Lo que parecía ser una jornada de elección de lo más disputada dentro de JxC ya estaba resuelto tan solo un par de horas después de cerrados los comicios. Mirar la interna cambiemista ya no era cosa exclusiva de los analistas de este espacio opositor: resultaba fundamental para cualquier ciudadano porque ahí se jugaba el partido principal por la gobernación de Santa Fe. Con un peronismo desdibujado, quien ganase en esa interna sería la opción más seria para imponerse en una provincia que siempre tiene eco a nivel nacional. Y esta vez no fue la excepción.  

Antes de llegar al 20 por ciento del recuento de votos, la adversaria de Pullaro, Carolina Losada, y su referente nacional Patricia Bullrich salieron a reconocer lo que ya era inconmovible: la ventaja del candidato del partido radical Evolución, que sacudió todos los sondeos previos, que indicaban una paridad hasta el final, con promedios de solamente entre uno y tres puntos de diferencia en favor de Pullaro. Otra vez queda en evidencia que las encuestas sirven de hecho solo para mostrar cierta tendencia en la escena pública, y marcar escenarios donde cada contendiente puede “operar” según la táctica que le convenga e influir en el electorado a último momento. El llamado de Losada a la gente para que acuda a la urnas durante la misma jornada del domingo va en ese sentido.

El exministro de Justicia de Miguel Lifschitz entre 2015 y 2019, momento en que coincidió y debió articular con Bullrich que era titular de la misma cartera a nivel nacional, se impuso holgadamente y le sacó más diez puntos a Losada. Del total de más del 63 por ciento que voto a Unidos para Cambiar Santa Fe más del 32 por ciento lo hizo por Pullaro y Losada recibió más del 21. Muy atrás quedó relegado el socialismo santafesino con Mónica Fein a la cabeza, con el 8 por ciento, lo que marca a las claras que es necesario para este espacio un recambio generacional si quiere seguir teniendo signos vitales en el mapa político de la provincia.

El “mini experimento” nacional que representa la elección de Santa Fe lejos estuvo de ser el lugar de entierro de las aspiraciones presidenciales para Horacio Rodríguez Larreta. Fue la primera experiencia en la que el actual alcalde porteño debió batallar explícitamente contra la chapa de dos figuras de peso en el PRO: el expresidente Mauricio Macri y la mismísima Bullrich.

Efecto Santa Fe: Los “halcones” retroceden frente a Larreta

Cuando la campaña santafesina llegó a momentos de definiciones cada contendiente disputó sus mejores armas y se puso el saco que le quedaba más cómodo. Pero Losada no pudo mimetizarse con la impostación férrea de Bullrich y siguió una táctica de campaña que la distanció de la situación concreta de los vecinos que apoyaron a su  adversario interno.

Oliendo esta situación, en los días previos, mientras las encuestas todavía hablaban de paridad en la interna de la coalición opositora, el líder radical mendocino Alfredo Cornejo, del ala “dura” de JxC, ya se había comunicado para que el domingo Pullaro emitiese un discurso ganador “armonizador”, que encaminase la unidad. Nada más hecho a medida del “ala moderada”. Además, el bullrichismo estima que hay un buen caudal de los votantes del ganador de anoche que son potenciales simpatizantes de su líder. Ahora la operación se basará en “cerrar filas” de cara a la contienda nacional. El bastión de Santa Fe, con 2.768.525 de electores resulta clave para que los “halcones” tengan aspiraciones de ganar en agosto.  

Larreta, vía Pullaro y también su aliado en la Ciudad de Buenos Aires, el radical del partido Evolución y senador Martin Lousteau, logró mostrar en Santa Fe una imagen que es la que históricamente mejor le sienta y que el equipo de Pullaro supo transmitir. La de un político hecho a la “antigua usanza”, que lejos de las declaraciones explosivas, y los flashes mediáticos, recorrió cada rincón de los distritos santafesinos, y supo explotar su imagen de “vecino local”, en contraposición a una precandidata como Losada que hace veinte años que no vive de forma permanente en la provincia que pretendía gobernar.

Esa “experiencia de gestión” de Pullaro como ministro de Seguridad, que se encargó de mostrarse como un conocedor del flagelo del narcotráfico en Rosario, se impuso ante el tendal de acusaciones de su rival que lo vinculaban con esta estructura criminal. Incluso los guarismos de Pullaro en el distrito rosarino fueron mejores que los de Losada, donde se suponía que ella se hacía más fuerte. Para Pullaro todo fue ganancia. Pero para Lousteau, y sobre todo Larreta, mucho más.

Efecto Santa Fe: Los “halcones” retroceden frente a Larreta

La amplia alianza que tejió el actual jefe de Gobierno porteño, en la que además de Lousteau hay un aporte invaluable del armador radical Emiliano Yacobbiti, triunfa por prepotencia de trabajo. Este equipo de las “palomas acuerdistas” se destaca por volar más bajo que sus contrincantes “halcones”. Pero es un vuelo estable.

Hay disciplina interna en cada integrante del armado y se plantea como opción política consistente y más tradicional, alejada de los fuegos de artificio, del  y del “todo o nada” que tan buenos réditos parecía cosechar el tándem Losada/Bullrich/Macri. La misión para Larreta es que la imagen “incendiaria” que quedó estampada en Losada ayer quede pegada también a Bullrich y que se ponga en la balanza la capacidad de “gestión”.

Pero no solo de gestionar vive Larreta. La estructura que se aseguró con el radicalismo lo posiciona en terrenos en los que con el PRO solo no alcanza y marca un diferencial en su favor. La concepción de la política del ala yacobittista del radicalismo tiene conexión directa con el núcleo del precandidato a presidente: convergen en ambas vertientes la idea de un trabajo “incansable” que no menguará y que si no tiene resultados favorables rápidamente, seguirá estando presente hasta que sea el momento propicio para dar el golpe.

La máxima larretista de robustecer el espacio con “amplios” acuerdos políticos, que incluyen a todo lo que sea el “70 por ciento” de las agrupaciones no kirchneristas en el país, le trajeron más de un dolor de cabeza con los referentes de la primera plana de su partido macrista. Pero Larreta no se corre ni un centímetro. Una síntesis de ese pensamiento queda expresado en estas dos frases que señaló en las últimas horas tras el efecto Santa Fe: “Unidad es el valor que tenemos que tener en esta nueva etapa. Esto es lo que la Argentina necesita: gente de trabajo, que dé resultados, por ahí viene el cambio”.

Efecto Santa Fe: Los “halcones” retroceden frente a Larreta

Y a su ya consolidada imagen como “gestor” y creciente “articulador”, ahora se le suma una nueva faceta: la de “triunfador”. “Tanto la victoria en Santa Fe, como la de San Luis y la de San Juan son muestras claras de que la búsqueda de consenso, diálogo y ampliación de espacios tienen representación en la gente y es lo que hoy se está eligiendo. Ahora lo vemos en elecciones grandes como la de ayer, pero también lo vivimos en lugares donde se le ganó a gobiernos peronistas de muchísimos años”, expresaron del equipo de Larreta a Diagonales.

Al muy probable éxito electoral en las generales de Santa Fe, Larreta se puede sumar anotar otro distrito: Chubut, de la mano de su candidato Ignacio Torres. También quedará en la vereda del “éxito” si Rodrigo de Loredo, otro delfín de Lousteau, se impone en los comicios en Córdoba capital. Las chances de que todo esto suceda son altas. El contraste con Bullrich que no tiene triunfos en su haber empieza a pesar.

La política del larretismo con respecto a la Ciudad de Buenos Aires es la de mantener su juego a “dos bandas”: apoya al primo de Mauricio y su actual ministro de Gobierno porteño, Jorge Macri, en su precandidatura como jefe de Gobierno, pero en las fotos de campaña en la provincias, el líder aparece con Lousteau celebrando triunfos ajenos al ala dura del PRO.  Distinta es la situación en la provincia de Buenos Aires, “madre de todas las batallas”, donde los abismos de la interna nacional quedan mejor expuestos y las “palomas” exhiben menor ambigüedad.

Decir que los resultados provinciales se transpolan automáticamente a los números en la contienda por la presidencia es tan apresurado como riesgoso, y mucho más si los sondeos son tan inexactos. Si hasta hace unos días, con una Bullrich que le sacaba algunos puntos de ventaja a Larreta, no se podía afirmar una victoria en la interna para la exministra de Seguridad, tampoco es acertado el escenario contrario luego de los triunfos de los “moderados”.

Pero quizás Larreta, como buen “obrero de la política” prefiera luchar a contracorriente para después dar el batacazo.