado. “No es un tema de firmeza en los discursos, es un tema de firmeza en los hechos” fue la frase que dijo esta semana en el programa de Luis Majul en LN+ y eligió para encabezar el fragmento de la entrevista que subió a su cuenta de Tuitter.

La contraposición con Bullrich estaba clara, pero Larreta la profundizó: “yo estoy en una posición como Gobierno de la CABA que, más que los discursos, lo importante es lo que hago. En la CABA tenemos la tasa de delito más baja de la historia, y yo no me paro en una tribuna a gritar lo que le gané. Yo laburo”. Si esta dicotomía entre responsabilidad de gestión y trabajo vs. discursos rimbombantes le redituará o no a Larreta en la puja interna con Bullrich aún es una pregunta abierta. Lo cierto es que, más allá de las fotos de unidad, los dardos vuelan entre ellos cada vez que tienen el micrófono a disposición.

Toda esta novela PRO incomoda a los socios de JxC. Quien lo expresó claramente fue el jefe del bloque de la Unión Cívica Radical (UCR) en la Cámara de Diputados, Mario Negri, quien lanzó un ultimátum al ex presidente para que se defina por sí o por no sobre su candidatura. “Una persona con ese peso y ese volumen, más allá de las condiciones de competitividad que tenga o no, que demore su decisión personal no le hace bien a la coalición, pero tampoco le hace bien a los argentinos” disparó Negri desde la tribuna opositora de LN+. El referente radical hizo mención también a otro tema que quema en la oposición y al cual tituló “una inflación de candidatos”.

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Casi como en respuesta a la bomba de Negri, quien se sumó hoy a la ya extensa lista de precandidatos presidenciales de JxC fue la titular de la Coalición Cívica, Elisa “Lilita” Carrió. “Yo soy candidata para garantizar la unidad, no pretendo ganar, pretendo que no haya un debate a muerte en Juntos por el Cambio” dijo Carrió esta mañana en conversación con Jorge Lanata. La pregunta que surge es cómo el agregar su nombre a la nómina en la que ya se inscribieron Macri, Larreta, Bullrich, Vidal, Facundo Manes y Gerardo Morales aportará más calma que ruido al espacio.

Justamente el titular de la UCR, que mantiene fuertes diferencias con Macri, también volvió a confirmar ayer que quiere encabezar una lista, y lo hizo de una manera bastante particular: “los que le hacen campaña a Horacio, me ponen a mí de segundo. Yo voy a ser candidato a presidente” afirmó en una entrevista en América TV. El Gobernador jujeño se volvió a diferenciar del ex presidente expresando que no está de acuerdo con su idea de privatizar Aerolíneas Argentinas, y también de la titular del PRO con quien no acuerda en sacar el Ejército a las calles. “Yo buscaré a alguien del PRO o tal vez de la Coalición Cívica (como su candidato a vice), no lo sé, pero creo que eso va a garantizar un gobierno de coalición, que no tuvimos” disparó Morales en otra marcada de territorio al interior del espacio opositor.

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Esta “inflación de candidatos” que nombró Negri y el tironeo entre ellos se suma a otros episodios opositores como las críticas de Florencia Arietto a los operativos de seguridad que, bajo la gestión de Bullrich, terminaron con las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel en 2017, y los insultos que Fernando Iglesias le propinara por esas declaraciones. Sin embargo, todo este contexto que podría ser una oportunidad política para el FDT, cae en saco roto producto de las propias internas oficialistas que se llevan todas las cámaras y micrófonos. Así se va trazando el camino a unos cierres de listas que prometen acción a ambos lados de la grieta.